Hay un tipo que casi no habla. Ni arremete contra sus compañeros. Ni nada que se le parezca. Un chico callado, ejemplar en las formas y que tiene duende, un término poco cuantificable, pero que a menudo acostumbra a dar grandes tardes de gloria. Si quieren, pueden hablar de magia. O de gol. O de lo que quieran. Lo cierto es que Griezmann cuenta con todo lo anterior y mucho más. Pero, sobre todo, es uno de esos delanteros que da victorias, que decide partidos. El último de ellos, en el Santiago Bernabéu, contra el eterno rival, marcando un gol que vale oro, tres puntos y el orgullo de la capital.
Ese chico, Griezmann, cuenta con 20 goles (13 en Liga) esta temporada. Quizás menos de los anotados por Cristiano Ronaldo y puede que no tan bonitos como los que hacen Messi o Neymar -algunos sí-, pero decididamente decisivos para su equipo. En concreto, sin el francés, el Atlético de Madrid tendría 21 puntos menos (contando partidos en competición nacional en los que ha marcado el primer tanto o ha sido el único en anotar). Es decir, el Atlético de Madrid no estaría en puestos de Champions League, ni seguiría al acecho del Barça, ni el conjunto rojiblanco sería segundo.
Su éxito, a su vez, es también el de su entrenador. Griezmann era otro tipo de jugador cuando llegó a la capital de España. Entonces, ya marcaba muchos goles (20 en su último año en la Real Sociedad), pero no era tan decisivo. Ni siquiera era delantero. Jugaba más pegado a la banda y sin tanta libertad. Porque ahora, definitivamente, se ha convertido en un atacante total, capaz de aparecer en la mediapunta o en cualquiera de los costados. Y jamás lo hace en balde.
Su influencia en el Atlético de Madrid es total. En Liga, Griezmann ha anotado en once partidos (y en siete de ellos su equipo ha ganado por tan solo un gol). Pero su importancia no es sólo en la competición nacional, sino también en la Champions, donde ha hecho cinco dianas (cuatro de ellas en las dos victorias ante el Galatasaray que le dieron el pase a octavos al conjunto rojiblanco).
Todo lo anterior pueden ser datos, victorias o goles. Da igual. Griezmann es mucho más. Es el heredero de Agüero, de Forlán, de Falcao y de Diego Costa. Es un gol cuando nadie se lo espera. El orgullo de la afición rojiblanca en el derbi. Fútbol, en definitiva. Un jugador con duende, cuantificable en datos, en cifras y quizás en millones de euros -se verá el próximo verano-, pero también la sonrisa de una afición tras un derbi. Palabras mayores, que dicen por ahí.