Este jueves el mundo se quedaba paralizado cuando LaMarcus Aldridge, que unas semanas antes había sido presentado como uno de los fichajes estrella de Brooklyn Nets para el final de la temporada, anunciaba su retirada. El jugador nacido en Dallas ha tenido que cortar de raíz su carrera deportiva y decir adiós por padecer unos problemas de corazón en los últimos días. Vivir "una de las cosas más aterradoras que he experimentado" ha sido determinante.

Los problemas cardíacos en los jugadores de la NBA no son ninguna novedad y es un problema que lleva preocupando a la organización desde hace tiempo. La salud es lo primero y prevenir cualquier tipo de lesión es prioritario para las instituciones, pero, más aún, cuando se trata de un problema que puede acabar con la vida de una persona. La liga norteamericana hace un control exhaustivo sobre estas cuestiones, pero todavía hay algunos casos repentinos.

Tanto es así que la llegada del coronavirus y sus inciertas consecuencias en este sistema hizo que se monitorizara aún más de cerca a los jugadores. La asociación de algunos problemas derivados del contagio por la Covid-19 ha puesto aún más en alerta a los equipos. Quieren proteger a sus jugadores durante, pero también después de haber pasado esta enfermedad que ha cambiado la vida de todo el mundo y en todos los sectores.

LaMarcus Aldridge, durante un partido con los Brooklyn Nets REUTERS

Son varios los casos que han tenido alguna relación con problemas cardíacos. En el caso de Aldridge, los problemas vienen de lejos. En su año de novato, el jugador nacido en Dallas se enteró de que tiene el síndrome de Wolff-Parkinson-White, una afección que provoca un ritmo cardíaco acelerado. Como resultado, se perdió el final de la temporada. Además, en 2017 se perdió una semana de competición por culpa de una arritmia. Estas apariciones ocasionales le permitían seguir compitiendo, aunque el riesgo siempre estaba encima de la mesa.

Casos

La muerte de Jason Collier en 2005 fue determinante para que la NBA empezara a seguir más de cerca a sus jugadores. Los electrocardiogramas que pasó Collier en 2003 y 2005 señalaban "ciertas indicaciones de anormalidades eléctricas", tal y como informó Kris Sperry, director de medicina forense del estado de Georgia, en ese momento. "Viéndolas ahora, y conociendo en retrospectiva lo que le estaba pasando a su corazón, las anormalidades podrían haber estado vinculadas", concretó después del fallecimiento de este jugador.

Además, el caso de Eddy Curry, al que le detectaron una arritmia durante la temporada 2004/2005, fue otro agravante. Pero esto no es cosa del siglo XXI, ya que en los noventa grandes estrellas se vieron afectadas por problemas similares. Hakeem Olajuwon, fue varias veces al hospital por cardiopatías con latido irregular, un problema que fue identificado por primera vez en 1991. Aaron McKie y Derrick Coleman son otros ejemplos.

Eddy Curry, durante un partido de la NBA REUTERS

La cardiopatía hipertrófica con triste desenlace llegó a la NBA 12 años antes con Reggie Lewis. Este jugador de los Boston Celtics cayó fulminado en una cancha de baloncesto en 2993 cuando tenía 27 años. En 1993, durante un partido de playoffs ante los Charlotte Hornets, cayó repentinamente al suelo y se mantuvo allí por unos largos segundos. Se levantó mareado y sin noción de lo que sucedía. Los especialistas médicos del New England Baptist Hospital le diagnosticaron una cardiomiopatía focal. Aún así, decidió que seguiría siendo profesional y un 27 de julio, mientras entrenaba en la Universidad de Brandeis, no se volvería a levantar del parquet.

Estudios

Según un estudio de 2019, los jugadores de la NBA desarrollan una parte de su corazón de forma diferente al resto de personas. El tamaño del ventrículo izquierdo en estos deportistas es mayor que en los adultos normales. La investigación, que se detalla en un artículo publicado en JAMA Cardiology, sirve para la prevención de emergencias cardiacas en los jugadores de baloncesto. De hecho, los atletas afroamericanos, el caso de Aldridge por ejemplo, presentan un mayor grosor del ventrículo izquierdo que los blancos.

La incidencia de muerte súbita cardiaca relacionada con el deporte en Estados Unidos es más alta entre los jugadores de baloncesto. Además, la causa más común de muerte súbita cardiaca en esta población es la cardiopatía hipertrófica, un defecto del corazón que se caracteriza por un aumento del grosor de la pared del ventrículo izquierdo. Estas deficiencias son inevitables, pero lo más importante es que sean detectadas a tiempo y la vida del deportista no corra peligro. 

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