A los 31 años, el currículum de Michael Jordan mostraba un pleno inmaculado: tres presencias en las finales de la NBA y sus correspondientes tres anillos de campeón. Es exactamente la misma edad que muestra ahora mismo el carné de identidad de LeBron James. Con la salvedad de que el '23' 2.0 ha ganado tan sólo dos títulos, logrados de forma consecutiva con los Miami Heat (2012 y 2013), en sus seis presencias en las finales antes de la que nos ocupa.
Poco importa que él y sus respectivos equipos se hayan clasificado para las seis últimas eliminatorias por el título de la mejor liga de baloncesto del mundo. James parece llevar a cuestas dos maldiciones: la suya particular con las finales y la del deporte profesional en Cleveland, que no celebra un título desde 1964.
Sin embargo, todo podría cambiar a la séptima intentona este lunes (02:00, #0 y Canal+ Deportes). Los Cavaliers llegan al partido decisivo de las finales tras dos victorias seguidas ante los todopoderosos Golden State Warriors. Por obra y gracia de un LeBron James más dominador que nunca con el anillo (que sería el primero de su franquicia) en el horizonte. Por algo es el líder estadístico en puntos (181), rebotes (68), asistencias (51), tapones (13) y robos (16) de unas finales tan igualadas que muestran un doble empate: victorias (tres para cada equipo) y puntos (610 para cada uno).
Tras dos encuentros antológicos (41 puntos, 8 rebotes, 11 asistencias, 4 robos y 3 tapones en el sexto; 41-16-7-3-3 en el quinto), el rey de la NBA parece más decidido que nunca a cambiar la historia. Nadie ha remontado un 3-1 en las series por el título. Tampoco se ha logrado acabar con el equipo del MVP de la competición en un séptimo partido de playoffs las 18 últimas veces que se ha dado esta circunstancia. Pero si alguien puede hacerlo, ése es LeBron. Aunque sólo sea por sus inmensos deseos de olvidar la travesía por el desierto de los últimos nueve años.
2007: la primera derrota en las finales
Los Cavaliers remontaron un 2-0 en contra ante los Detroit Pistons para ser campeones del Este. Encumbraron a LeBron, si es que no lo estaba ya, gracias a un quinto encuentro antológico de su estrella. Llegaron a las finales con la moral por las nubes. Y con el rey de Cleveland, todavía con edad de príncipe (22 años), teniéndolo todo a favor para comerse el mundo.
El cuento parecía encaminado hacia el final feliz, pero nada más lejos de la realidad. Los San Antonio Spurs, con su trío estelar (Duncan, Ginóbili, Parker) en el momento culmen de su carrera, no dieron ni una opción a LeBron y los suyos. Les barrieron por un contundente 4-0, a pesar de los esfuerzos de los Cavs. Perdieron el tercer y el cuarto partido en casa por diferencias exiguas (tres y un punto), desprovistos de cualquier opción de triunfo en los dos encuentros disputados en Texas. La gloria tendría que esperar para 'El Elegido' de Akron, a quien Tim Duncan le adivinó el porvenir tras aquella dolorosa derrota: "Esta va a ser tu liga dentro de muy poco".
2011: la venganza de Dallas
Tuvieron que pasar cuatro largos años para que LeBron regresase a las finales. La espera fue muy dura, con Boston (por partida doble) y Orlando eliminando a los Cavaliers antes de que el anillo estuviese a su alcance. Tanto sufrió James que, en verano de 2010, decidió juntarse con Dwyane Wade y Chris Bosh en los Miami Heat, harto de no conseguir grandes logros con el equipo de su tierra.
'The Decision' sentó muy mal en Ohio. En un primer momento, incluso pasó factura al '23'. Porque los Dallas Mavericks, aún dolidos por la derrota ante los Heat en 2006, se cobraron su venganza. Con el mejor Dirk Nowitzki en las series por el campeonato, Miami acabó perdiendo el factor cancha favorable en seis partidos (4-2). Para la historia, además de unas finales cargadas de emoción y buen baloncesto, quedaron los pobres últimos cuartos de James, al que seguía acompañándole la etiqueta de perdedor.
2012 y 2013: el 'back-to-back' soñado
Haciendo honor al refrán, a la tercera fue la vencida para LeBron. Y le costó lo suyo, ya que los Heat volvieron a sufrir lo indecible ante los Boston Celtics en las finales del Este. Y, por si fuera poco, los Oklahoma City Thunder de Durant, Westbrook, Ibaka y entonces también Harden resucitaron los fantasmas del año anterior. Porque, tras siete duros partidos contra los Celtics, el rey y su corte comenzaron hincando la rodilla ante los Thunder en la batalla por el título.
Entonces, todo cambió. Miami no volvió a perder ningún encuentro en aquella serie, aun con el factor cancha desfavorable (4-1). Un James imperial (28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias de promedio) conquistó así su primer anillo de campeón, además como MVP de las finales. Lo logró con 27 años, uno menos que Jordan cuando festejó su primer campeonato en 1991.
Más costó repetir título al curso siguiente. Si los Indiana Pacers ya dieron guerra en la lucha por la supremacía del Este (4-3), los San Antonio Spurs no fueron menos. En un toma y daca constante, un triple de Ray Allen en el sexto partido para forzar la prórroga acabó dándole medio anillo a Miami, que no perdonó en el decisivo séptimo (4-3). Todos se preguntaron entonces si LeBron, de nuevo MVP, conseguiría enlazar tres títulos consecutivos.
2014: otra vez, los Spurs
Pues no, LeBron no logró el 'three-peat'. Los Spurs volvieron a cruzarse en su camino para impedírselo. Además, de forma contundente (4-1) y con Kawhi Leonard asegurando el relevo generacional en San Antonio. Ya importante en las finales del curso anterior, se convirtió en el Jugador Más Valioso (MVP) de aquella eliminatoria.
A pesar de los grandes números que consiguió James (28.2 puntos, 7.8 rebotes y 2 robos por partido), sus problemas físicos al inicio de la serie acabaron resultando fundamentales para el triunfo del Oeste sobre el Este. Gregg Popovich y sus chicos no se apiadaron en absoluto de los Heat, que tuvieron que consolarse ganando únicamente el segundo partido.
Perdieron el resto por una diferencia cercana o superior a la veintena de puntos, lo que supuso un nuevo giro argumental en la carrera de LeBron: el regreso a casa, a los Cleveland Cavaliers. Y todo el odio que pudo generar su salida en verano de 2010 se transformó, de nuevo, en amor.
2015: LeBron, solo ante el peligro
La plantilla actual de los Cavs es de mayor calidad que la de la primera etapa de LeBron en la franquicia. De Ilgauskas y Mo Williams de la vida a Kyrie Irving y Kevin Love hay un salto cualitativo importante, aunque no suficiente el curso pasado.
Las lesiones de Love e Irving llevaron a James a tener que luchar en solitario contra todos los elementos en las finales contra los Golden State Warriors. Personificó la identidad de los Cavs en exclusiva y acabó pagándolo caro (derrota por 4-2). De nuevo, las dudas, la ansiedad y el inexorable paso del tiempo volvieron a salir a relucir. LeBron había jubilado su cinta de pelo, pero no el gafismo en el último escalón hacia la gloria.
¿2016?
La historia siempre se puede cambiar. Y este año, LeBron parece más decidido que nunca a ser aún más legendario, ensombreciendo las gestas de los mejores Warriors de la historia. A diferencia de 2015, no está solo. Kyrie Irving le está acompañando a un nivel también sobrehumano (27.3 puntos, 4.3 asistencias y 3.5 rebotes de promedio en las finales). Además, los rebotes de Tristan Thompson (11.3 por encuentro) están resultando un factor clave en las finales. Y en cuanto a Kevin Love... bueno, digamos que no está estorbando tanto como parecía (17 puntos en el sexto partido).
Con sus más y sus menos (la aportación de los secundarios, por ejemplo), los Cavs tienen contra las cuerdas a Golden State. Y todo gracias a un LeBron James de nuevo sobrehumano. Con el mejor porcentaje anotador de todos los tiempos en partidos al borde de la eliminación (32.9 puntos de media), el rey está más cerca de unirse al club de Larry Bird, James Worthy o Dwyane Wade, entre otros. Es decir, el de los tres anillos. ¿Volverá a salir airoso de un séptimo encuentro de las finales, como hace tres años? El lunes saldremos de dudas.