La fortuna se había burlado del club más laureado de Europa en las dos últimas finales coperas. Demasiadas ocasiones hasta para una diosa, porque el Real Madrid siempre devuelve la moneda. Aunque la venganza no ha sido completa a causa del desastre azulgrana, los blancos han pasado por la Copa como un torbellino, como una marea que ha arrasado a sus rivales con la determinación que alumbran los campeones cuando los podios se aproximan.
Lo ocurrido tiene fácil explicación. El Madrid se comporta como un bloque y tiene a los mejores jugadores que hemos visto estos días. Porque, seamos sinceros, si jugáramos a confeccionar un equipo el base elegido sería b ¿Un pívot? ¡Quién no se quedaría con Tavares! Además, la batería de exteriores -altos o bajos, tiradores o defensores- es impresionante. Hasta Felipe Reyes captura cuatro rebotes en menos que un entrenador pide un tiempo muerto. Dicen que su retirada se aproxima, pero yo no me lo creo.
Ayer el capitán salió a suplir a Tavares nada más comenzar el encuentro y en un suspiro el Madrid tomó una ventaja de veintiún puntos. Habían transcurrido ocho minutos y la suerte estaba echada. Aunque el Unicaja no se rindiera, y mediado el segundo cuarto, Darío Brizuela y sus compañeros “bajitos”, pero eléctricos, llevaron al encuentro al ritmo que buscaban. Los blancos se desordenaron unos minutos y el Martín Carpena comenzó a rugir. Duró poco la alegría en la casa del anfitrión, pues en seguida los madridistas mostraron que no estaba dispuesto a dar ninguna oportunidad. No hay mucho más que decir de la final. El Madrid se impuso de principio a fin y el Unicaja poco pudo hacer, mermado por la baja de Jaime Fernández.
Esta superioridad inusitada del campeón se explica porque su arsenal individual es casi inagotable, al igual que los recursos de un cuerpo técnico que despliega desde hace años su conocimiento para que la materia prima cuaje en un conjunto demoledor. Está sucediendo ante nuestros ojos y haríamos bien en gozarlo, y el que quiera, porque lo merece, en observarlo: colocar el microscopio para contemplar cómo este organismo se alimenta de torneos y se da los reposos que requieren la desintoxicación y la regeneración.
Una vez más, incontables ya, el equipo de Laso cumplió con su propósito, brillando bajo los focos del baloncesto. Una vez más, este equipo honró los principios del Real Madrid y añadió un capítulo más a una Historia rebosante de títulos para contar a quienes las viven hoy día y a las generaciones que vendrán.