En un mundo hiperconectado, aún más por la pandemia, la revolución tecnológica ha acelerado el teletrabajo y las videoconferencias, acciones que acarrean un gran impacto ambiental; solo un ordenador de mesa necesita para su producción 22 kilos de químicos, 1.500 litros de agua y 240 kilos de combustible.
Según Statista, en España, el 74,1% de las viviendas situadas en áreas de menos de 10.000 habitantes están equipadas con un ordenador, mientras que en el caso de aquellas ubicadas en hábitats de 100.000 o más habitantes, el porcentaje superaba el 80%. Esto supone al fin y al cabo una emisión contaminante con unas consecuencias. ¿Cuál es la huella ecológica que deja el frenético tráfico digital? Aquí te hablamos de este impacto ambiental de la tecnología.
¿Cuál es el impacto de la tecnología en el medioambiente?
La respuesta es difícil pero los beneficios del tráfico son "indiscutibles", explica a EFE Fernando Tucho, profesor de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, que incide en la necesidad de impulsar un "consumo reflexivo", que impida que con la actual tasa de crecimiento, la huella global de carbono de estas tecnologías represente el 14 % en 2040.
Solo el tráfico de datos, con un 55 % anual de consumo energético, supone más de la mitad del impacto medioambiental global de estas tecnologías, asegura el profesor universitario, para quien las tecnologías de la información albergan una "cara oculta", que arranca con su diseño.
Es "una verdad a gritos" que, en general, las empresas no reconocen favorecer la obsolescencia de los nuevos dispositivos para reducir artificialmente su vida útil y fomentar el consumo de materias primas importadas, casi siempre, de países en conflicto, explica el experto.
Esta obsolescencia planificada ha encontrado un desarrollo sin igual durante el siglo XXI, donde en los países desarrollados, el ciclo de vida de un teléfono inteligente se sitúa entre los 18 meses y los 2 años, lo que supone que cada 24 meses 2.800 millones de personas cambian de móvil.
Los ordenadores portátiles y de sobremesa, rúteres, videoconsolas y equipos de televisión pertenecen igualmente a la categoría de productos electrónicos en el mercado con mayor tasa de reposición.
Fernando Tucho afirma ser consciente de que sistemas como las "nubes digitales" también ofrecen "una imagen limpia de cara a la sociedad", pero cada vez que un usuario solicita un archivo desde el móvil, ordenador o tablet supone un alto "consumo energético" del que solo una pequeña cantidad procede de energía renovable.
Otro ejemplo a destacar es el streaming de vídeos, actualmente en pleno auge como demandante de datos y que representaba apenas unos años atrás el 63 por ciento del tráfico global de internet, según el informe "Cliking Clean" de Greeanpeace, que apunta que cada búsqueda en internet libera al medio ambiente 0,2 gramos de CO2.
En este contexto, Tucho, fundador y miembro del ImpacTIC (Colectivo de investigación sobre el impacto material de las TIC) detalla que, en la actualidad, estos dispositivos son responsables del 4 % de la emisión de gases de efecto invernadero, cifra que en 2025 podría alcanzar el 8 %.
La tecnología 5G -quinta generación de tecnologías de telefonía móvil- también desata "controversia ambiental", subraya el experto en comunicación: es más "eficiente", pero el consumo eléctrico de una estación base de 5G triplica a la 4G, a lo que hay que sumar además, que una no elimina a la otra, sino que convivirán.
Tucho, creador del blog www.ecologiaymedia.info, hace hincapié en los hábitos consolidados de la sociedad hacia el consumo de contenidos audiovisuales, más contaminantes de lo que parece: en 2018 la visualización de vídeos en internet generó más de 300 toneladas de CO2, y plataformas como Netflix y Amazon Prime produjeron tantas emisiones como el conjunto de Chile.
Respecto a los centros de datos que operan en múltiples ciudades diseminadas por todo el mundo, Madrid ocupa el séptimo lugar en urbes con más desarrolladores informáticos de Europa, según el informe State of European Tech 2018.
Así, en el "Silicon Valley" madrileño, ubicado en el distrito de San Blas-Canillejas, solo el centro de datos más grande utiliza tanta energía como la población de una ciudad de 200.000 habitantes, lo que se traduce en un consumo de 7 gigavatios al año.
Tucho incide en un uso “responsable” de los medios y urge “tomar conciencia de esta realidad ausente del debate político y económico”, para lo que recomienda alternativas sostenibles como descargar archivos en lugar de bajarlos continuamente, realizar búsquedas en texto y no en vídeo y utilizar el buscador de emprendimiento social Ecosia para compensar emisiones.