La detención de Brittney Griner en Rusia por presunta tenencia de sustancias estupefacientes abrió un debate mucho más profundo que el de si la motivación era castigar a Estados Unidos por sus sanciones económicas. El público menos cercano a la WNBA se preguntaba cómo una estrella de la liga estadounidense estaba jugando en Rusia. Y la respuesta era tan sencilla como que allí cuenta con mejores condiciones económicas.
Como Griner, muchas jugadoras disputan dos temporadas en un mismo año: una con franquicias WNBA y otras con clubes europeos. Todo por el dinero. El hecho de que no coincidan permite que más de una opte por, en lugar de descansar o entrenar tras finalizar la campaña en la WNBA, incorporarse unos meses a equipos de Europa. Si bien la liga española sabe lo que es recibir a este tipo de talentos, el potencial económico en países como Rusia hace que las ofertas allí sean mucho más lucrativas.
Medios estadounidenses han llegado a cifrar la diferencia salarial en cinco veces más. En el caso de Griner, desempeñaba su labor en el Ekaterinburg mientras en Estados Unidos defendía la camiseta de las Phoenix Mercury. El salario que percibe en la WNBA se desconoce, pero la cantidad máxima a percibir según el convenio firmado está en cerca de 250.000 dólares por campaña.
Brittney Griner, según datos del portal Spotract, está ligeramente por debajo de esa cifra de la WNBA con cerca de 228.000 dólares por temporada. Sin embargo, la cantidad que percibe por su contrato con el Ekaterinburg está cerca del millón de euros. Una diferencia notable, pero que va acompañada de una vida solitaria y en ocasiones hasta frustrante por las condiciones de Rusia.
La WNBA, cabe recordar, ya trabaja para ver cómo pueden frenar ese éxodo de jugadoras cuando acaba su temporada. Las mejoras económicas y de las condiciones de preparación son algunas de las claves. Pero también se pretende endurecer los tiempos en los que las jugadoras deben estar de regreso en Estados Unidos para preparar la siguiente campaña.
Más dinero, menos vida
Brittney Griner, pese a las complicaciones que está viviendo y vivirá hasta el 19 de mayo que se extiende su detención, ha tenido mejores condiciones a nivel deportivo que en la WNBA. Por poner un simple ejemplo, la competición norteamericana prohibió que se usaran aviones privados para las jugadoras, mientras que en Rusia los mejores clubes ponen casa y hasta chófer a cada una de las baloncestistas que completan su plantilla.
La parte positiva es evidente. Dinero y calidad. Pero, por el contrario, el día a día se limita a los entrenamientos. Así lo confiesan varias jugadoras en declaraciones a AP, donde describen un panorama de penumbra y soledad que se tiene que soportar a cambio de un alto salario que permita vivir el resto de la temporada en la WNBA.
DeLisha Milton-Jones, en declaraciones a la agencia, relata sus complicaciones cuando jugó en la década de los 2000 en Rusia. "Jugar allí no fue fácil porque el estilo de vida y la forma de vivir son muy diferentes de lo que experimentas en otros lugares de Europa y América", reconoce en su análisis sobre el Ekaterinburg, mismo club que Griner y en el que ella fue toda una estrella.
Natisha Hiedeman, ahora Connecticut Sun, también experimentó algo parecido la pasada campaña: "Es un desafío salir cuando no puedes comunicarte. Todo es 10 veces más difícil". Tal era su situación que apenas se movía. Su rutina era ir al gimnasio y desconectar con su mascota. El relato coincide con otra jugadora como Brianna Turner, que en AP confirma todo lo dicho anteriormente: "No había mucho que hacer fuera del baloncesto".
El panorama de la jugadora de baloncesto alerta de una clara desigualdad. Jugar con dos equipos en una misma temporada para mejorar los ingresos. Percibir mejores salarios fuera de la WNBA, mejor liga del mundo. Y todo a cambio de una vida más limitada, en peores condiciones sociales y donde solo se prima el dinero.
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