Hay partidos en los que los contendientes se tienen tanto respeto que parecen dos enamorados en pleno cierre de llamada telefónica. “¡No, gana tú!”, parece decir uno, a lo que el otro le responde “'¡No, hazlo tú!”. Tras 40 minutos de intenso forcejeo, hay un paso adelante en uno de los lados de la cancha. Un equipo deja las mariposas en el estómago para otro momento y las sustituye por una convicción irrefrenable. Y, por mucho que Pablo Laso pidiese calma a los suyos, el Real Madrid se atenazó cuando Teodosic y Fridzon se pusieron posesivos. El CSKA ganó la discusión (87-96) y no se habló más.
El tira y afloja se alargó hasta el último cuarto, cuando los rusos se adueñaron definitivamente del ritmo del partido. Siempre pareció favorecerle más a ellos, gustosos de los encuentros trabados y llenos de parones, con más músculo que vistosidad. Kyle Hines (16 puntos) se encargó de demostrarlo. Viejo verdugo continental del Madrid en el Olympiacos, el interior norteamericano atacó a discreción el aro local. Él fue quien puso la primera piedra para edificar el triunfo moscovita, imponiéndose en su particular duelo ante Gustavo Ayón (el mejor del Madrid con 20 puntos) y Felipe Reyes.
Las torres blancas se mostraron correctas, así que el verdadero problema local estuvo en el pobre acierto de su perímetro (8/32 en triples, 25%). Tan importante el pasado mes de febrero, el juego exterior madridista no reeditó las buenas actuaciones recientes. Hubo apariciones puntuales de Nocioni, el Chacho, Llull, Rivers o Carroll, pero los triples llovieron con más asiduidad en el bando contrario. Que se lo digan a Fridzon, gran triunfador de la noche desde el 6.75, pero no el único.
Vorontsevich e Higgins también dieron el callo como triplistas, con Teodosic y De Colo uniéndose a la fiesta a tiempo para amarrar la victoria. Los dos hombres más temibles del CSKA, como el resto de sus compañeros, hicieron de la paciencia su mejor virtud. Dejaron pasar los minutos y, cuando más artillería se necesitaba, aparecieron con pólvora a rebosar. Y no precisamente mojada, pues de sus puntos acabó dependiendo en buena medida el triunfo visitante.
Incluso Freeland, al que las faltas llegaron a sacar del encuentro, tuvo sus momentos de gloria al final. La mejor noticia para el Madrid fue que, a pesar del temporal, luchó hasta las últimas consecuencias. Pero el carácter de Llull no fue suficiente esta vez. Su traje de héroe le quedó grande por una noche, así que la estocada rusa acabó resultando definitiva de camino al bocinazo.
La defensa también acaparó los focos. Resulta anecdótico teniendo en cuenta el cariz eminentemente ofensivo tanto del CSKA como del Madrid, pero a nadie se le escapa que ambos conjuntos son muy intensos atrás si se lo proponen. En el tira y afloja constante, el mérito se lo llevaron los de Moscú, un dolor de cabeza permanente en cada ataque del Madrid. El rojo de su camiseta destilaba tanta pasión que acabó costándoles alguna antideportiva.
Pero los hombres de Itoudis no la acusaron de ninguna manera a la hora de ratificar su victoria. Pusieron sobre la mesa la (sempiterna) candidatura al título que siempre se les achaca en Euroliga y, de paso, dieron una cura de humildad al Madrid. Tras un mes de febrero realmente optimista, a los pupilos de Laso les ha costado bien poco darse cuenta de que, en marzo, su contador vuelve a estar a cero. La Copa ya no es el presente más inmediato y toca volver a pensar que todo está aún por hacer.
Ficha técnica
87 - Real Madrid (18+19+25+25): Maciulis, Reyes (13), Ayón (20), Carroll (9) y Llull (14) -equipo inicial-, Rodríguez (15), Taylor (7), Nocioni (4), Lima (2) y Rivers (3).
96 - CSKA Moscú (18+24+22+32): De Colo (12), Jackson, Vorontsevich (8), Kurbanov (7) y Freeland (6) -equipo inicial-, Fridzon (13), Khryapa (9), Hines (16), Teodosic (15), Korobkov y Higgins (10).
Árbitros: Milivoje Jovcic (SRB), Carmelo Paternico (ITA) y Olegs Latisevs (LAT). Freeland (min.38) y Llull (min.40) fueron eliminados por cinco personales.
Incidencias: partido correspondiente a la novena jornada del 'Top 16', Grupo F, de la Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid (Barclaycard Center) ante 11.792 espectadores. El Real Madrid ofreció a la afición, antes de comenzar el partido, el trofeo de campeón de la Copa del Rey, conquistado hace diez días, y Gustavo Ayón hizo lo propio con el trofeo de MVP de la misma competición. En el descanso el equipo infantil hizo lo propio con el trofeo de la Mini-Copa.