España es uno de los países que cuenta con una mayor producción de quesos, algunos de ellos conocidos por ser los mejores del mundo y por supuesto los más sabrosos. Un total de 26 Denominaciones de Origen Protegidas en toda España entre las que destacan el queso Cabrales, el queso de Mahón o el queso Manchego, entre otros.
En esta lista repasamos diez de los quesos españoles mejor valorados por los consumidores y te descubrimos todo sobre su elaboración, su origen y la tradición que los rodea.
Queso Cabrales (Cabrales, Asturias)
Para saber más sobre el origen y la historia del Queso Cabrales hay que trasladarse hasta el corazón de los Picos de Europa y al concejo asturiano de Cabrales, junto a los pueblos de Caravés, Oceño y Rozagás. En ellos tiene origen esta variedad de queso, considerado uno de los quesos del mundo más famosos y uno de los quesos azules mejor valorados de España.
¿Su sabor? Intenso, persistente y ligeramente picante, perfecto para acompañar con carnes, pescados o ensaladas y como aperitivo con frutos secos, pan, mermelada o dulce de manzana, entre otros. En cuanto a su elaboración, se consigue con la mezcla de dos o tres clases de leche: vaca, oveja y cabra. Después se deja madurar entre dos y cuatro meses en cuevas ubicadas en la montaña, donde la humedad y la temperatura entre 8 y 12 grados se encarga de hacer la ‘magia’.
Queso Pasiego (Cantabria)
El Queso Pasiego es originario de Cantabria y concretamente de la zona del Pas y en Liébana, dos regiones que cuentan con una arraigada historia ganadera que originó la elaboración de este queso como una forma de conservar la leche. Este es uno de los quesos cántabros más tradicionales, pero su elaboración ha ido sufriendo una evolución a lo largo de los años sobre todo a raíz de la primera fábrica de quesos que se abre en Cantabria y concretamente en Pas en 1843. En ella D. Jaime Diestro incorpora la técnica holandesa de prensado, una variación que permite que el queso pueda madurar y conservarse durante más tiempo. Esta variedad de queso de leche de vaca pasteurizada, se utiliza además para la elaboración de la famosa Quesada Pasiega y destaca por su corteza blada de color blanco o amarillento y por su sabor suave y semidulce.
Queso de tetilla (Galicia)
Este delicioso queso gallego protegido con una Denominación de Origen, es uno de los símbolos de la comunidad y sin duda una de las variedades de queso más conocidas de España. Pero si te estás preguntando por su orígen, tenemos que decirte que tiene una antigüedad indeterminada y unos orígenes inciertos. Aún así, su forma de tetilla tiene una historia detrás que muchos asocian a la figura de la reina Esther, una de las piezas destacadas del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago.
Según se cuenta esta mostraba originalmente unos grandes pechos, por lo que las autoridades eclesiásticas decidieron disminuir su tamaño de forma considerable. Una decisión que no gustó nada al pueblo y que según cuenta la fábula hizo que algunos quesos que elaboraban comenzasen a tener forma de tetilla a modo de protesta. Cierta o no la historia, lo que está claro es que su suave sabor y su textura algo cremosa, es fruto de su elaboración con leche pasteurizada de vaca de las razas gallegas y de una maduración mínima de siete días.
Queso de Gamoneu (Cangas de Onís y Onís, Asturias)
Junto al Queso Cabrales, este es otro de los quesos asturianos más conocidos de España y del mundo. En concreto es en el Macizo Occidental de los Picos de Europa donde los ganaderos aún continúan con la elaboración del queso de Gamoneu. Una variedad que se elabora desde tiempos ancestrales en las majadas y en los pueblos, concretamente ya desde el siglo XVII cuando servía de sustento a los más pobres del concejo.
Su elaboración en sus inicios era fruto de la trashumancia tradicional, en la que los excedentes de la leche que se generaba en el puerto eran transformados en queso y manteca, para después dejarse madurar en cuevas calizas y evitar así que se perdiese el producto. Según el actual reglamento de la D.O.P su zona de producción se encuentra en Cangas de Onís y para elaborarlo se emplea la leche de vaca, cabra y oveja.
Queso Idiazábal (País Vasco y Navarra)
El origen del queso Idiazábal lo encontramos en los verdes paisajes de Euskal Herria y en las variedades de las ovejas Latxa y Carranzana. Dos razas autóctonas cuya leche cruda hace posible este singular y preciado queso, que además cuenta con su propia Denominación de Origen. Esa elaboración con leche cruda se hace sin mezcla alguna, sin pasteurizar y con cuajo de origen natural mediante prensado, para después darle un baño de sal y agua y madurar durante al menos dos meses. ¿El resultado de este proceso? Un sabor intenso, equilibrado y con un toque picante, en el que también encontramos un intenso sabor a leche de oveja y que en el caso de estar ahumado se presenta más seco y denso en boca.
Queso Manchego (Castilla-La Mancha)
Este queso es conocido en todo el mundo en parte por las muchas referencias que hace a este queso Miguel de Cervantes a través de sus personajes de Don Quijote y Sancho Panza. El Queso Manchego posee una tradición arraigada a los campos castellano-manchegos y a la tierra de La Mancha, junto a una historia y sabor únicos que se encuentran protegidos por una Denominación de Origen.
Este queso elaborado con leche de oveja manchega, criada y alimentada en estas tierras cuenta con un origen que podría ser incluso anterior a la Edad de Bronce, ya que se han llegado a encontrar restos arqueológicos que evidencian la producción de este Queso Manchego elaborado con una raza de oveja predecesora a la auténtica oveja manchega. Una raza que ha sobrevivido al paso de los siglos. En cuanto a su sabor, este es ligeramente ácido, fuerte y muy sabroso, con un toque picante sobre todo en quesos muy curados.
Torta del Casar (Cáceres, Extremadura)
La Torta del Casar es otro de esos quesos españoles que en los últimos años han cosechado más fama mundial, a pesar de haber sido tachado como queso fallido en sus orígenes. De hecho los quesos más duros de las variedades de oveja merina y entrefina eran vendidos a los nobles, mientras que los trashumantes se quedaban con los más untuosos los cuáles se tenía la creencia de que estaban cortados, pero la realidad es que esa apariencia cremosa acabaría convirtiéndolo en un producto gourmet a día de hoy.
La elaboración de este queso tiene un proceso parecido al resto, ya que tras ordeñar las ovejas, la leche se coagula mediante savia y las semillas machacadas del cardo silvestre. Una vez cortado el cuajo se moldea, se prensa y se sala. Su maduración es de como mínimo dos meses según la Denominación de Origen Protegida. El resultado de este proceso es un queso cremoso, con matices ácidos, picante y con un interior entre blanco y amarillo.
Queso Mahón (Menorca, Islas Baleares)
Este queso elaborado con leche de vacas de Menorca y a través de un método de tradición milenaria cuenta con su propia Denominación de Origen en la que se distinguen dos tipos: el Queso de Mahón-Menorca y el Queso Mahón-Menorca Artesano. Por un lado en Queso Mahón de Menorca está elaborado con leche sometida a algún tratamiento de conservación y pueden utilizarse moldes para darle forma. En cambio la variedad artesana está hecha con leche cruda de la propia explotación ganadera y utilizando el “fogasser” para darle forma. En cualquiera de estas variantes, nos encontraremos con un queso de un sabor muy peculiar e intenso que lo ha convertido en uno de los más valorados de España.
Garrotxa (Girona, Cataluña)
Para saber más sobre el queso de Garrotxa hay que trasladarse a Cataluña y concretamente a la provincia de Girona, en la que en 1981 unos jóvenes ganaderos de Sant Miquel de Campmajor probaron a varias su producción de quesos frescos y de requesón para crear un queso madurado. Para ello investigaron y se interesaron por lo que las personas de la comarca les contaron sobre un queso excelente que se elaboraba en ese mismo lugar pero que con los años había caído en el olvido.
Un queso que finalmente consiguieron volver a elaborar, rescatando una tradición y sabor únicos. ¿El resultado? Un queso tierno que se ha dejado madurar y que se caracteriza por una corteza enmohecida con el moho Penicillium glaucum, fruto de la casualidad y que se decidió conservar. En cuanto a su elaboración, esta se realiza con leche de cabra murciana pasteurizada, a la que se le añaden sales cálcicas, fermentos lácticos y cuajo animal, para después madurar en las cuevas pirenaicas.
Queso Majorero (Fuerteventura, Islas Canarias)
Este sabroso queso se produce en la Isla de Fuerteventura y a través de la leche de cabra majorera, de ahí su nombre. Un producto típico y repleto de tradición que también cuenta con su Denominación de Origen desde 1996 y también con un gran número de premios y reconocimientos nacionales e internacionales a sus espaldas.
Los Quesos Majoreros se elaboran en toda la isla con leche cruda o pasteurizada de cabra a la que se puede añadir una pequeña cantidad de leche de oveja. Y si algo hay que destacar de su forma, es el característico dibujo en forma de rombos que se asemeja al tradicional molde de palmera trenzada que se utilizaba en sus inicios. Su maduración va desde los 8 a los más de 60 días. Las variedades más tiernas de este queso destacan por su aroma y sabor suave y delicioso. Los curados tienen la corteza más dura y ese punto de acidez típico de los quesos de cabra, con un toque picante. Los semicurados en cambio, tienen características intermedias de los curados y los menos curados, siendo perfectos para todos los paladares.