Sus caras. Sus caritas. Un poema. Pero un poema malo, de estos de hacerle una foto a una frase moñas y subirla a Instagram. Cierto es que Popovich ha tenido unas palabras muy dignas y respetuosas en la rueda de prensa posterior a caer eliminados estrepitosamente ante Francia. Pero. Siempre hay un pero. Su actitud, la del país en general, es de menosprecio ante el Mundial. Y lo demuestran de numerosas maneras siendo la más dañina esa prepotencia que desprenden sus caras. No se pueden creer que sepamos jugar al baloncesto fuera de sus fronteras. Alucinan con que seamos capaces de coordinar nuestras manos y pies para encestar desde lugares y de maneras increíbles. ¡Pero cómo es posible! ¡Si llegan a hacer mates! De nada sirvió que sus selecciones plagadas de megaestrellas rozaran la hecatombe ante nuestro equipo durante tres torneos consecutivos. No aprenden la lección y han vuelto a pecar de prepotencia. Ganaremos con cualquiera que llevemos, pensarán. Y pasa que Estados Unidos, fuera de sus All Star, tiene un nivel bastante normalito tirando a mediocre. Por debajo, en cualquier caso y como ha quedado demostrado, de cualquier selección medianamente potente.
Dije, y me han caído los palos previsibles de los groupies de la NBA, que algún equipo de Euroliga podría competir dignamente allí. Pero esos que combinan una camiseta de los Warriors con un pantalón de camuflaje consideran que los cuatrocientos cincuenta jugadores que tienen ficha en la mejor liga del mundo darían sopas con hondas a cualquier otro que juegue al deporte de la canasta más allá del muro de Trump. Y aquellos que juegan en la Liga Municipal de Alcorcón con coderas, cinta en la frente y calientan con unos auriculares gigantes opinan que los mejores equipos de la segunda mejor liga del mundo no ganarían más de diez partidos en la NBA.
Mis huevos.
El baloncesto americano es un producto. Y los seguidores son sus clientes. Los han conseguido fidelizar a base de highlights y camisetas caras nada ponibles. Un ejército de flipaos estaba deseando que les vendieran una moto como un AirBus de grande y allí estaban los expertos en colocar cualquier cosa a cualquier persona con la película montada y el cazo preparado. La NBA les da lo que quieren. Y ellos matan. Gratis.
Mi propuesta es clara: que no vengan. Que no les dejemos venir. La FIBA es nuestro chiringuito y nos lo follamos cuando queremos. Ellos viven y mueren por los Juegos Olímpicos. Perfecto. Allí nos veremos. Pero que no desvirtúen más nuestro mundial. ¿Son los mejores? Por supuesto. Pues que no nos hagan perder el tiempo.