El coronavirus ha provocado una crisis en el mundo del fútbol que nadie hubiera imaginado jamás. Las competiciones paradas y sin fecha, los clubes desangrándose económicamente y los jugadores aceptando importantes rebajas salariales. Todo para mantener a flote la industria.
La prioridad tanto de UEFA como de LaLiga es terminar la temporada sea como sea y cuando sea. En juego hay miles de millones y para los equipos en torno al 30 % de su presupuesto. El mayor problema ahora mismo es la incertidumbre y la imposibilidad de planificar un calendario. Nadie sabe cuándo se regresará a la normalidad, pero finales de junio es la fecha tope para no tirar la toalla.
Este escenario invita a poder innovar en un deporte tan cerrado como el fútbol. UEFA y LaLiga tienen en su mano hacer, si se puede, un fin de temporada muy atractivo para enganchar al aficionado después de esta crisis. ¿Se imaginan que el fútbol copiara el modelo de la ACB y el campeonato se decidiera con un playoff? ¿O si la Champions tuviera una Final Four al más puro estilo de la Euroliga?
Serían menos partidos, pero sería una fórmula, igual que otras muchas y estas solo han sido las primeras que se me han venido a la cabeza, para ajustar el calendario con el de la próxima temporada. Porque quizá haya que empezar a pensar más en la 2020/2021 que en la actual y que por lo menos a partir de septiembre se vuelva a la normalidad también en el deporte.
Lo que parece claro es que esta crisis debe servir para que los clubes copien lo mejor de la NBA y se cree esa Superliga que los grandes sueñan. Será la única fórmula a corto plazo de mantener o salvar la industria del fútbol, pero también es un proyecto de futuro y con gran recorrido.
Me da igual, ahora mismo, si es organizada por la UEFA o por la ECA, pero la Superliga es ahora más necesaria que nunca. Lo primero para evitar una gran crisis y lo segundo porque sería el impulso necesario para reformar y modernizar todas las competiciones futbolísticas. La NBA y la Euroliga deben ser modelos en los que el fútbol se fije para no perder atracción ni mercado.
Una Superliga cerrada en gran medida permitiría cada año disfrutar de la mejor competición del mundo. Habría más ingresos y se ajustaría a los nuevos tiempos. Los grandes clubes europeos ya vislumbran una crisis económica que no hará que tarde mucho en prosperar esta idea.
¿Y La Liga? ¿Desaparecería? Pues no. Para nada. Sería otra competición y en la que seguirían jugando Real Madrid o Barcelona. Son torneos distintos como lo son ahora el campeonato nacional y la Champions. La transformación de una no tiene por qué significar la extinción de la otra. Es más, se tienen que complementar. Pero de lo que se trata ahora es de potenciar el producto más rentable para salvar la industria. Y ese es la Superliga. O la nueva Champions. O como quieran llamarlo.