Yuri Kawauchi, el conserje de instituto que ha ganado el Maratón de Boston
El atleta japonés amateur derrotó a los profesionales en la Maratón de Boston. Entrena en sus ratos libres y consigue bajar de las dos horas y media.
17 abril, 2018 12:54Noticias relacionadas
- Callum Hawkins colapsa en pleno maratón y nadie le ayuda pero le sacan fotos
- Jennifer Pareja: "Era necesario que una empresa como Iberdrola se implicase para demostrar que el deporte femenino interesa"
- Un corredor de 29 años sufre una parada cardíaca en la Media Maratón de Madrid
- Dos entrenadores franceses de atletismo, investigados por abusos sexuales
- Carlos Sainz, el gran amor de su vida y otras cosas que no sabías
- Usain Bolt hace un caño y mete un gol con el Borussia Dortmund
- Kluivert 'regatea' a Maradona negándole el saludo en un evento
- Usain Bolt ya entrena con la camiseta del Borussia Dortmund
- Movistar monitorizará con IoT a corredores del Medio Maratón de Madrid
Yuri Kawauchi no acepta patrocinadores, acude sólo a las pruebas que él quiere –o a aquellas que le invitan (le pagan viaje e inscripción)–, trabaja de conserje en un instituto de Saitama y corre por diversión. No lo hace para ganar fama ni dinero. Eso le da igual. Su objetivo es disfrutar. Nada más. Por eso se ha convertido en el ‘runner’ con mayúsculas, en la inspiración de cualquier corredor popular. Y, desde hoy, en una deidad. ¿La razón? El atleta japonés amateur se impuso a todos los favoritos para hacerse con la victoria en la Maratón de Boston. “Nunca sabes qué va a pasar. Sinceramente, no creo que hubiera una sola persona que pensara que yo iba a entrar en la meta el primero”, reconocía, entre risas, pero también fatigado, al terminar la carrera.
Retweeted Run4Fun (@_r4fun_):
— † Seven Warrior † (@MarcoLibrero) 16 de abril de 2018
➡️Yuki Kawauchi:
-Conserje de escuela.
-No quiere sponsors.
-No tiene entrenador.
¡Ganador de la maratón de Boston! pic.twitter.com/lKuQ81ePpY
Su historia podría ser la de cualquier corredor popular. Yuri Kawauchi (Setagaya, Tokio, 1987), el mayor de tres hermanos (Yoshiki y Kori, también maratonianos), intentó ser profesional. Tenía maneras, la fuerza mental necesaria y la voluntad. Sin embargo, la muerte de su padre y algunas lesiones lo apartaron del camino. Pero lo retomó poco tiempo después. A los 21 años, ganó una plaza de conserje en un instituto de Saitama (norte de Tokio) y volvió a comprarse unas zapatillas para salir a ‘rodar’. Hizo 5, 10, 22 y 42 kilómetros; lo que fuera. Se preparó a conciencia y regresó. Se apuntó a una maratón. Y a otra. Y a otra. Y a otra. Y a otra más. Sumó recorridos, marcas y se ha convertido en una de las atracciones de las carreras populares.
Lo suyo no es común. Mientras los profesionales recomiendan hacer dos o tres maratones al año –es lo que dicen también los médicos–, él ha completado ya 81. Hace doce o trece por temporada, y de ellas ha corrido 78 por debajo de los 2:20. Una barbaridad. En Boston, en su última prueba, completando el recorrido en 2:15:58 debido a las condiciones meteorológicas –el tiempo más lento desde 1973–, dejando en la cuneta a todos los favoritos: Rupp, Desisa, Geoffrey Kirui, Lemu… Y llegando a la meta el primero, levantando las manos y consagrándose como el héroe del corredor popular.
“Esto lo hago por diversión, por la libertad que me da, por eso sigo y sigo hasta que no puedo más”, ha reconocido en más de una ocasión. Y lo cierto es que lo hace muy bien. Ha sido sexto en Nueva York, noveno en Londres, décimotercero en Berlín (la maratón más rápida del mundo), tercero en Tokio, vencedor en Oita… Su mejor marca (2:08.14) la consiguió en Seúl 2013. ¡Y hasta ha participado en tres Mundiales: Daegu, Moscú y Londres!
Esta es la historia de Kawauchi, un tipo cualquiera, que se levanta por la mañana, se ata las zapatillas y sale a correr antes de acudir al instituto. Allí, apunta los kilómetros que acumula al mes (unos 600) y cuenta sus viajes (o aventuras) a los alumnos. Se ha convertido en una deidad, en el conserje Willy Fog que da vueltas al mundo corriendo. Es un ídolo. “Soy feliz porque los corredores me consideran un compañero que no corre por dinero”. Y así pasa sus días, sin más ambición que la de despertar cada mañana, entrenar, comprar billetes, seguir disfrutando y descansar. Sí, también le da tiempo a eso. Es humano, aunque no lo parezca...