6 de noviembre de 1999. Portland Trail Blazers derrotó a Los Angeles Lakers en casa por 97-82 en el cuarto partido de la temporada. Aunque los locales fueron por delante durante buena parte del encuentro, la intrahistoria de su triunfo llegó cuando Jermaine O'Neal recibió las últimas instrucciones de su técnico, Mike Dunleavy, antes de saltar a la cancha. “Pégate a Shaquille O'Neal y hazle falta en cuanto tenga el balón”, le conminó.
Dicho y hecho. En la particular batalla entre O'Neals, resultó ganador el alumno, con cinco faltas en cinco minutos de juego sobre Shaq, frente al maestro, el famoso pívot con el '34' a la espalda. La argucia de los Blazers se tradujo en tres aciertos de 11 posibles desde el tiro libre por parte del interior de Newark, desquiciado y expulsado del partido por doble técnica.
Así, los Lakers erraron 17 de los 34 lanzamientos desde el 4,60 ante Portland aquella noche. Phil Jackson, entrenador de los de amarillo y púrpura, no pudo ser más claro al respecto de lo sucedido: “Echando a Shaq nos han echado a todos del partido. Portland no ha jugado el balón: sólo se ha tirado encima de él”.
La paupérrima estadística dio lugar al nacimiento del Hack-A-Shaq ('Hachazos a Shaq'). Esta estrategia, fruto de un vacío reglamentario, sacó de quicio desde entonces no sólo a Shaquille O'Neal, sino a todos los jugadores interiores de la NBA con carencias evidentes lanzando tiros libres.
Que se lo digan en la actualidad a hombres como Dwight Howard, DeAndre Jordan y, especialmente, Andre Drummond. Desde el pasado 20 de enero, el pívot de Detroit Pistons posee el dudoso honor de ser el jugador que más tiros libres ha fallado en un partido de la liga estadounidense: 23 (13 de 36 aciertos). Superó a otro “ducho” en la materia como el legendario Wilt Chamberlain.
No es de extrañar que las altas esferas de la mejor liga de baloncesto del mundo hayan decidido tomar cartas en el asunto. La idea de mitigar e incluso prohibir una táctica que provoca peores porcentajes de acierto, encuentros más largos (si cabe) y el descontento en las gradas ya ronda por la cabeza del comisionado Adam Silver. “Cada vez soy más de la opinión de que buscaremos algún tipo de cambio en la regla este verano”, declaró a USA Today en el podcast "NBA A to Z".
“Incluso para aquellos que no quieren realizar el cambio, estamos forzados a hacerlo solamente por esos entrenadores sofisticados que, justificadamente, utilizan cualquier táctica disponible para ellos. Esta no es la manera en la que queremos ver jugar a este deporte”, continuó Silver.
Los datos dan la razón al mandamás de la NBA. Se podrían alcanzar hasta 300 usos del ahora conocido como Hack-A-Player, acoso y derribo a los interiores menos habilidosos en la línea de personal, antes del All-Star. Fuentes de la liga también apuntan al citado diario estadounidense que “no hay nada más importante que la salud y la seguridad de nuestros jugadores. Es un accidente esperar a que pase algo con los chicos saltando sobre los hombros del contrario intentando llamar la atención de los árbitros para que piten falta”.
Posibles soluciones y la opinión de los técnicos
Desde el país inventor del deporte de la canasta se proponen diversas respuestas al problema: acabar con la táctica, que el equipo sufridor de la misma elija entre lanzar tiros libres o sacar de banda, limitarla a un determinado número de usos por encuentro o premiar con un lanzamiento extra de personal a cualquier jugador que sufra un número prudencial de faltas sin balón.
A pesar del descontento generalizado con el Hack-A-Player, entrenadores como 'Doc' Rivers, cuyos Clippers lo sufren de continuo (DeAndre Jordan se lleva hasta un 34% de las faltas de este tipo en la liga, habiendo llegado a lanzar 34 tiros libres en un partido), aprueban la táctica.
“No sé si es algo bueno para nuestra liga, pero si las reglas dicen que puedes hacerlo, deberías hacerlo. Yo también odio el Hack-A-Player. No digo que me guste, pero voy a usarlo hasta que alguien me diga que no puedo hacerlo”, reconoció el técnico campeón con Boston Celtics en 2008.
Las franquicias aprovechan más este polémico vacío legal cuando van perdiendo, aunque las estadísticas oficiales indican que el Hack-A-Player tan sólo ha dado la victoria al equipo que perdía en un 16% de ocasiones.
Por el contrario, un 61% de los usos de la táctica por parte del conjunto en cabeza en el marcador acabaron significando el triunfo final. Aun provocando menos puntos por partido que la mejor defensa de la liga (San Antonio Spurs), el adiós al originario Hack-A-Shaq puede estar más cerca que nunca de producirse.
Por primera vez, la abolición o cambio de una regla supondría un beneficio para los hombres altos. A George Mikan le implantaron los 3 segundos en la zona para que frenase su dominio interior. En la época de Chamberlain y Bill Russell, se estableció el goaltending para acabar con el juego por encima del aro. A Kareem Abdul-Jabbar, entonces todavía conocido como Lew Alcindor, le arrebataron los mates cuando jugaba en la NCAA (liga universitaria).
Sin embargo, a Shaquille O'Neal y a otros tantos interiores de su generación y de las posteriores les desvalijaron de algo mucho más importante: la protección ante las faltas a diestro y siniestro para deshonrar su concurso desde el tiro libre. 17 años después, puede que haya llegado la hora de una disculpa.