En España existen hasta 40 variedades de garbanzo y todas ellas son perfectas para cualquier receta. Sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado desde cuándo esta legumbre forma parte de nuestra alimentación mediterránea?
Entre algunos datos, se conoce, tal y como cuenta Tito Livio, que los soldados de Asdrúbal (siglo III a de C.) cultivaban garbanzos mientras construían la
ciudad de Cartagena.
¿Cuándo se comieron garbanzos por primera vez en España?
Tal y como cuentan Moral de la Vega, Mejías Guisado y Lopez Morillo en El cultivo del garbanzo: "No sabemos si fueron los cartagineses los que introdujeron el cultivo del garbanzo, pero por Columela conocemos que en el siglo I a. de C esta legumbre estaba ya plenamente integrada en la agricultura hispanorromana".
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Además, cuentan estos tres autores anteriormente mencionados que existe un vacío de documentación con respecto al cultivo del garbanzo hasta el siglo XII. Ellos mismos recogen la siguiente información:
"Justo en este tiempo del califato de Córdoba aparece el que probablemente debe ser el más grande agrónomo de la antigüedad andalucí: Abu Zacaría Iahia "el sevillano". Escribe Abu Zacaría un extenso tratado titulado 'Libro de Agricultura', y al referirse al garbanzo dice":
"(...) el tiempo de sembrar los de secano es a principios de marzo enseguida de las lluvias, y sobre buena labor y regular humedad que les dé crecimiento (...) Si quieres garbanzos tempranos para comerlos frescos siémbralos en principios de octubre y hacia finales de agosto (...)"
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Desde entonces los garbanzos forman parte de muchos de los platos típicos de la gastronomía española, caso del cocido madrileño. De hecho, estas legumbres han estado muy presentes en los hogares de los españoles, y así lo cuentan Moral de la Vega, Mejías Guisado y Lopez Morillo:
"Hasta el siglo XVII los garbanzos eran una comida frecuente de los españoles, pero a partir de ese tiempo, bien por el aumento demográfico que se produce, o bien por la falta de carne, o por las demostradas excelencias de ésta legumbre, lo cierto es que éstos adquieren un mayor protagonismo y cuando los románticos europeos descubren España en el siglo XIX, uno de sus asombros es comprobar que en todas las casas españolas, y durante todos los días del año, la comida del mediodía es un cocido de garbanzos".
¿Cuántas clases de garbanzos hay?
Dentro de estas 40 variedades de garbanzos, hay que tener en cuenta aquellas que se producen en España y que por tanto, podemos encontrar aquí de forma habitual. Son las siguientes:
- El pedrosillo. Es muy fácil de reconocer por su aspecto porque es esférico y pequeño. Es importante tener en cuenta que suelen requerir un mayor tiempo de cocción que el resto, debido a su textura. En cuanto a sus lugares de cultivo, lo podemos encontrar en el pueblo salmantino de Pedrosillo el Ralo, de ahí su nombre, y también en otros puntos de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía.
- El blanco lechoso. Su aspecto es llamativo, puesto que su forma es aplanada y alargada y de un color casi blanco, de ahí su denominación. También es curioso que su exterior dibuja profundos surcos. En este caso nos encontramos con una zona de cultivo en Extremadura y Andalucía. Además, cabe destacar que se usa sobre todo Muy utilizado, sobre todo, en guisos como el cocido y el potaje.
- El castellano. Este destaca por ser muy redondo, de color amarillo o cremoso y pico pronunciado, así como por tener una piel arrugada que no cambia al cocerse. Se le conoce también como "garbanza" y es de tipo kabuli. Además, la subvariedad más conocida es el garbanzo "Fuentesaúco" de Zamora, que tiene denominación de Origen Protegida. El garbanzo castellano es uno de los más famosos y mayoritarios en lo que respecta al cultivo.
- El Pico Pardal. Su aspecto es de tamaño mediano y algo rugoso. Además, es de tipo kabuli y con surcos finos. Esta variedad de garbanzo se usa, sobre todo, para el cocido Maragato, debido a que se cultiva en esta comarca leonesa.
- Venoso andaluz. En este caso es un garbanzo de silueta alargada, con un tamaño medio grande y una piel menos arrugada, aunque tiene surcos finos. Se le llama "andaluz" puesto que se cultiva en una zona de Granada.
- Chamad. Se trata de un garbanzo que destaca por la gran curvatura en el pico y su gran tamaño. Este garbanzo también se cultiva en Granada y por lo tanto es una variedad típica andaluza. En cualquier caso, se le considera como una variedad "híbrida" debido a que también tiene elementos del castellano. Se usa sobre todo en cremas y purés debido a que no su sabor es muy poco intenso.
- El garbanzo madrileño. Su aspecto es el de un garbanzo pequeño y anaranjado. En este caso nos encontramos con una variedad recuperada en los últimos años por la asociación Garbancera Madrileña con la ayuda del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA). Como dato curioso, hay que tener en cuenta que en realidad
es un garbanzo que engloba hasta siete variedades distintas: alcazaba, amparo, eulalia, pilar, amelia, elvira e inmaculada.
Como podemos ver existen diferentes variedades de garbanzos que vienen marcadas por sus diferentes formas, así como texturas y también por su diferente sabor. Además, sus diferencias proceden de sus distintos lugares de procedencia, destacando el madrileño del andaluz, por ejemplo.
Las propiedades de los garbanzos
Los garbanzos deben formar parte de nuestra alimentación semanal debido a que son unas legumbres con gran cantidad de beneficios y propiedades. Entre ellas, las siguientes:
- Hierro y potasio. En consecuencia, son un alimento ideal para cuidar nuestros huesos y músculos, así como para ayudar a nuestro corazón y sistema digestivo a funcionar correctamente.
- Magnesio, cobre y zinc.
- Fibra. Ayudan al tránsito intestinal gracias a que son ricos en fibra, y de la misma forma, ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
- Bajo en grasas. Las únicas grasas que tienen los garbanzos son los ácidos grasos omega 3, que son grasas beneficiosas para nuestro organismo.
- Proteína vegetal. Los garbanzos son una gran fuente de proteínas, al igual que el resto de las legumbres.
- Rico en vitamina E.
- Ácido fólico. Cabe destacar que también son altos en ácido fólico, l ácido fólico, una importante vitamina del complejo B. Suele asociarse con mayor frecuencia con la salud de las mujeres, sobre todo, durante el embarazo.
- Calcio. También son una buena fuente de calcio y por lo tanto, de nuevo ayudan a cuidar los huesos.