El Espolón del Jiso, sobre el valle cántabro de Liébana, es un imán para los alpinistas españoles. Visible desde los alrededores de Potes, alcanza 2.184 metros; figura entre las cinco rutas clásicas de Picos de Europa “y también entre las grandes rutas clásicas de España”, como comenta a EL ESPAÑOL Sebastián Álvaro, el célebre montañero que dirigió el programa ‘Al filo de lo imposible’ en RTVE.
El informe que prepara sobre el accidente del lunes el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil (GREIM) quizá nunca se haga público, y es muy probable que nunca se sepa a ciencia cierta el motivo del accidente del lunes en El Jiso, pero entre los grandes especialistas españoles en montañismo (que mantienen estrecho contacto con el GREIM) hay una convicción y dos hipótesis.
La convicción es que nunca pudo tratarse de una imprudencia, dada la acreditada sensatez y larga trayectoria del líder de la expedición, Fernando Casquero, 46 años, expresidente de la Agrupación Montañera Zamorana y maestro de alpinistas. Las hipótesis son dos: o bien hubo un desprendimiento, o bien alguien resbaló en la parte final y más fácil de la escalada y arrastró inexorablemente a sus dos compañeros, unidos todos por una cordada, sin que existiesen seguros (anclajes) para evitar la tragedia: “La montaña los llamó y la montaña se los llevó”, como expresó el padre de uno de los fallecidos mientras esperaban el rescate de los cadáveres en Potes (finalmente concluido este jueves en medio de una fuerte ventisca).
Rutas más fáciles y menos seguras
“Ahora se han abierto rutas súper aseguradas”, explica Álvaro, “con seguros cada pocos metros”. “Mucha gente, chavales jóvenes, atletas y fuertes, escalan rutas mucho más difíciles que las clásicas, con niveles de hasta 9-A o 9-B, pero son vías aseguradas, sin riesgo. Las clásicas tienen el problema de que si te caes, te matas. Hay pocos seguros y tienes que buscarte la vida”.
La ruta del Espolón de Jiso, una de las más agrestes de Picos de Europa, tiene aproximadamente 1.000 metros de escalada. “600 son difíciles, luego hay unos 350 metros de ‘trepada’ sencillita, con pasos de nivel 3 o 4”. Todo indica que los montañeros zamoranos pasaron la parte difícil y se cayeron en la zona sencilla, donde presumiblemente iban juntos, unidos por cordadas de unos 50 metros, sin asegurarse. “Si se cae uno, a no ser que se pare en los primeros metros, arrastra a los otros irremediablemente”, afirma a EL ESPAÑOL Álvaro: “Es un cuerpo de 80 kilos cayendo al vacío, si se te va un tío dos segundos y no hay seguro de por medio, estás perdido”.
Las rutas clásicas, además de por su belleza y leyenda, tienen la particularidad de ser menos visitadas por esta escasez de seguros, como explica a su vez Joan Garrigós, presidente de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada, que perdió un amigo en la misma ascensión cántabra hace algunos años. “No todas las rutas clásicas están aseguradas”, afirma, “y algunos de los seguros que hay no están bien puestos, hay que ir poniéndolos”. “La primera impresión que tuvimos todos”, prosigue el dirigente, “es que pasó algo que suele ocurrir muchas veces: al final del itinerario, en la parte más asequible, escalan todos al mismo tiempo, sin asegurarse en ningún punto fijo. Se llama ascender ‘en ensemble’, se hace cuando se entiende que ya no hace falta asegurarse. Pero en esa situación un resbalón o tropiezo es trágico, porque es imposible que la gente aguante, te arrastra”.
Garrigós, no obstante, otorga “absoluta verosimilitud” a la posibilidad de que estableciesen un punto de reunión en una repisa o saliente de la roca y este se rompiese, según unas declaraciones del teniente Pablo Villabrille al Diario de León. Los alpinistas cayeron 195 metros.
Fernando Casquero Fernández era un experto alpinista, especialista en piedra y hielo, uno de los montañeros más brillantes de Castilla y León, con ascensiones en Sudamérica (Huascarán, Alpamayo, Yerupaja, Condoriri, Wuana Potosi), África, los Alpes o Noruega. Los dos jóvenes escaladores, también zamoranos, que lo acompañaban en la expedición eran Daniel Camarzana González, de 21 años, y Rubén González, de 19, ambos con amplia trayectoria deportiva: Camarzana había practicado el piragüismo hasta ser campeón de España en categorías inferiores y González, según compañeros de agrupación, tenía una magnífica formación.
Casquero había vivido una experiencia durísima hace unos años en la cara norte del Cervino, una de las montañas más famosas de Los Alpes, con su compañero Ramón Cifuentes. Atrapados en un hueco con pésimas condiciones climatológicas y terreno descompuesto, sufrió congelaciones que le hicieron temer por su vida. Su sueño, no obstante, era abordar un ‘ochomil’. Queda para la próxima vida. “En una asociación tan pequeña y familiar, sus fallecimientos han caído como una losa”, dijo el jueves José Tomás Santiago, el presidente de la Agrupación Montañera Zamorana. “Ahora intentamos sobreponernos para estar fuertes y apoyar a los familiares, pero ha sido una catástrofe para nosotros. Una catástrofe que no se puede cuantificar”.