En la película Ganar de cualquier manera Nick Nolte encarna a Pete Bell, el técnico recién fichado para reflotar a los Blue Chips de la Western University. Un encargo más complejo de lo que podría parecer, pues el atractivo deportivo de tal universidad es mínimo para las estrellas de instituto por las que toda la NCAA está en pie de guerra. La única solución posible es pagar: al base jugón -Anfernee Hardaway- le consigue una casa y un trabajo para sus padres, para el alero tirador del cinturón del maíz -un jugador desconocido en la vida real- le consigue la última cosechadora John Deere para su familia y al pívot dominador -Shaquille O'Neall- le conquista únicamente con su encanto.
Aquel film (Blue Chips, en su título original) respondía a un problema real del deporte universitario a finales del siglo XX. Los jugadores de instituto seguían siendo amateurs en su salto a la universidad y su decisión por acudir a una u otra, más allá de becas completas y posibles futuros profesionales en la NBA o en Europa, podía definir el éxito o el fracaso de universidades tan potentes económicamente que, en algunos casos, llegan a cuadruplicar el presupuesto actual del programa ADO aplicado en España para los deportistas profesionales que ya han conseguido triunfos europeos, mundiales y/o olímpicos.
Tal realidad, por desgracia, no es cosa del siglo pasado. En las últimas 24 horas, el FBI ha detenido ha detenido a 10 personas, entre ellas cuatro entrenadores de baloncesto de la NCAA y varios representantes de la firma deportiva Adidas. Según informa la Fiscalía de Nueva York, el caso de corrupción se estratificaría en dos niveles. El primero de ellos haría referencia a los entrenadores universitarios sobornados por representantes de jugadores a cambio de que les recomendasen y guiasen a las futuras estrellas hacia sus carteras de clientes. El segundo nivel, estos mismo asesores y representantes de Adidas habrían sobornado, tanto con dinero en efectivo como con regalos, a los propios jugadores y a sus familias para que los chicos jugasen en universidades que tenían firmado un acuerdo de patrocinio con la marca de ropa deportiva alemana.
La Fiscalía estadounidense ha hecho públicos los nombres de los cuatro entrenadores implicados (Lamont Evans, de Oklahoma State; Chuck Person, Auburn University, Emanuel "Book" Richardson, de Arizona State, y Tony Bland, de South Carolina), aunque el mayor escándalo ha llegado con el despido de Rick Pitino, uno de los entrenadores más prestigiosos y admirados no sólo en la NCAA sino en todo el baloncesto estadounidense y mundial, de la Universidad de Louisville, donde consiguió el título nacional de la NCAA en 2013.
Según informa Bussines Insider, un agente encubierto de la investigación ha relatado cómo un ejecutivo de Adidas y otros acusados habrían sobornado con 100.000 dólares a la familia de un jugador de instituto para persuadirle de firmar con una universidad pública de Kentucky. La información no especifica cuál sería la universidad, aunque según la publicación estadounidense, los detalles aportados señalarían directamente a la Universidad de Louisville, donde entrena Pitino y que firmó un acuerdo de patrocinio con Adidas por 160 millones de dólares el pasado mes de agosto.
"Mes tras mes, los acusados, supuestamente, explotaron los sueños deportivos de estudiantes por todo el país, tratándoles como si únicamente fueran oportunidades para enriquecerse a través de sobornos y esquemas de corrupción", afirmó el fiscal interino de Nueva York, Jooen Kim, en rueda de prensa. Adem´ças, apuntó, los acusados "no sólo mancillaron el espíritu de deportistas aficionados, sino que mostraron un desprecio manifiesto por los miles de jugadores y entrenadores que siguen las reglas".