Y también empieza el BA-LON-CES-TO. Con la misma precisión normativa que el fútbol, con las dudas que se fueron despejando y con las preocupaciones que se disipan conforme avanzan los días, la Liga Endesa se luce en el escaparate del avance hacia la normalidad. Una maniobra táctica admirable en la incertidumbre, que habla de su capacidad al tiempo que señala indirectamente la impericia del resto de las ligas europeas.
El telón se levanta con un clásico, Barcelona-Joventut, pero no tardarán en llegar otros, pues las jornadas se sucederán a velocidad de contrataque en un formato creado para la ocasión. Emociones concentradas en una ciudad y en una Fase Final a la que llegan las plantillas con los contratiempos característicos de las pretemporadas: algunas sobrecargas y lesiones mínimas junto a las bajas por lesiones de larga recuperación.
El juego es el mismo, pero el escenario y las circunstancias están lejos de lo cotidiano. No habrá locales ni visitantes, tampoco público, como es conocido. Así que, uno espera alguna sorpresa más de la habitual, como las que se producen de forma permanente en los campeonatos de selecciones nacionales, con muchos partidos reunidos en pocos días y las gradas a veces vacías. Y con muy poco tiempo para preparar los partidos, algo esencial en un deporte tan táctico como el baloncesto.
Aunque no nos engañemos. Los favoritos serán los de siempre: el Real Madrid y el Barcelona, con el Valencia Basket y el Baskonia como aspirantes. Poniéndose a conjeturar, al Madrid sería el favorito máximo, pues tiene el equipo más sólido, más conjuntado por llevar su columna vertebral reunida muchas temporadas. Y el Valencia el más perjudicado por la interrupción, que le cortara su buen momento tras un inicio vacilante.
Otros equipos afectados por el aplazamiento forzado serán el Joventut, el Zaragoza y el Unicaja. El equipo maño, la revelación de la temporada, sufre la huida de Thompson y Seeley y la retirada de un jugador de los que merecen el calificativo de histórico: Fran Vázquez. Tampoco el Unicaja podrá contar con Jaime Fernández, operado de sus dos tendones de Aquiles tras unos meses de dolor insoportable.
En este final de temporada, que el azar ha convertido en una nueva Fase Final, ha retornado una vieja costumbre de los jugadores estadounidenses: aprovechar cualquier novedad para viajar a su país y negar su vuelta con pretextos varios. Son recordadas las espantadas de quienes tenían más abuelas fallecidas que dedos en las manos. Y ahora se ha vuelto a repetir la situación, frecuente en equipos de escaso presupuesto, pero mucho más extraños en el Barcelona.
Su escolta Malcom Delaney, uno de los mejores anotadores del continente, huyó sin permiso del club y rechazó el requerimiento de su vuelta alegando ese cajón de sastre que es la falta de reconocimiento del club. Una pérdida para el equipo y los espectadores, a los que consuela la vuelta de su equivalente francés Thomas Heurtel.