La mayor diferencia entre las dos semifinales de la Liga de Campeones ha sido que en una hemos terminado hablando de fútbol y en la otra de médicos. Quizá porque el partido del Madrid fue un leño y el del Calderón otra noche inolvidable para los colchoneros. O quizá porque sea reflejo del momento en el que se encuentran los dos clubs, vaya usted a saber.
El Atlético volvió a desplegar su rutina extenuante, que no por defensiva deja de emocionar por la coordinación y el esfuerzo que requiere. Por cierto que, frente a alabanzas que le llueven a Simeone desde todos los rincones, comienza a surgir alguna que otra voz disconforme con su concepción del fútbol. Como la de Allardyce, el entrenador del Sunderland, que señala que, aun con sus méritos, el Atlético no sería tan elogiado en Inglaterra. Más ácido ha sido el director de Sky Sports Italia, Fabio Caressa, que no ve en el estilo del Cholo sino el tan denostado catenaccio. “Se acabó el Mourinhismo y ahora llega el Cholismo...”
Si a mí me comparasen con Mourinho, me sentaría muy mal. Incluso me pensaría hacer lo que Nadal con Bachelot. No es que Simeone sea un Del Bosque de la vida en sus modales-que de vez en cuando la vena competitiva escapa de su control-, pero al lado del portugués es una hermanita de la caridad. Y con solo un gesto, sus jugadores y la afición cierran filas en torno a su general. Justo lo contrario que consiguió Mourinho en la ribera de Concha Espina: sembrar la semilla de una discordia que todavía merodea entre el madridismo. Es el sello que le acompaña y los frutos que produce. Un cortoplacismo inevitable y un legado inexistente.
El Bayern me impresionó por la cantidad de ocasiones que generó en el segundo tiempo con innumerables variantes tácticas. Ojalá me equivoque, pero el Atlético va a sudar tinta en el Allianz Arena. ¿Y el Madrid? Pues ya veremos si las células madre acaban marcando... Y en la Liga, el Barça se muestra imparable cuando juega contra 10, el Madrid ganó sin Cristiano donde Cristiano nunca ha marcado y el Atlético sigue sacando rentabilidad al 1-0 como ningún otro equipo que recuerde. Todo para que la vida siga igual. La tendencia apunta a que el equipo blaugrana ganará el campeonato de la regularidad pidiendo la hora.
Cambiando de deporte, me ha sorprendido la eliminación del Barcelona Lassa frente al Lokomotiv Kuban en la Euroliga. Ha sido esa extraña eliminatoria en la que un equipo domina con facilidad los partidos que gana y regala los que pierde en descuidos difíciles de explicar. Una lástima para el baloncesto español, que hace unos días daba la impresión de que iba a tener una presencia mucho mayor en la Final Four, y un recordatorio para los equipos españoles ante la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones. 90 minutos para no bajar la guardia ni un instante.