Segunda oportunidad para Lord Sebastian Coe
El ex atleta afianza su liderazgo en la IAAF tras las denuncias de la Agencia Mundial Antidopaje y será el encargado de limpiar un deporte sucio pese a su proximidad con la trama de corrupción.
16 enero, 2016 01:38Noticias relacionadas
Sebastian Coe no estaba obligado a asistir el jueves a la rueda de prensa en la que la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) trituró el prestigio de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), organización que preside desde agosto pasado. Si no surgen nuevas revelaciones, su inesperada presencia parece haber reforzado su autoridad al frente de un organismo que, como denuncia la WADA, no tuvo “voluntad política para confrontar las actividades de doping conocidas” en Rusia. El país europeo está suspendido temporalmente de las competiciones, pero las consecuencias de este caso van mucho más allá. Una vez descubierto que el senegalés Lamine Diack, ex presidente del organismo, fue el principal responsable de “organizar y hacer posible una conspiración” que estimuló la práctica extendida del dopaje en una de las potencias atléticas mundiales.
Coe ha soportado enormes presiones para explicar cuánto sabía de la oscura red montada por Diack en el seno de la federación, y el informe publicado por la WADA daba la razón aparentemente a los que sospechan del doble campeón olímpico de 1.500 metros (ex presidente del Comité Organizador de Londres 2012) por su cercanía a la trama. Fue Dick Pound, responsable del informe y ex director del organismo antidopaje, quien fortaleció a Coe declarando, tras explicar el contenido del documento, que Coe era la persona más indicada para regenerar el atletismo.
Debate en Inglaterra
En la prensa inglesa ha habido en las últimas horas editoriales de todo tipo sobre el papel de este respetado y elegante Caballero del Imperio Británico, incluido por el The Sunday Times entre los 100 Hacedores del siglo XXI. Hay quienes, como The Independent, piden su dimisión como presidente del organismo corrupto y quienes, como el Times, afirman que “el mundo del atletismo”, a pesar de las sospechas, “está indudablemente mejor con Lord Coe que con el señor Diack”. La tarea del inglés es complicada: crear y hacer viable un proceso transparente y creíble que impida la participación de un atleta dopado en cualquier competición internacional. A tenor de lo revelado esta semana, se trata de un desafío colosal.
La pregunta del millón es: ¿Sabía algo Coe? ¿Fue negligente al menos? Sus defensores recuerdan que en 1978, durante el Campeonato de Europa al aire libre, perdió una medalla por un asunto de dopaje y que los casos descubiertos le afectan incluso a nivel personal: que su compromiso con la limpieza del deporte es absoluto. Otros rescatan errores como cuando llamó a Diack “líder espiritual del deporte”, y sospechan de un hombre acostumbrado a moverse en las altas esferas y a quedar bien con todo el mundo, el atleta elegante por antonomasia, el hombre que logró convencer a la Reina Isabel para participar con Daniel Craig en aquel cortometraje presentado en la inauguración de los Juegos de Londres.
Transparencia y credibilidad
Parece cantado que la IAFF abandonará este año su sede en Mónaco (ubicada allí por motivos fiscales) para aumentar su transparencia e iniciar el largo camino hacia la recuperación de la credibilidad. El golpe ha sido fortísimo: según la Agencia Mundial Antidopaje, Lamine Diack, fue el principal responsable de "organizar y hacer posible la conspiración", de provocar el "colapso total de las estructuras de dirección y la falta de responsabilidad dentro de la IAAF". En resumen, de convertir a Rusia en “un refugio del doping” y aceptar sobornos para que determinados positivos por doping fueran encubiertos. Es más, la siguiente investigación estará encaminada a averiguar fehacientemente si altos dirigentes de la federación internacional vendieron su apoyo a la concesión de Mundiales de atletismo (e incluso Juegos Olímpicos) a determinadas ciudades o países.
Promesas de reforma
Coe, que presidió la Asociación Olímpica Británica (AOB) y ocupó una vicepresidencia de la IAAF antes de suceder a Diack, asumió el mando de la federación cuando otros escándalos de dopaje acosaban ya al deporte estrella de los Juegos Olímpicos. (Su tesorero, por cierto, es José María Odriozola, presidente de la federación española desde 1989). El mediofondista ha admitido que el Consejo de la IAAF (del que es miembro desde hace muchos años) debería haber estado al tanto de la corrupción existente y ha prometido reformas para impedir cualquier repetición de unos acontecimientos que invalidan la esencia misma de las competiciones. La propia IAAF ha afirmado esta semana en un comunicado que su debilidad “había permitido a algunos individuos en la cúspide de la directiva anterior retrasar procedimientos normales en ciertos casos de dopaje”.
El periodista del Daily Mail Brendan Foster escribía este jueves que el comportamiento de Coe le recuerda a “aquellos días de los Juegos de Moscú 1980, entre la final de 800 metros (en la que fue batido por Steve Ovett), y la de 1.500, en la que regresó para vencer)”. El largo camino hacia la recuperación de la credibilidad acaba de comenzar, y no será fácil.