No fueron una ni dos ni tres, sino cinco las copas levantadas y festejadas por el Real Madrid durante este último año. El punto positivo de vivir en una infinita celebración es, indudablemente, el éxito deportivo. El negativo, la no menos importante resaca tras ser campeón una y otra vez. Es ese peligro de haber alcanzado la gloria sin fin el que persigue al equipo de Laso prácticamente desde que se inició este curso baloncestístico. El nuevo dolor de cabeza provocado por la Copa Intercontinental no ha hecho sino provocar aún mayor malestar en el castigado físico de los jugadores blancos. Con las estrellas aún con los torneos de selecciones a cuestas, la frustrada participación en la Supercopa ya anticipó el malogrado debut liguero ante el Valencia. La caída ante uno de los hipotéticos equipos revelación de la temporada duele más al suceder en casa, en el Palacio (82-88).
El partido ya rezumó el asalto a los dominios del Madrid desde sus primeros compases. Hamilton empezó a dar muestras de rebeldía entonces, con Van Rossom acompañándole desde el triple. Sin embargo, el Madrid logró imponerse a partir del buen momento de su juego interior, al que Sergio Llull y Jaycee Carroll cedieron el protagonismo. Tanto Gustavo Ayón como Trey Thompkins confirmaron las buenas sensaciones de la temporada pasada y de la pretemporada respectivamente. El Valencia localizó rápidamente el problema y puso al mando de las operaciones a su Titán particular: Bojan Dubljevic. A pesar de las acometidas del montenegrino, al Madrid le bastó con las dosis de trabajo sucio y espectáculo de Ayón para liderar el partido al final del primer cuarto (20-17). De momento, el tiro exterior no se echaba en falta.
No podría decirse lo mismo en el segundo periodo, cuando el Valencia le dio la vuelta al marcador (22-28) con Hamilton y, de nuevo, Dubljevic como estiletes. El Madrid era incapaz de frenar la sangría interior taronja, pero también la exterior, ya que los visitantes asentaron su ventaja sumando de tres en tres. Ni al renqueante Rudy ni al debutante Doncic les flojearon las piernas para recuperar la confianza del Madrid (30-34), al menos en ataque. Atrás, los blancos continuaban sufriendo lo indecible, y lo pagaron con un 37-45 desfavorable al descanso. El parcial del Valencia (17-28) había sido demoledor, con un Dubljevic intratable bajo tableros y desde el triple. La resaca de EuroBasket, Intercontinental y Supercopa juntos seguía muy presente en el físico de los hombres de Laso.
El Madrid intentó quitarse de encima su mal cuerpo nada más regresar de los vestuarios, con un 6-0 de salida para animar el tercer cuarto (44-45). Sin embargo, el Valencia seguía mostrándose muy sólido en su liderazgo. Los hombres de Pedro Martínez no estaban dispuestos a quitar el pie del acelerador, como demostró el mantenimiento de los buenos porcentajes en el tiro de tres. Thompkins era el único jugador que ponía algo de luz al diluido ataque blanco. Por contra, Hamilton seguía percutiendo el aro local una y otra vez sin que nadie pusiese fin a su dominio.
Entonces, Rudy Fernández y Felipe Reyes se pusieron el mono de trabajo para intentar igualar las ternas. Así, la sentencia del encuentro volvió a ponerse en manos de los pequeños detalles. Ayudada por la confianza de las estrellas madridistas, la defensa planteada por Laso volvió a parecerse a la de antaño, obligando al Valencia a perder varios balones consecutivos. El vigente campeón liguero ponía en liza su condición, tomando de nuevo el mando del encuentro al final del tercer periodo (62-60). Un triple de Sergio Rodríguez prácticamente sobre la bocina del periodo levantaba a la afición de sus asientos y al Madrid, definitivamente, de su letargo.
El Valencia no había dicho su última palabra. Hamilton y el sempiterno Rafa Martínez se encargaron de demostrarlo nada más iniciarse los diez últimos minutos de partido, colocando a Valencia tres arriba (62-65). El conjunto taronja volvía a mostrarse activo tras su desconexión durante buena parte del tercer cuarto. Incluso Dubljevic volvía a fajarse bajo tableros con Reyes, también decisivo en la zona contraria, y a mostrarse certero desde el 6,75. Con él en estado de gracia, su equipo mandaba de nuevo (67-72). Además, la defensa sonreía ahora a los valencianos, como ya había advertido Guillem Vives en la previa.
Pero la palabra 'rendición' no se encuentra en el vocabulario habitual de muchos hombres de este Madrid. Definitivamente, no en el de Nocioni, Llull, Ayón y Rudy. Por desgracia para sus intereses, tampoco en el de Hamilton, San Emeterio y Sikma. A ninguno de los tres les pudo la presión en los minutos finales para abolir una nueva remontada del Madrid y llevarse el primer triunfo del curso para el Valencia. Los locales, a pesar de hacer muestra de un carácter portentoso, seguirán arrastrando su 'titulitis' una semana más.