El gorro, la pandereta, la botella de anís… La San Silvestre, una vez más, cerrará el año y, de paso, ayudará a muchos a perder unos kilos antes de engullir langostinos, turrones, uvas y copas. En total, unas 38.000 personas (35.000 en la carrera popular y 3.000 en la internacional) se darán cita el próximo día 31, con un 35% de mujeres y 65% de hombres. Entre ellos, un colectivo de ‘locos’ que se han vuelto ‘cuerdos’ por aceptación social: los #Drinkingrunners, que donan alimentos por cada kilómetro recorrido.

El fundador del grupo es Pablo Sánchez Carmenado, que hizo la primera quedada en marzo de 2013. Desde entonces, sólo corriendo maratones, han donado 50.000 kilos de alimentos: 7.000 en el de Madrid (2013), 19.000 en el de Sevilla (2014) y 20.000 en el de Barcelona (2015). “Nosotros ponemos el dinero antes de las carreras y el resto lo conseguimos a través de la venta de camisetas. Lo promocionamos a través de Twitter con el hastag #Kmsxalimentos y hacemos quedadas con deportistas profesionales. Incluso, algunas marcas, aportan material”, explica a EL ESPAÑOL el promotor de la idea.

Sin ser un club ni una ONG –ellos se definen como una ‘anarquía ordenada’–. Desde su creación en 2013, el grupo lo forman regularmente 200 personas fijas, y hasta 1.000 que han comprado las camisetas y se van uniendo. En todos los casos, la adhesión es voluntaria y gratuita. Como la de muchos de los que correrán este día 31. EL ESPAÑOL estuvo con cinco de ellos ‘entrenando’. Eso sí, cada uno, en la San Silvestre, lo hará a su manera.

Juan Vicente, el hombre ‘selfie’ (52 años). Ingeniero.

Pablo, compañero de fatigas y fundador del grupo, lo define como ‘el rey de los selfies’: “Es un tío con una magnífica capacidad de dinamización en redes sociales. En todas las carreras se saca el móvil, se echa una foto y ya tenemos el lío montado”. Y eso mismo hará en la San Silvestre, la “carrera que más le gusta”, reconoce Juan Vicente, que ya prepara su cámara para la ocasión.

Él empezó a correr de pequeñito y lleva más 19 años haciéndolo. Ha acabado 14 maratones –la última la de Nueva York– y es un adicto a la San Silvestre, lleva casi 20 años sin faltar. “Creo que es la mejor culminación al año. Es divertida y diferente. Incluso cuando celebraba la Nochevieja en Valdepeñas (Ciudad Real) la hacía y luego me iba para allá. La verdad que llegaba con la hora justa”, bromea.

Juan Vicente. Moeh Atitar EL Español

Alberto, el ‘tío del megáfono’ (38 años). Community Manager.

Ha hecho 10 veces la San Silvestre, varias carreras de montaña... Y siempre con una particularidad: con un megáfono. “Es que un día alguien se lo trajo, me enamoré de él y desde entonces lo cogí y ya no lo he soltado”, bromea.

Alberto ha llegado a hacer 30 kilómetros con el megáfono (dos kilos de peso) cantando. Y así lo hará el día 31. “Es que yo empecé a correr porque quería hacer una San Silvestre. Es una carrera diferente. Es casi como una fiesta. Fíjate, empecé con eso y ahora he llegado a hacer Madrid-Segovia corriendo. Y eso que hay un tren que lo hace más rápido…”.

Alberto. Moeh Atitar El Español

Rafael, con su mujer (41). Arquitecto técnico.

Para él es toda una tradición. Lleva cuatro acabadas y siempre hace lo mismo. “Madrugo, llevo el coche a la zona de llegada, me voy a comer, vuelvo y la hago. A un ritmo normalito, porque la corro con mi mujer. La San Silvestre es especial y diferente. No tienes que levantarte temprano porque es por la tarde y eso está bien”, reconoce. Y así lo hará. Da igual que ya se haya atrevido con maratones y medias. El día 31 estará en la salida.

Rafael. Moeh Atitar El Español

Patricia, para hacer marca (34). Ingeniera.

Ella será una de las 3.000 personas que corran la internacional (se necesita marca, es algo más tarde y entra al Estadio de Vallecas). “Es una espartana, muy alemana. Corre, nada y hace lo que haga falta. Y nunca dice que no”, reconoce Pablo, el promotor de #Drinkingrunners.

Su historia es la de muchos otros. Comenzó a correr para desconectar del trabajo y al final se le ha ido de las manos. Pero, aunque podría hacer cualquier otra carrera, se decanta por la San Silvestre. “Es el fin de año, la Navidad, y es muy bonita. Ya es tradición ir a tomar el aperitivo (light, porque luego hay que correr) y luego cenar en familia. Menos mal que me ponen la mesa cuando llego”, bromea.

Patricia. Moeh Atitar El Español

Miguel Ángel correrá disfrazado y, dicen, perderá las llaves. (40). Ingeniero.



Empezó a salir porque lo hacían sus amigos y ahora acaba entre 20 y 30 carreras al año. Entre ellas, algún ultramaratón, como el del Mont Blanc. Pero ninguno le gusta tanto como la San Silvestre, a la que acudirá disfrazado. “Es que es una fiesta, está hecha para reírse y no estar pendiente del ritmo ni de nada”, reconoce.



Entre los #Drinkingrunners dicen que Miguel Ángel perderá las llaves. De hecho, tienen alguna apuesta pendiente. Lo que sí es seguro es que todos donarán 10 kilos al Banco de Alimentos. Todo sea por cerrar el año de la mejor manera posible: corriendo, siendo solidarios y disfrutando de la Navidad.

Miguel Ángel. Moeh Atitar El Español

'Cinco formas de correr la San Silvestre' es un contenido patrocinado por Banco Santander.