Hace 17 años El Canto del Loco era el grupo de moda. La banda de Dani Martín llenaba conciertos y sonaba en todas las discotecas a cualquier hora. Entre sus canciones, un 'Ya nada volverá a ser como antes' que no ha parado de retumbar en mi cabeza durante las últimas semanas.
El maldito Covid-19 nos ha robado también el mes de abril, ¡va por ti, Sabina!, y, lo más importante, la vida de más de 7.000 españoles hasta el momento. En esta situación, con este confinamiento y estas connotaciones, a uno se le hace extraño, raro e incluso inmoral escribir sobre deporte. Pero hay que hacerlo. Aunque ahora sea secundario. Porque también ayuda. Porque al final ha cobrado todo el sentido aquello de que el fútbol es lo más importante de lo menos importante.
Entre curvas y escenarios uno intenta proyectar en su mente cómo serán los próximos meses e incluso años. Ha hecho falta un confinamiento para decidir firmemente cambiar de casa cuando termine todo o haber comenzado a dejar de fumar progresivamente. Con tranquilidad, tampoco nos vamos a volver locos de repente. Pero seguir soñando para llevar lo mejor posible este stand-by en el que se ha convertido nuestras vidas.
También nos entra cierta ansiedad al pensar que la vida ya no será como la disfrutábamos solo hace poco más de un par de semanas. Que tardaremos en volver al Santiago Bernabéu, al Camp Nou o al Wanda Metropolitano. Que quién sabe si el fútbol o los JJOO serán igual que antes.
Preguntas sin respuestas, de momento. Aunque parece claro que los próximos meses, a pesar de que termine el confinamiento, serán inusuales y de extrema precaución. Ceferin, presidente de la UEFA, también cantaba a lo Dani Martín hace unos días que "nada volverá a ser como antes" en el fútbol. Sobre todo en el tema económico. Vienen curvas y hay que abrocharse el cinturón.
Será duro ver terminar La Liga y la Champions a puerta cerrada, si se cumplen los peores pronósticos, aunque por lo menos permitiría evitar desangrarse a los clubes. Una crisis económica mundial de la que se tardará muchos años en recuperarse y en la que al deporte, y especialmente al fútbol, también le costará sacar la cabeza.
Mis coetáneos, tengo 35 años, han bromeado durante mucho tiempo con la famosa niña de la curva que aparecía en las películas de terror sin saber que, finalmente, somos nosotros la maldita y jodida generación de la curva. En menos de una década hemos estado pendientes cada mañana de dos: de la de la prima de riesgo que dejó a una gran parte de España sin empleo y, ahora, de la del número de contagiados y fallecidos por el coronavirus.
Pienso, mientras escribo desde el búnker con mil pantallas en el que se ha convertido mi casa, en dónde estaría si nada de esto hubiera sucedido, en si el Real Madrid hubiera podido remontar al City en la Champions o en cuántas medallas hubiera conseguido España este verano en los JJOO. Y al final, "cómo el hombre del traje gris" saco "un sucio calendario de bolsillo" y grito "¿quién me ha robado el mes de abril?". Y que solo sea abril, pido.