El deporte en Estados Unidos ha alzado el puño y la voz durante las últimas semanas tras el asesinato de George Floyd a manos de la Policía de Minneápolis. La reacción ha sido masiva y profesionales de diferentes deportes se han convertido en imagen de las protestas antirraciales que llenan las calles del país. Sin deporte en activo por culpa de la pandemia del coronavirus, los deportistas son más que nunca símbolos de la lucha.
La implicación del deporte en el gigante norteamericano es tal que es difícil de imaginar que seguirá siendo el mismo cuando acabe la crisis sanitaria y se relajen las protestas. Los profesionales, como el pueblo estadounidense, han dicho basta y quieren erradicar un problema como es el racismo que está tan presente en la calle como en las canchas y terrenos de juego.
La NBA está siendo la más mediática y la que parece ser capaz de llegar más lejos en las protestas. Sus principales figuras en la actualidad, la gran mayoría afroamericanos, se han unido. Hay que recordar que la liga de baloncesto tiene a sus espaldas muchos capítulos en la lucha por los derechos de los negros y los abusos que estos vienen sufriendo durante los años. El dato también es revelador: el 75% de sus jugadores son afroamericano.
Los jugadores de la NBA se plantan
Por ello no extraña tanto ver a LeBron James, Giannis Antetokounmpo, Steph Curry, Carmelo Anthony y un largo etcétera de superestrellas unirse a las protestas y hasta marchas en las calles. La reacción nunca había sido tan masiva y está siendo tal que el baloncesto ha pasado a un segundo plano ahora que se prepara para su vuelta. La situación social es uno de los puntos que podrían acabar con el regreso de la NBA.
Se ha abierto una brecha entre los profesionales que ven compatible acabar la temporada y la lucha social (siendo LeBron el más destacado) y los que están dispuesto a perderlo todo ya que creen que la vuelta de la NBA solo será una distracción que restará importancia a las protestas. Liderados por Kyrie Irving, jugadores como Chris Paul, Russell Westbrook, Kevin Durant o Donovan Mitchell estuvieron en una cita telemática en la que se trató este asunto.
La NFL da el paso que nunca dio
La NBA se planta y la NFL se transforma. Pese a que el porcentaje de negros en la liga es similar al de la liga de baloncesto, el fútbol americano siempre ha estado asociado a unos ideales conservadores. A Colin Kaepernick (ahora casi un 'mesias' en la lucha antirracial) se le defenestró cuando comenzó a arrodillarse durante el himno de EEUU en 2016. La tendencia ha cambiado tras el asesinato de Floyd.
La NFL se ha posicionado del lado del pueblo afroamericano y su lucha. No por nada, ya anunció esta semana que donará 250 millones de dólares en 10 años "para combatir el racismo sistémico y apoyar la lucha contra las injusticias actuales e históricas que enfrentan los afroamericanos". En apoyo a la comunidad afroamericana, también ha declarado el Día de la Emancipación (19 de junio) como festivo en la liga.
Mientras en todo el mundo se arrodillan deportistas como Kaepernick, en Estados Unidos se empieza a decidir que los jugadores no serán sancionados si lo hacen. Sucederá en la Major League Soccer (MLS), por ejemplo. En la NHL, la liga de hockey sobre hielo, han sido muchos jugadores negros que a lo largo de los años han sufrido el rechazo de aficionados que relegan a los afroamericanos a jugar al baloncesto.
La NASCAR retira la bandera confederada
En un país donde solo el 15% de habitantes son negros, el deporte está usando su altavoz y se están dando pasos hacia adelante. Como la NASCAR, la competición de motor más popular de Estados Unidos, que ha tomado una de las decisiones más aplaudidas: retirar la bandera confederada de sus circuitos.
La bandera roja de franjas azules en forma de X y estrellas blancas tiene connotaciones racistas. Hay que retroceder hasta la Guerra Civil que ocurrió entre 1861 y 1865 en EEUU, pero, resumiendo brevemente, esta era la bandera que lucieron los 11 estados del sur que buscaban la secesión de la Unión para formar los Estados Confederados de América. La esclavitud era el motor de su economía.
El único representante afroamericano en la NASCAR, Bubba Wallece, alzó la voz y pidió su prohibición. Esta vez sí se escuchó su petición, pero ha traído cola puesto que otro piloto de la parrilla, Ray Ciccarelli, ha anunciado su abandono de la competición: "No correré en esta mierda política", dijo junto a su marcha. Pero no hay marcha atrás. El racismo ha sufrido un golpe de lleno en las últimas semanas y el deporte norteamericano no volverá a ser el mismo. Ahora sí, libre de racismo.