Un viaje transoceánico, un rival prácticamente desconocido y que competía en casa, un arbitraje que rozó el surrealismo y, sobre todo, una competición de segundo nivel. A todo eso tuvo que sobreponerse el Real Madrid para culminar una de las mejores temporadas de su historia, tirando de redundancia: quinta Copa Intercontinental (91-79 ante el Bauru brasileño) y quinto título del año.
Las sensaciones no estuvieron a la altura de los cuatro entorchados anteriores, pero era de esperar. El Madrid acaba de recuperar a sus internacionales tras el EuroBasket, su pretemporada no ha hecho más que empezar y Brasil no está precisamente a dos pasos. Los primeros en pasar por la enfermería esta temporada fueron Rudy Fernández y Jeffery Taylor, que no disputaron el partido de vuelta del torneo debido a sus problemas físicos.
Por otro lado, el Bauru ya había demostrado en la ida que era el campeón de la Euroliga sudamericana por algo. Su remontada para ganar por un punto (91-90) tras ir 17 abajo era para tener en cuenta. La defensa de los de Laso tampoco ayudó, pero el primer cara a cara sirvió para dejar bien claras las armas brasileñas: el tiro exterior y Rafael Hettsheimeir, otrora una de las referencias interiores del Madrid y posible fichaje del Estudiantes para la próxima temporada.
El partido de vuelta empezó sin complicaciones para el Madrid. Cinco puntos de Jaycee Carroll le dieron las primeras ventajas importantes (8-0). Sin embargo, el Bauru se soltó con el triple y las tornas se igualaron. Su 5/6 desde el tiro exterior provocó un parcial de 0-12 en el que participó hasta Hettsheimeir. Sin embargo, la mayor pujanza de los blancos les llevó a acabar el cuarto con un 24-15 favorable tras una canasta de Nocioni sobre la bocina.
El segundo cuarto mantuvo la misma dinámica de correcalles que se vería a lo largo de todo el partido. El Madrid conseguía ventajas mínimas rápidamente igualadas por los brasileños y el arbitraje empezó a ser demasiado protagonista. El Bauru intentaba contrarrestar su falta de talento con poderío interior a partir de la permisividad arbitral. El Madrid apenas recibía personales, pero se las señalaban continuamente. Las técnicas y antideportivas fueron la tónica habitual, destacando la descalificante que recibió Sergio Rodríguez por protestar. Entretanto, el partido dejaba un 49-40 al descanso con el 6,75 de nuevo marcando las distancias. Llull y Carroll se bastaban para que su equipo siguiese por delante en el marcador.
Aunque el encuentro seguía trabado en los primeros compases del tercer cuarto, los hombres de Pablo Laso siguieron tirando de casta para sacar adelante el engorro intercontinental. Trey Thompkins se impuso en la zona, ayudado por Ayón, y también soltó el brazo desde el triple. Aun así, Fischer y Day seguían manteniendo a poca distancia al Bauru, que empezó a desinflarse nada más iniciarse el último periodo (66-57).
Entonces, los árbitros y el ritmo trabado que se había impuesto desde el minuto uno dejaron de importar. El Madrid supo administrar su ventaja y acabó celebrando el quinto título de la temporada, con Llull y Carroll recuperando el papel estelar del comienzo y Thompkins acompañándoles. Todo estuvo en contra, pero el repóquer acabó conquistándose aunque a la maquinaria todavía le quede mucho para estar engrasada.