Hubo un tiempo en que las ciudades se 'mataban' por organizar los Juegos Olímpicos. Tanto los de verano como los de invierno reunían a los mejores atletas del mundo, además de ser espectáculos multimillonarios. Poder organizar unos JJOO era sinónimo de grandeza, poder y dinero, pero todo esto ha cambiado con el paso de los años.
Atrás quedaron esos tiempos en los que muchas ciudades 'morían', empleando todos sus recursos, para poder ser sede de uno de los mayores eventos deportivos del planeta tierra. Quién no recuerda a Madrid y la famosa frase de Ana Botella 'relaxing cup of café con leche'. La capital de España se presentó como ciudad candidata hasta tres veces sin suerte alguna. Londres, Río de Janeiro y Tokio se impusieron por delante para celebrar los JJOO de 2012, 2016 y 2020 respectivamente.
El último ejemplo de que las ciudades rechazan los Juegos Olímpicos ha sido el municipio canadiense de Calgary, donde se celebró un referéndum sobre la posibilidad de presentar una candidatura para organizar los JJOO de invierno de 2026. El resultado fue un 'no' por parte de su población. A ellos se sumó Sion (Suiza), Graz (Austria), Sapporo (Japón) y Erzurum (Turquía), que también cayeron como ciudades candidatas.
Las razones para negarse a albergar los JJOO
Los Juegos Olímpicos han dejado de ser atractivos, tanto para las pequeñas como grandes ciudades. Y esto es un hecho irrefutable. La principal razón, entre muchas otras, es el principal esfuerzo que hay que hacer en cuanto a lo económico se refiere.
La organización de ellos supone prácticamente más gastos que beneficios. Ser sede olímpica requiere restaurar y construir numerosas instalaciones y estadios para poder practicar los diversos deportes que componen el programa de los Juegos.
"Sabemos que el coste de los Juegos es una preocupación. Siento que tenemos que hacer todos los esfuerzos para contener los gastos y la complejidad", comentó Christophe Dubi, director ejecutivo del Comité Olímpico Internacional (COI).
"Hay buenas razones para que las ciudades se preocupen", dice el profesor Bent Flyvbjerg, quien ha estudiado durante muchos años los presupuestos olímpicos. "La tendencia general es que los costes han aumentado y los gobiernos están ansiosos por gastar demasiado dinero", comenta.
"Para organizar los Juegos necesitas un presupuesto de miles de millones y eso solo cubrirá los costes directos relacionados con los deportes. También están los costes indirectos de infraestructura, como la mejora de los sistemas de transporte", dice.
Estas infraestructuras han de ser del más alto nivel y con las tecnologías más avanzadas. Esto en muchas ocasiones acaba siendo un problema, ya que tan solo se acaban utilizando en los JJOO, debido a que muchas de ellas acaban siendo abandonadas a la finalización de los mismos.
Dos semanas de competición, y en el caso un mes en los Paralímpicos, donde se usan día tras día las numerosas instalaciones y estadios construidas. El problema viene después, ya que no existe la garantía de que van a significar un beneficio, en lo que se refiere a lo económico y uso, para la ciudad.
A las pistas y estadios deportivos, se suma las mejoras en lo que se refiere al transporte público, carreteras y aeropuertos, además de crear una villa olímpica e incrementar la capacidad hotelera para todas las personas que decidan acudir a ver a sus respectivos países.
Chris Dempsey encabezó la oposición a la candidatura de Boston para los Juegos Olímpicos de 2024. "Vimos que un grupo de personas muy ricas y poderosas se habían reunido y decidieron que los JJOO serían buenos para Boston, cosa que no era así", dice. Finalmente fue París la ciudad elegida para albergar los Juegos.
Más gastos de los previstos
Muchas veces se escucha que los Juegos Olímpicos acaban siendo un negocio rentable debido a que la ciudad que los alberga sitúa su nombre en el mapa, además de que se hable de ella durante semanas, lo que acaba haciendo que lleguen, tanto durante los Juegos como después, turistas. Esto es cierto, pero también es una realidad el tremendo derroche económico que emplea una ciudad para albergar los Juegos.
En el momento que se presenta una ciudad como candidata, se hacen una serie de cálculos de gastos que al final no se acaban cumpliendo. Por ejemplo, Londres acabó gastando cuatro veces más de lo previsto para albergar los Juegos que tuvieron lugar en 2012.
Además de que muchas veces se espera más afluencia de turistas, un estudio presentado en 2016 hacía ver que todos los Juegos que han tenido lugar desde Atenas 1896, con excepción de los que tuvieron lugar en Los Ángeles, han supuesto pérdidas para la ciudad anfitriona. Con todo esto, ¿de verdad acaba mereciendo la pena albergar los JJOO?
Soluciones
Ante un problema que empieza a preocupar, muchas son las voces que informan de que hay que encontrar una solución.
Suspender la celebración de los Juegos, reducir los costes de las instalaciones en cuanto a tamaño o características técnicas, diversificar las sedes para que los Juegos se disputen en varias ciudades el mismo año o permitir que alguna sede sea anfitriona de dos ediciones consecutivas, son las soluciones que podrían existir hoy en día.
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