Esta es la lista de cinco mujeres dilapidadas por Franco y olvidadas por los republicanos en democracia: Carmen de Burgos, Carmen Rojo, Rosario Acuña, Magdalena Fuentes y Matilde García del Real. Periodistas, escritoras, maestras, traductoras, filósofas y pedagogas, todas ellas fueron borradas durante el franquismo de la cabecera de los centros educativos que recordaban y homenajeaban sus trayectorias ejemplares.
Eran mujeres, mujeres con ideas propias y Franco las hizo desaparecer. Han pasado 40 años y la democracia no les ha devuelto su sitio. Y pasarán otros tantos hasta que sus nombres vuelvan a coronar alguno de los colegios madrileños a los que daban nombre. Sufrieron la depuración de la dictadura y desaparecieron de las instituciones que habían nacido con ellas.
Está en marcha una petición para restituir los nombres de los colegios republicanos que fueron censurados. La Asociación de Amigos de Colegios de la República reclama la recuperación de los colegios públicos que se inauguraron en Madrid, entre 1933 y 1936, que en la actualidad no conservan sus nombres originales.
La lista que demanda la asociación incluye a Pablo Iglesias (hoy CEIP Isabel La Católica), Lope de Rueda (hoy CEIP Nuestra Señora de la Almudena), Joaquín Sorolla (hoy CEIP Rufino Blanco), Tirso de Molina (hoy CEIP Emita del Santo), Emilio Castelar (hoy IES Jaime Vera), Alfredo Calderón (hoy CEIP Padre Poveda), Rosario Acuña (hoy Centro Cultural San José de Calasanz), Catorce de abril (hoy CEIP José Calvo Sotelo) y Ramón López Rumayor (hoy CEIP Palacio Valdés). Una mujer. Y en la lista de nueve, no están incluidas las cinco mujeres borradas por el dictador.
Hombres, hombres, hombres
“La Guerra Civil y la dictadura borró a las mujeres como si fueran culpables de algo. No podemos permitir que se roben de nuestro pasado los nombres de estas mujeres”, explica Alicia Torija, impulsora de una petición que debería reparar el pasado y aleccionar al presente. El último colegio inaugurado en Madrid lleva por nombre Alfredo di Stéfano. El próximo en abrir será Ángel Nieto.
Para Torija la memoria no tiene fecha de caducidad. Por eso pide que estas mujeres, que enseñaron a los maestros y maestras de la República, no sean olvidadas en las iniciativas de salvamento. “Sería un flaco favor recordar la República como un espacio de igualdad o de lucha por los derechos y a la hora de recuperarla borrar los nombres que ellos mantuvieron”, cuenta.
Según las investigaciones de la propia Torija, en la Comunidad de Madrid, sólo un 5% de los centros no universitarios (1.913) llevan nombre de mujer. En España la cifra es todavía más dramática: menos del 3% (de los 32.284 centros educativos no universitarios, sólo 908 llevan nombres de mujeres). Y destaca Fuenlabrada como ayuntamiento que se sale de la norma, con un 16% de centros con nombre de mujer, aunque muy lejos de la paridad. Incluso le dedica un cole a Margarita Salas. “Con una política municipal adecuada se podría ejercer la igualdad”, reconoce.
Si sólo rastreásemos Institutos de Enseñanza Secundaria Obligatoria de la Comunidad de Madrid, con 325 centros, el porcentaje de nombres de mujeres sería un 7,6%. “Vivimos en una sociedad profundamente desigual. Incluso cuando las políticas mujeres toman el poder, insisten en la desigualdad. Las mujeres no han tenido la proyección pública y nunca han sido apoyadas. Ni siquiera por las mujeres dirigentes. El nombre de tu colegio es algo que acompaña toda tu vida, por eso es tan importante”, explica. Por eso demanda una 'lista cremallera': hombre-mujer, hombre-mujer. Y es lo que presentará al Ayuntamiento de Madrid en los próximos días.
Más que santas y princesas
Lo más doloroso de su estudio es que en democracia no ha habido un cambio de la inercia franquista. Recuerden, Di Stéfano y Ángel Nieto. “A lo largo de la democracia se han ido malnombrando colegios, tanto en el Ayuntamiento de Madrid como en la Comunidad”. Torija propone un mecanismo paritario para nombrar colegios, una lista equitativa de hombres y mujeres, que sea seleccionado por los padres. De esta manera, además, se rescatarían mujeres más allá del ámbito literario.
“Parece que sólo existan escritoras. No hay pintoras, por ejemplo. Clara Campoamor y Gloria Fuertes se repiten hasta cinco veces. Rosalía de Castro y Victoria Kent, cuatro”, cuenta a este periódico la arqueóloga, que “alucina” con el centro dedicado a “Nuestra Señora del Remolino”. De hecho, apenas hay maestras, pedagogas, científicas, etc, pero sí hay muchas vírgenes, santas, reinas, princesas, infantas y diosas.
Gloria Fuertes escribió sobre la importancia y la urgencia de hacer visible a quienes fueron menospreciadas por su sexo, la necesidad de ser la piedra que incomoda en el zapato: “Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre”. No hay Patrimonio sin memoria, como presente sin pasado. El futuro también forma parte de lo que fuimos y de lo que somos. La identidad colectiva está formada por los restos, los rastros y los rostros.