En pleno corazón de los Picos de Europa y concretamente en el concejo asturiano de Cabrales y los pueblos de Caravés, Oceño y Rozagás tiene su origen uno de los quesos más famosos del mundo y uno de los mejores quesos azules de España, al que ya hay quien se atreve a catalogarlo como el verdadero príncipe azul. Razones para ello no faltan y es que ese sabor intenso, persistente y ligeramente picante del queso Cabrales ya ha conseguido enamorar incluso a los paladares más exquisitos.
Y como buen alimento exquisito este queso también tiene su propia leyenda, que más allá de ser una historia concienzudamente hilada, está más vinculada a un cúmulo de casualidades y al poder de la propia naturaleza. Por eso, a continuación, te contamos la historia y el origen del queso Cabrales.
Historia del queso Cabrales
Cuenta la leyenda que el queso Cabrales tuvo su origen concretamente por el descuido de un campesino, que en un día primaveral de marzo y mientras ordeñaba su ganado se quedó prendado de una pastora. Así que guardó con mimo los recipientes y la leche recién ordeñada en una cueva y corrió tras su amada. Pero tras varios meses de abundancia y amor llegó el invierno, la escasez y el hambre, fue entonces cuando se acordó de la leche que había guardado en la cueva. El azar, la naturaleza o el milagro, según quien se encargue de contar la historia, habían transformado la leche en delicioso Cabrales.
Elaboración
Dejando a un lado la historia y centrándonos un poco más en su elaboración, este famoso queso azul asturiano, es un queso natural elaborado artesanalmente por los propios ganaderos con leche cruda de vaca o con mezcla de dos o tres clases de leche: vaca, oveja y cabra. Toda la leche utilizada en su elaboración procede exclusivamente de ganaderías establecidas en la zona de producción y controladas por el Consejo Regulador.
Una vez elaborado, es el momento de que el queso Cabrales madure entre dos y cuatro meses en cuevas naturales ubicadas en plena montaña. Estas suelen ser de uso individual o colectivo y tanto la cueva como la colocación de los quesos en ella, son transmitidos de generación en generación. La humedad del 90% y la temperatura entre los 8 y los 12 grados se encarga de hacer la ‘magia’. Y es que estas condiciones son las que cargan a este tipo de queso de personalidad, sabor y de esas características vetas de color azul-verdoso que le aporta el moho tipo penicillium. ¿El resultado? Un queso suave, cremoso, repleto de personalidad y con un aroma intenso que se acentúa aún más cuando es elaborado con leche de cabra.
Otro aspecto a destacar, es que en sus orígenes el queso Cabrales después de madurar era envuelto en hojas de plágano (arce blanco). Una manera económica de envasarlo, pero que no reunía las condiciones sanitarias adecuadas para su consumo y además facilitaba un posible fraude con cualquier otro tipo de queso azul. Por eso en la actualidad y una vez alcanza su punto de maduración, este queso es envuelto en papel de aluminio de color verde y acompañado de una etiqueta del fabricante y otra del Consejo Regulador, la cual se reconoce fácilmente por una banda roja flanqueada por dos bandas verdes con el logotipo del Consejo Regulador y la numeración correspondiente. Por otra parte, la corteza siempre es blanda, fina y con una tonalidad parda y su sabor intenso, persistente, cremoso y fundente al paladar con una delicada astringencia. Los quesos con todas estas características son los únicos con la Denominación de Origen Protegida Cabrales.
Cómo acompañarlo
La versatilidad y por supuesto el sabor tan característico de este tesoro gastronómico, hace que sea un perfecto acompañante de infinidad de platos y maridajes. Y es que, aunque solo ya es toda una delicia para el paladar, lo cierto es que acompañado de frutos secos, simplemente de pan, con sabores dulces como la mermelada o el dulce de manzana o incluso todos estos alimentos juntos, puede conseguir una mágica explosión de sabores.
Pero si lo que te interesa es sacarle partido también en la cocina, te aconsejamos que no dudes en incluirlo en ensaladas, platos salados, pescados o carnes. Desde una ensalada de espinacas con queso cabrales a una dorada rellena con queso cabrales o los clásicos y exquisitos escalopines al cabrales. Cualquier plato es la excusa perfecta para llevarnos un poco de Asturias a nuestra mesa.