Se palpaba la tensión, había nervios, algún que otro nudo en el estómago… Todas aquellas sensaciones propias de un debut en cualquier campeonato importante, y es que, para más inri, enfrente estaba toda una Alemania, con lo que esa palabra significa. Y España empezó dubitativa, no encontró la forma de parar la velocidad germana en un inicio muy trepidante de partido.
Aun así, poco a poco la defensa se fue acoplando y cada vez fueron más las recuperaciones de balón que permitieron al equipo salir a la contra, y ahí es donde España se encuentra cómoda. Poco a poco, el partido fue cayendo de nuestra parte, y si no hubiera sido por algún que otro error arbitral, el partido se hubiera terminado en esa primera parte.
Comenzó la segunda parte y fue entonces cuando España explotó al máximo su oficio. Consiguió ir manteniendo la diferencia de 3 o 4 goles sin la brillantez de alguna de las fases de la primera parte. No obstante, encontró los huecos necesarios en los momentos oportunos para sentenciar un partido que nunca se le llegó a poner cuesta arriba.
Lo mejor: todos participaron. Eso es algo que parece intangible en un inicio de campeonato, pero los minutos que se van dosificando, sobre todo en los jugadores en los que va a recaer el peso del campeonato más adelante, son los que marcan la diferencia entre llegar sin fuelle al final y perder una medalla o llegar con la mejor forma y conseguir un oro.
Pero si con algo me quedo es con la sensación que siempre me dejan los Hispanos; son un EQUIPO, así tal cual, con mayúsculas. Se percibió especialmente en cómo el equipo arropó a Joan Cañellas cuando anotó dos goles importantísimos, sabiendo que es un jugador fundamental para tener opciones de llegar a la lucha por las medallas y que no está pasando por su mejor momento. Todos a una levantando al compañero de al lado. Compañerismo en su máxima expresión.
Lo peor fue la roja a Jorge Maqueda. Nos descentró en la segunda parte. Ese lanzamiento a la cara del defensor germano (de manera completamente involuntaria, aunque fue roja clara con el reglamento en la mano) hizo que el partido tomara otro camino.
Jorge es un jugador muy importante en el esquema del equipo, sobre todo cuando el cambio defensa-ataque está lejos del banquillo, y, aunque Gurbindo estuvo muy bien sustituyéndole, es verdad que España perdió un baluarte. Esos errores arbitrales (porque sí, señores, los árbitros son humanos y también comenten errores involuntarios) condenaron a España a sufrir más de la cuenta, aunque hay que saber jugar con eso y la selección supo seguir concentrada y haciendo su labor.
En lo que al resto de los partidos se refiere, no hubo ninguna sorpresa. Los favoritos (todos con apuros) consiguieron sacar sus partidos, así que de momento seguimos manteniendo las quinielas.
Me gustaría destacar el buen ambiente que se vio en el pabellón. Eso es digno de resaltar en un grupo en el que no está el equipo anfitrión, si bien es cierto que Alemania tiene tirón y es el país vecino de Polonia. Veremos cómo se va desarrollando este Europeo, pero como habíamos previsto los partidos están siendo reñidos y emocionantes, algo que hace que los aficionados al balonmano estemos de enhorabuena.
*Albert Rocas ha sido dos veces campeón del mundo, medallista de bronce olímpico, subcampeón europeo y bronce mundial y continental con la selección española de balonmano.