Está la cosa para que sea Benzema quien reflote al Madrid con la Champions y haya luego que correr a hacer una película o algo. A medida que se apilan portadas y sumarios judiciales, se le pone más cara de Han Solo emborrachándose en un rincón de la cantina de Mos Eisley, adonde van a buscarle Luke Skywalker y Obi-Wan Kenobi para que les ayude a salvar la galaxia. Y lo hace. Aunque para salir del club regentado por el wookiee Chalmun necesita un tiroteo. Tampoco a Benzema le resulta sencillo alejarse de la barriada lionesa de Bron Terillon, y va dejando, camino de la undécima (si eso es posible), un jugoso rastro de llamadas, negocios y pesquisas policiales.
Hay un tipo de genio para el que resulta imprescindible el sufrimiento de un reverso torturado. Sin él, nunca habrían podido producir ciertos pedazos de belleza. John Cheever, por ejemplo, a quien no había que arrancar del bar porque bebía en casa, escribió varios de los mejores cuentos del siglo pasado, que no habrían existido sin el reverso de sus diarios, donde anotaba con resignación las veces que no lograba alcanzar el mediodía sin tomarse antes la primera copa. O el tormento de convivir con su homosexualidad, su familia y su fe, todas vivas al mismo tiempo. También la angustia de las facturas sin pagar.
Cheever escribió largas épocas con la ruina pisándole los talones: "Nunca hemos sido tan pobres. No hemos pagado el alquiler, tenemos muy poco, relativamente poco, para comer: lengua en lata y huevos. Muchas facturas. Puedo escribir un cuento por semana, tal vez más", apuntó en sus diarios. También Benzema ha vivido gran parte de su estancia en el Real Madrid bajo la impaciencia de los acreedores del gol. El gol y la escritura son milagros poco industriales que enseguida despiertan el apetito de más. A Cheever le dolía no saltar del cuento a la novela. "Cuando Marion Shaw me dijo que Irwin escribe diecisiete páginas al día sentí inquietud". Y sobre 'Los desnudos y los muertos', de Mailer: "Me impresiona en particular su extensión".
Benzema, que no será pichichi, tiene en cambio el fulgor del escritor de cuentos. Y acumula suficientes enredos y deudas inexplicables como para que haya que ir a buscarlo a la cantina de Mos Eisley, de donde no saldrá intacto. Si al final reflota al Madrid de esta inanidad liguera de jugar por nada, no será fácil saber quién rescata a quién: si Benzema al Madrid, o al revés.