Los informes policiales dicen que en la última semana ha asaltado la casa de su vecino en Mallorca y que estranguló a una prostituta en Frankfurt (Alemania). También que, cuando iba a ser puesto en libertad el viernes, sufrió un ataque de pánico que le obligará a ingresar en un psiquiátrico. Pero eso son solo los últimos hechos. Detrás hay razones y un pasado.
Hace unos días, el 6 de agosto, Jan Ullrich, exciclista profesional y único ganador alemán del Tour de Francia (1997), concedió una entrevista a Bild en la que intentó defenderse de las primeras acusaciones. Según su versión de los hechos, él solo entró en la casa del cineasta Til Schweiger para hablar con él. Ellos estaban celebrando una fiesta. Alguien "perdió el control" y "saltó hacía mí con una patada de kung-fu". Después vinieron la Policía y la detención y la orden de alejamiento.
Schweiger y Ullrich se conocen desde hace años. Los dos veranean en el barrio mallorquí de Establiments. Sus hijos jugaban juntos, pero su relación se fue distanciando. "Cuando lo dejó con su mujer [este invierno]", contó Schwieger en Bild, "comenzó a tomar anfetaminas y me decía que solo dormía dos horas. Empezaba a tomar cerveza a las 6 de la mañana y seguía durante todo el día. También me dijo que tenía una receta para tomar cocaína porque era menos dañina que las anfetaminas".
Un punto de partida
Ullrich también puso el punto de partida de su descenso al infierno en la separación con su mujer —"la distancia con mis hijos, a los que no he visto desde Navidad y con los que casi no he hablado, me han llevado a hacer y tomar cosas de las que me arrepiento mucho"—. Él, aunque se defendió diciendo que no era adicto, pidió ayuda. Dijo que se marchaba a Alemania, que pediría perdón a Schweiger, que se sometería a una terapia de desintoxicación.
Pero los cambios no se hacen de un día para otro. En cuanto se enteró de su situación, Lance Armstrong, su máximo rival, le llamó para interesarse por él. Se ofreció para viajar a Europa con su médico, para hablar con él si lo necesitaba, porque una terapia así necesita tiempo. No le dio tiempo a llegar. Este viernes Ullrich estaba otra vez en prisión.
El exciclista alemán había agredido a una prostituta en el hotel en el que estaba alojado. Ella fue la que avisó al personal del establecimiento y desde allí se llamó a la Policía. Cuando llegaron para detenerle, Ullrich estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. Durante las horas siguientes no estuvo en disposición de ser interrogado por la Policía y, cuando pudo hacerlo, se negó a declarar. A media tarde se dictó su puesta en libertad, pero ante su estado se procedió a su ingreso en una unidad psiquiátrica. "Su estado de salud será evaluado por especialistas", comentó el portavoz de la policía de Frankfurt.
Un pasado turbulento
Ullrich irrumpió en el mundo del ciclismo en 1994 con un tercer puesto en el Mundial de Contrarreloj. En 1996, con 22 años, debutó en el Tour de Francia y acabó segundo, solo por detrás de Bjarne Riis, su jefe de filas en Telekom. Doce meses después se vistió de amarillo, pero nunca más consiguió revalidar el título. Siempre quedaba por detrás de Armstrong.
Como el americano, Ullrich fue acusado de dopaje. Y, en 2006, tras el escándalo de la Operación Puerto, fue vetado por la organización del Tour. Después fue expulsado de su equipo. Él negó las acusaciones, aseguró que conocía a Eufemiano Fuentes pero que no había tomado ninguna sustancia prohibida.
En 2013, una semana antes de que comenzase la 'Grande Boucle', contó la verdad. "Sí, utilice los tratamientos de Fuentes. Casi todo el mundo tomaba en esa época sustancias dopantes. No tomé nada que los otros ciclistas no tomaran. Lo que hice no es engañar porque para mí la trampa empieza cuando tienes alguna ventaja sobre los demás. Ese no era el caso. Lo que yo quería era tener las mismas oportunidades que mis rivales".
Problemas con la bebida
Ullrich fue sancionado con dos años de suspensión y la retirada de todos sus resultados deportivos desde 2005. Se había retirado en 2007. Desde entonces ha tenido problemas con la bebida.
Lo dicen los hechos. En 2002 estrelló su Porsche contra un estacionamiento de bicicletas y unos meses después dio positivo por anfetaminas. En 2014 hirió a dos personas tras un accidente mientras conducía en Suiza. En el control policial superó las tasas permitidas de alcohol.
Es una espiral de la que no ha conseguido salir. Sí lo logró David Millar, el exciclista británico que también fue sancionado por dopaje y se refugió en el alcohol hasta que su hermana le obligó a salir. "Yo no pude parar solo", confesaba este sábado en Twitter. "El daño es real y necesita ayuda. Espero que sus amigos y su familia puedan ayudarle a salir".