El Tour de la sospecha: Froome busca su quinta victoria tras el positivo en la Vuelta
Con su polémica participación tras su falso positivo por salbutamol, el británico es el máximo favorito y opta a entrar en el grupo de pentacampeones de la vuelta francesa.
5 julio, 2018 02:34Noticias relacionadas
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Chris Froome podrá correr el Tour de Francia y es, por lo tanto, el máximo favorito. Él ya sabía que su caso iba a quedar aparcado. Lo dijo en una entrevista a Sky News el 28 de junio y lo lleva repitiendo desde entonces. Este lunes lo confirmó la Unión Ciclista Internacional (UCI) tras absolverle del presunto dopaje con salbutamol en la última Vuelta a España y unos minutos después Christian Prudhomme, director de la empresa organizadora de la carrera francesa, lo ratificó en una entrevista a France Info.
Así que este 7 de julio estará en la línea de salida de Noirmoutier-en-l'Île. Desde ese día, y hasta el 29 de julio, luchará por vestir el maillot amarillo y así entrar en el selecto grupo de pentacampeones del Tour. Aunque como último ganador del Giro y de la Vuelta es la referencia de la carrera, este año lo tendrá más difícil que nunca para volver a subirse a lo más alto del podio en París.
Por un lado, muchos aficionados siguen en contra de su participación, y eso puede repercutir en su estado de ánimo. Además, todo el ruido que ha generado la resolución de su caso —el domingo Prudhomme dijo que le excluiría de la carrera— puede haberle impedido concentrarse en una carrera en la que un despiste puede dejarte fuera de la lucha por la general.
Por otro lado, a sus 33 años Froome ha perdido algo de fuerza con respecto a 2015 ó 2016, cuando dejó a Romain Bardet (AG2R), segundo clasificado de esa edición, a más de cuatro minutos. Este año en el Giro de Italia ya mostró altibajos. En algunas etapas se quedaba descolgado con facilidad, aunque en otras, como en la 19º, sorprendió a todos sus rivales con un histórico ataque a 80 kilómetros de meta.
El esfuerzo del Giro siempre pasa factura. Por eso el doblete Giro-Tour es tan complicado. Nadie lo ha conseguido desde hace 20 años. Y, aunque Froome irá rodeado de un equipo fortísimo construido a su medida, con Geraint Thomas y Michal Kwiatkowski como gregarios de lujo, enfrente tendrá a ciclistas de primer nivel que se han preparado a conciencia para esta prueba.
En primer lugar están Rigoberto Urán (EF) y Bardet, que le acompañaron el año pasado en el podio. Pero Froome tiene además una lista inmensa de rivales: la nueva tricefalia de Movistar (Nairo Quintana, Alejandro Valverde y Mikel Landa), el "tiburón" Vicenzo Nibali (Bahrain-Merida), su excompañero Richie Porte (BMC), Tom Dumoulin (Sunweb)... Será un todos contra uno en el que Froome intentará repetir el amarillo que ya vistió en París en 2013, 2015, 2016 y 2017 y encadenar cuatro grandes vueltas seguidas (Tour-Vuelta-Giro-Tour), algo que nunca nadie ha logrado.
El quinto Tour es una motivación especial para Froome. El último que alcanzó -y superó- esa cifra fue Lance Armstrong, pero sus siete Tours consecutivos entre 1999 y 2005 ya no están en su sala de trofeos. Los perdió cuando la UCI anuló todas sus victorias desde 1999 por haber usado EPO, testosterona y transfusiones de sangre para mejorar su rendimiento en las carreras.
Solo cuatro personas han logrado, sin perderlas después, cinco victorias en la Grande Boucle: Miguel Induráin (1991-1995), Bernard Hinault (1978, 1979, 1981, 1982, 1985), Eddy Merckx (1969, 1970, 1971, 1972, 1974) y Jacques Anquetil (1957, 1961, 1962, 1963,1964). Todos ellos, menos Hinault, sufrieron durante sus carreras la sombra del dopaje.
Miguel Indurain y su falso positivo en 1994
El ciclista español preparaba su quinto Tour cuando saltó la noticia: había dado positivo en un control antidopaje en el Tour de l’Oise que se había corrido cien días antes. El comunicado lo publicó la Federación Francesa de Ciclismo, que exigió rápidamente una sanción.
El positivo era el mismo que estos meses ha provocado la polémica en torno a la participación de Froome: el salbutamol, un medicamento que se utiliza para aliviar los síntomas del asma y abrir los bronquios. Indurain, como Froome, era asmático. La federación francesa insistió en que era una sustancia ilegal y que, por lo tanto, se había dopado.
“Todo esto es una movida un poco raro”, declaró entonces Induráin. “Siempre me he limitado a cumplir con el reglamento. Tomé Ventolín y así lo declaré. Hace años que lo tomo”. En seguida, Indurain fue apoyado por la UCI y por el Comité Olímpico Internacional (COI), puesto que el broncodilatador está permitido bajo prescripción médica y siempre que no supere ciertas dosis.
Bernard Hinault, el crítico
Bernard Hinault nunca dio positivo en ningún control antidopaje y es una de las voces en contra de la presencia de Froome en el próximo Tour de Francia. Lo ha dicho varias veces. La última, en una entrevista con Ouest France donde animó al pelotón a bajarse de las bicis si el ciclista de SKY se presenta en la línea de salida el próximo 7 de julio.
Para el ex ciclista francés, el problema es que el pelotón está siendo "demasiado bueno" e incoherente: "Hemos condenado a otros, todos estaban de acuerdo, y a él no lo condenamos porque dicen que fue un control anormal. (...) A Contador se le sancionó por lo mismo, pero Froome puede irse de rositas".
Aunque Hinault cree que la cantidad de salbutamol por la que Froome dio positivo en la Vuelta a España "no sea mucha y quizás no sea eso lo que le hizo ganar, esa dosis está prohibida". En la entrevista, Hinault insistió en que "las reglas son las mismas para todos".
Por su parte, SKY, el equipo de Froome, contestó con un comunicado en el que aseguraba que las declaraciones de Hinault son "incorrectas e irresponsables". Para el equipo británico, "Chris [Froome] no ha dado positivo", sino que hubo un "hallazgo analítico adverso en un medicamento recetado para el asma", la misma explicación que dio la UCI cuando le absolvió el lunes.
Eddy Merckx, sancionado en el Giro
Eddy Merckx es considerado por muchos como el mejor ciclista de toda la historia. Nunca corría para quedar segundo. Disputaba cada etapa, cada montaña, cada kilómetro. “Si no, no habría podido mirarme al espejo”, dijo en una ocasión.
El 30 de mayo de 1969 luchaba por su segundo Giro. Ese día había destrozado a sus rivales en la contrarreloj y se había hecho con la maglia rosa. Al día siguiente, en Savona, dio positivo por anfetaminas en el habitual control de orina. Perdió entonces toda posibilidad de revalidar el título y tuvo que abandonar la carrera. Antes, llorando, se defendió ante la prensa: “No sé cómo ha podido pasar esto. He pasado ya 17 controles y nunca he dado positivo. Yo soy un ciclista limpio, no necesito tomar nada para ganar". Su equipo le apoyó y dio una explicación un tanto extraña para defender su inocencia: "Alguien le ha echado anfetaminas en el bidón de agua".
Merckx siempre estuvo en contra de los resultados del análisis por el que dio positivo. Él mismo se presentó voluntariamente al día siguiente para que le tomaran nuevas muestras. En esas estaba limpio. No obstante, asumió la sanción de la UCI con una condición: el castigo solo sería de dos meses. Perdería el Giro, pero podría participar en la próxima carrera francesa. Ese fue el primero de sus cinco Tours (1969, 1970, 1971, 1972, 1974). Merckx también tuvo tiempo de llevarse cuatro Giros (70, 72, 73, 74) y una Vuelta a España (1973). Además, aún ostenta el honor de ser el ciclista con más victorias de etapa en la Grande Boucle: 34.
Jacques Anquetil: “Sí, me he dopado”
Anquetil era muy distinto a Merckx y más parecido a Froome: solo se esforzaba cuando hacía falta. Era un calculador, pero también un provocador. “De qué vale ganar por dos minutos de ventaja si se puede ganar por dos segundos”, respondía cuando le echaban en cara sus mediciones.
Su primer Tour lo ganó en 1957, a los 23 años, en su debut en la gran carrera francesa. Sacó 15 minutos de ventaja al segundo clasificado. Después, repitió su victoria en 1961, 1962, 1963 y 1964. Pese a su dominio absoluto, los franceses preferían a su compatriota Raymond Poulidor, que derrochaba energías para caer luego derrotado.
En 1965 Anquetil no volvió a presentarse a la Grande Boucle, porque prefirió lograr algo que parecía imposible: batir a Poulidor en la Dauphiné Liberé, una carrera de una semana por los Pirineos, y, a la noche siguiente vencer en la Burdeos-París (600 kilómetros sin pausa). La última etapa de la Dauphiné terminó poco antes de las cinco de la tarde del 29 de mayo de 1965. Después de recibir el premio y de unos masajes, se subió a un avión rumbo a Burdeos. La salida era a las 2 de la mañana.
A los 200 kilómetros se bajó de la bici. Llovía, tenía dolores de estómago. Rafael Geminiani, el director de su equipo, se acercó a él para decirle que se había equivocado, que era verdad que era humano, como el resto. Anquetil no pudo aceptar esa comparación. Se subió de nuevo a la bici y unas horas después el Parque de los Príncipes le recibió en cabeza de carrera. Había completado los 600 kilómetros en 15 horas y tres minutos.
Pero la historia del primer pentacampeón del Tour no se entiende sin los cuatro artículos que escribió para la revista France Dimanche durante el Tour de 1967. El segundo se titulaba “Sí, me he dopado”. En esos artículos, y después, Anquetil reconoció haber usado drogas. “¿Usted cree que se puede ganar el Tour a base de glucosa?”, le espetó a un ministro francés. “Sólo un idiota se puede imaginar que se puede hacer una Burdeos-París a base de agua. Los corredores tienen el mismo derecho a tratar sus dolores que un profesor de Geografía”. A pesar de sus declaraciones, nadie le quitó sus maillots.