En la vida son pocos los sujetos que nacen con talento. Por eso, a menudo, en cualquier oficio -y sobre todo en el ámbito deportivo- se suele pagar por ellos sin control, casi en contra del raciocinio. Ocurre, sin embargo, que a esas personas hay que buscarle otras que trabajen para que todo llegue a buen puerto. Y, en ese aspecto, el Atlético ha conseguido edificar su éxito sobre esos pilares como ningún otro en la Liga. Porque junto a Griezmann, chico de oro, hay otros 10 jugadores que muerden, luchan, pelean y defienden como si fuera lo último que pudiesen hacer en su vida. Resultado: una nueva victoria. Esta vez contra Las Palmas (0-3), con dos tantos del francés y otro de Filipe Luis, que se estrenó esta temporada.



El Atlético, que tiende a controlar esta temporada, no lo hizo durante toda la primera mitad en el Estadio de Gran Canaria. Y no lo hizo, en gran parte, porque tuvo un buen rival enfrente. Las Palmas, que empezó mal y ha enderezado el rumbo con Quique Setién, mandó sobre el terreno de juego y se pudo adelantar con sendas acciones de Tana y Dani Castellano. Sin embargo, el Atlético, en su primer disparo entre los tres palos, se adelantó en el marcador. Filipe Luis se incorporó al ataque, controló y la colocó al palo largo.



Acabado el primer tiempo, el Atlético fue comiendo terreno a Las Palmas. Sin prisa, pero sin pausa. Poquito a poco. Como si no hiciera nada. Hasta que, de repente, como acostumbra a ocurrir esta temporada, aparece el genio de los de arriba. Simeone movió el banquillo, cambió piezas -Thomas por Augusto y Carrasco por Vietto- y Griezmann sacó su lámpara mágica para convertir dos goles. Con la misma sinfonía, desde atrás, tirando la diagonal, evitando el fuera de juego y encarando al portero.



Griezmann buscó su momento y lo encontró, como lo lleva haciendo toda la campaña. En total, suma 18 goles esta temporada. Con el mérito del jugador que toca pocas pelotas, pero acaba convirtiendo siempre. Pero sería injusto que todas las flores fueran para él. El Atlético, más que un grupo solista, es una orquesta que suena en conjunto, leyendo la partitura de cada partido y actuando en consecuencia. Unas veces, encerrado en su campo, sin brillar; y otras, la mayoría en su estadio, ahogando a su rival mediante la posesión. Todas ellas, versiones que bien valen un liderato.