Los azulgranas no cejaron en su intensidad parapetados en una defensa dura y móvil que coció a los blancos a fuego lento. Un final de segundo cuarto catastrófico de los madridistas puso el destino del encuentro en las manos de los pupilos de Jasikevicius. Una y otra vez, un Madrid incierto malogró cada uno de sus intentos de remontada, sumidos en su imprecisión y agobiados por la presión barcelonista.
Laso busca la fórmula de compaginar el presente y el futuro, la piedra filosofal de las transiciones de los grandes equipos, pero aunque el asunto tiene visos de cuajar, el Madrid actual es un equipo vacilante. A caballo entre los soldados curtidos en mil batallas y los recién reclutados, se observa la inmadurez propia de la falta de automatismos, que sólo conceden la voluntad y los años compartidos
Los jóvenes cumplieron su papel, lo que se espera de ellos; una adaptación paulatina con más aciertos que errores, si bien éstos siguen siendo demasiados para un equipo como el Real Madrid. Incluso el más cuajado de los llegados, Abalde, se salta el guion de un novato y la exactitud que requiere un clásico, aunque su coraje es proverbial. Laso también concedió minutos a Garuba y Alocén, de los que podríamos decir casi lo mismo, que suman y restan con igual facilidad.
A mi modesto juicio, los veteranos salen peor parados en el análisis, y llama la atención que Randolph apenas jugó, mientas Rudy sólo estuvo nueve minutos en pista. Llull tuvo arranques de coraje y acierto, empero mostró la misma irregularidad que Campazzo. Sólo Thompkins se acercó a lo que se debe pedir a la guardia pretoriana de Laso. Mención aparte merece Tavares, otrora torre infranqueable, en la actualidad un jugador vulnerable que da la impresión de estar fuera de sitio.
A veces, los partidos se escapan en detalles que pasan desapercibidos por suceder de cuanto en cuanto, y así el Madrid tuvo una fuga notable de sus esfuerzos en los tiros de cerca de canasta -¡los que nunca hay que errar!- con fallos impropios de la élite que pusieron el partido en bandeja al Barcelona. Vean si no, la diferencia de porcentaje entre el 62,2% del Barcelona y el 47,7% de los merengues en esta faceta.
Claro que, en ocasiones esta diferencia en la precisión viene marcada por el estado anímico, y ayer el equipo catalán se mostró más dispuesto a la batalla y más constante en mantenerla. Se nota la mano del entrenador lituano, que no sólo mantiene concentrados a los suyos, sino que ha introducido un juego más elástico, veloz y apropiado para los peones con los que cuenta. También ha recuperado a Brandon Davis, que se solía diluir frente a Tavares.
En definitiva, un duelo a principio de temporada que reafirma el trabajo del Barça y del que el Madrid puede sacar conclusiones positivas, pues aun jugando un partido flojo no estuvieron tan lejos de la victoria y los relevos del futuro cumplieron con su cometido. Eso sí, hay que reaccionar pronto, pues el cupo de errores se está terminando, porque aunque queda mucha Euroliga, no será fácil remontar tantas derrotas.