La relación de Kevin Prince Boateng, nuevo jugador de la UD Las Palmas, con el fútbol es tan inconstante como su juego. A destellos, el ghanés ha paseado su clase por las mejores plazas, junto a las mayores estrellas del continente. Entre Alemania, Italia e Inglaterra, acumula casi 400 partidos en la élite y varios títulos, como el Scudetto cosechado en 2011 con el Milan.
Había aterrizado en San Siro un año antes, justo después de su excelente rendimiento en el histórico Mundial de Sudáfrica, en la que Ghana se convertía en la primera selección africana que alcanzaba los cuartos de final. Boateng por fin lograba hacerse un hueco en un 'grande', tras deambular por equipos sin posibilidad real de pelear por títulos, como el Hertha, el Borussia Dortmund antes de sus años de dominio en Alemania o el Portsmouth.
Tras aquella liga ganada junto a unos compañeros de lujo como Ibrahimovic, Thiago Silva, Nesta, Seedorf, Gattuso, o Inzaghi, el ghanés comenzó su particular travesía por el desierto futbolístico: lesiones, problemas extradeportivos y casos de indisciplina que lo condenaron a un ocaso prematuro, aún más ensombrecido por la eclosión de su hermano pequeño, Jerome Boateng.
A comienzos de 2012, en mitad de una irregular temporada plagada de problemas médicos, el jugador se encontraba de nuevo en la lista de bajas de los rossoneri. Nada nuevo. A sus 24 años, las lesiones le habían obligado a retirarse prematuramente de la selección ghanesa.
Antes del partido, el Milan adujo en un parte que existían razones médicas para que Boateng no formase parte del equipo. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, la explicación de sus constantes lesiones fue un exceso de sexo. "La razón por la que siempre está lesionado es porque tenemos sexo entre siete y diez veces a la semana", confesó su novia, Melissa Satta.
Más allá de si sus lesiones tenían un origen extradeportivo o no, el Milan decidió desprenderse de Boateng al año siguiente. El Schalke alemán lo acogió como a un galáctico, pero volvió a salir por la puerta de atrás después de dos años. En marzo de 2015, el jugador era apartado del equipo tras una derrota ante el Colonia.
"Creemos que no hay confianza y que no podrán ayudarnos en los dos partidos que nos faltan. Tras lo visto ayer y tras muchas discusiones, hemos decidido suspenderlos de inmediato", dijo entonces el director deportivo del club, Horst Heldt, en referencia a Boateng y a Sidney Sam. El ghanés no volvió a jugar hasta ocho meses después, ya de vuelta en San Siro.
Ahora, tras un año en el que apenas ha tenido continuidad, Boateng quiere resarcirse en Gran Canaria de sus últimos malos años, en los que no ha podido volver a demostrar la calidad que atesora. A sus 29 años, si la cabeza y el físico se lo permiten, liderará a un equipo de leyenda.