El juez encarcela a Villar y desata el pánico en las federaciones territoriales
El descabezamiento de la RFEF infunde terror en otras federaciones dirigidas en general por personas de su generación tras décadas de poder. Al menos siete han sido ya registradas por la Guardia Civil. El auto de prisión es demoledor sobre su corrupción y complicidad con el 'villarato'.
21 julio, 2017 03:48Noticias relacionadas
La prisión incondicional de Ángel María Villar y Juan Padrón, el dúo que gestionó el fútbol español durante tres décadas, produce felicidad en sus enemigos y terror en sus aliados: precede al desmantelamiento de la red autonómica "de clientelismo" que llevaba en boca de todos mucho tiempo, pero que hasta ahora nunca pudo ser demostrada (ni siquiera puesta en jaque) por la Justicia o los miles de periodistas deportivos que han trabajado en España desde 1988, el año que aterrizó en la entidad el todavía presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF).
El sistema explica en parte la larga permanencia de Villar al frente del deporte más popular en España y presenta una sintomatología diversa. Por ejemplo, que una ciudad como Zaragoza no acoja un partido internacional desde 2003 y Gijón, con un estadio más pequeño que La Romareda, haya albergado cuatro partidos en este periodo (Aragón es una de las tres territoriales enfrentadas a Villar, junto con Andalucía y Galicia); o que algunas comunidades autónomas tengan muchos más campos de fútbol que otras. O que algunos presidentes territoriales, pero no todos, facturasen con sus empresas trabajos a la RFEF o eligiesen sistemáticamente las ofertas más caras para desviar dinero a cuentas particulares. Que Villar, como recoge el auto de prisión, diese dinero a federaciones como la cántabra, murciana, ceutí o madrileña (entre otras) para asegurarse su respaldo elección tras elección.
La guerra larvada en el fútbol español desde que Villar derrotase a Gerardo González en 2004, recrudecida en los últimos años por el empuje de Javier Tebas al frente de los clubes profesionales, delineó un paisaje de amigos y enemigos en el que la principal baza para seguir en el poder federativo, el mandato obligatorio, era conservar la lealtad de los presidentes autonómicos.
Registros y desconcierto
La fidelidad, según la Guardia Civil y la Fiscalía, se aseguraba con ventajas económicas. 72 horas después del arresto de Villar, hay ya siete federaciones territoriales registradas por la Guardia Civil en busca de pruebas de corruptelas varias: Andalucía, Comunidad Valenciana, Baleares, Las Palmas, Tenerife, Ceuta y Melilla y Extremadura. “Hay mucho desconcierto y mucho miedo”, reconocían fuentes de la Federación (que exigen el anonimato) a este periódico aún antes de conocerse la prisión incondicional de su presidente, imputado por cinco presuntos delitos: administración desleal, apropiación indebida, estafa, falsedad documental y corrupción entre particulares.
Los presidentes de estas entidades regionales pertenecen a la generación de Villar (aproximadamente) y tienen un perfil similar: burócratas con largas trayectorias en el poder, a quienes Villar probablemente concedió muchas más dádivas de las que se reservó para sí mismo, como insisten machaconamente desde el entorno de un hombre a quien el FBI no pudo encausar por nada cuando ‘limpió’ la cúpula de la FIFA en 2015 pero que siente ahora todo el peso de la ley y de la opinión pública sobre sus espaldas.
Visto con perspectiva, el brete de los Villar y el empeño del Gobierno por apartarle definitivamente del poder (ya ha instado su inhabilitación al Tribunal Administrativo del Deporte) es el reflejo nacional del terremoto ‘FIFAgate’: cuando Blatter fue apartado, Villar se quedó sin guardaespaldas que parase los intentos del poder público por acotar su poder. La amenaza implícita (cuando no explícita) de dejar a España fuera del fútbol internacional detenía cualquier intento de escrutinio. El escalón siguiente será el autonómico, “necesitado de una renovación urgente y donde las cosas se hacen con mucho sigilo y ocultación desde hace muchísimo tiempo”, según un alto cargo del Consejo Superior de Deportes, que apostilla: “Se lo han llevado a manos llenas”.
"Proteger a los suyos"
Fuentes muy próximas al todavía presidente reconocen que una de las razones por las que Villar no se jubiló el año pasado, después de siete mandatos y 28 años, fue la protección de los ‘suyos’ ante el afán del Consejo Superior de Deportes y Miguel Cardenal por fiscalizar unas instituciones “podridas” en una época alérgica a cualquier chanchullo en el mundo del fútbol y el deporte, en general.
Los cuatro arrestos habidos hasta el momento y las tres órdenes de prisión incondicional son apenas la punta del iceberg de un ecosistema rancio y putrefacto: el “tinglado enorme” que según fuentes de la investigación tenían montado en la RFEF para el enriquecimiento personal de múltiples dirigentes afecta de lleno a mandatarios territoriales, que a cambio de su voto sacaban tajada con dobles sueldos (prohibidos) y mediante empresas propias (de viajes, como en el caso de Valencia y Ceuta, de transporte, imprentas) que facturaban trabajos a sus respectivas federaciones: una auténtica "mafia", a decir de las citadas fuentes, donde se aprovechaban también los derechos comerciales de la selección española para obtener lucro ilegal.
Guardia Civil y Fiscalía trabajan a destajo para justificar la magnitud y publicidad de su operación probando que la corrupción comenzó hace muchos años y tenía continuación en las federaciones autonómicas: sobresueldos, vista gorda permanente, cuentas particulares, comisiones, facturas infladas, sociedades que facturaban servicios inexistentes a las territoriales y a clubes… “Un cachondeo de muchos años, aunque pongo mi mano en el fuego por Villar personalmente” (en palabras de otro empleado federativo), en el que la ‘cabeza pensante’ era Juan Padrón, vicepresidente económico de Villar y presidente de la federación tinerfeña, hijo ilustre (por ahora) de la isla, que también dormirá en prisión: un hombre por cuya inocencia ninguna de las fuentes consultadas por este periódico, ni siquiera entre sus colaboradores, pone la mano en el fuego.
El momento es propicio para que colectivos críticos ‘tapados’ durante años eleven su voz en petición de transparencia. La asociación Fútbol Riojano Unido (FRF) pidió este jueves a la Federación Riojana de Fútbol que aclare sus cuentas, puesto que "lleva siete meses sin responder a un requerimiento sobre su contabilidad en 2015-2016". Es sólo un ejemplo de las numerosas organizaciones que piden ya justicia en las diferentes comunidades autónomas ante el siguiente párrafo demoledor del auto de prisión: “En el ámbito de la Real Federación Española de Fútbol, Federaciones Territoriales y organismos vinculados a ellos como la Fundación y MUPRESFE, presumiblemente con conocimiento y consentimiento de los principales dirigentes de esos organismos y con la voluntad de enriquecerse y/o favorecer el enriquecimiento de terceros a costa del patrimonio de dichas asociaciones, Ángel María Villar creó un entramado que ha permitido la desviación de fondos (tanto públicos como privados) de dichas asociaciones a sociedades vinculadas, estableciendo asmismo un clientelismo tanto en la contratación del personal [...] como en la presunta adjudicación arbitraria de contratos”.
Vacío de poder
Tras tres décadas de poder casi omnímodo, el vacío de poder que deja Villar produce espanto en la estructura federativa regional. A la espera de que el Gobierno inhabilite al presidente encarcelado, los diferentes actores del fútbol nacional pactan una salida a otro vacío, el legal, derivado del hecho de que la Operación Soule explotó dos días antes de que se formalizase la nueva Junta Directiva salida de las elecciones de mayo (en las que Villar no tuvo finalmente rival tras la retirada de Jorge Pérez).
Marcelino Maté, el favorito de las territoriales, es el mejor colocado para liderar la transición, dado que Luis Rubiales, de 39 años, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y ‘delfín’ de Villar, es visto con recelo por los jerarcas autonómicos y está lastrado a medio plazo por su cercanía con el presidente caído.
Los amigos de Villar defendían su inocencia, pero la prisión incondicional atenúa su énfasis y produce escalofríos en diversas comunidades autónomas (nadie lo dice en público, como es ya habitual). Hasta José María García, que le considera el dirigente más honesto que haya tenido el fútbol patrio, reconoció en una entrevista con este periódico que Villar no se retiró el año pasado por lealtad a los ‘suyos’ (“No puedo irme. No puedo dejar tirados a los míos”). “Quiero creer que con ello no pretendía decir que si viniera otro podría levantar las alfombras", dijo el veterano periodista. "Es verdad que se puede pecar por acción o por omisión, pero si ha permitido lo que se está diciendo, sería igualmente culpable".
La prisión incondicional decretada por el juez Pedraz marca un punto de inflexión ineludible en la historia del fútbol español. Los registros inmediatos efectuados en las federaciones territoriales desvelaron el interés de las autoridades por evitar la destrucción de pruebas y descubrieron un secreto a voces: la red clientelar que había funcionado impunemente en las federaciones territoriales desde hace muchos años para mantener el régimen conocido como 'villarato'.