Llorando. Completamente roto por el esfuerzo y superado por la situación y por las emociones de quien no ha vivido partidos tan grandes en su carrera. Así ha terminado Alberto Díaz su encuentro contra Alemania en las semifinales del Eurobasket 2022. España ha aguantado en una lucha titánica contra el combinado del Herbert, en un duelo sin cuartel marcado por el golpe a golpe y por las alternancias tanto en el juego como en las ventajas.
España ha tenido dos caras claramente diferencias. Una con Alberto Díaz en pista. La otra, con el base de Unicaja fuera, castigado por las faltas y esperando su momento, agazapado en un banquillo en el que se mordía las uñas por no saltar a la cancha para comerse a sus rivales. Él, que había desdibujado a Shane Larkin en la fase de grupos y que había sido gran artífice de las victorias contra Lituania y Finlandia, tenía que aguardar a que llegara su oportunidad. Y terminó llegando.
El cambio de rostro de la Selección en la segunda mitad fue claro y notorio. En buena medida llevó escrito el nombre del Alberto Díaz. El malagueño fue pieza fundamental en la mejora defensiva del combinado nacional que dejó a Alemania en solo 40 puntos en los dos últimos parciales cuando había cerrado el primer tiempo en 51. Una diferencia de once puntos en el tanteador que puede no parecer abismal, pero que cuando se trata de partidos en el alambre, como terminó siendo tras los triples a la desesperada de Obst y Maodo Lo, supone un mundo.
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El malagueño ha aprendido a ser un héroe en la sombra. Su trabajo se ha terminado llevando muchos elogios, pero casi nadie repara en sus actuaciones durante los partidos. Brillan más los puntos de Brown o Willy y la garra de Rudy que esos tangibles e intangibles que aporta Díaz. Ya no son solo sus robos, sus interceptaciones o las faltas en ataque que consigue sacar a sus rivales. Es que ya se ha hecho mundialmente conocido por ser un dolor de cabeza para los oponentes y eso se nota a la hora de encararle.
La clave de Scariolo
La pizarra de Sergio Scariolo ya le ha asegurado a España una nueva medalla en una competición continental. Pase lo que pase, Rudy Fernández ha capitaneado a un equipo que, contra todo pronóstico, se traerá colgada una presea desde Berlín. Todos esperan que sea el oro, aunque para ello habrá que vencer a una de las grandes favoritas: Francia. Los galos vencieron en su semifinal a una débil Polonia. Es el paso que queda y con el sentimiento que le ponen jugadores como Alberto Díaz, todo es posible.
El base de Unicaja terminó el choque contra Alemania llorando como un niño. Feliz por el éxito conseguido. Cansado por el esfuerzo realizado. Y emocionado por todo lo que ha tenido que vivir en las últimas semanas. Pero ahí está otra vez, siendo pieza fundamental de un equipo que tiene a jugadores que lo han ganado casi todo, como Rudy Fernández, o que sueñan con convertirse en estrellas de la NBA como los Hernangómez o Garuba.
Sin embargo, el pelirrojo más famoso del baloncesto español ya se ha ganado un hueco en el corazón de todos. Sus robos son una parte fundamental de este equipo. Desde él nace ese punto de intensidad que ha cambiado tantos partidos. Sus marcajes a los bases rivales han dado aire a una España que por momentos se ha tambaleado. Su virtud para cerrar el pasillo central, su rapidez de manos en las ayudas, su lectura de juego para interceptar pases y esa capacidad innata para sacar de quicio a sus oponentes hasta que cometen la falta en ataque.
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Alberto Díaz es ese jugador que si está en tu equipo lo amas, pero que si está en el rival lo odias con todas tus fuerzas. Y por suerte, juega para España y hace grande a un grupo que ha callado ya todas las bocas habidas y por haber. Su última exhibición ha llegado contra Alemania y es que hasta los números están de su lado.
España sufrió en una primera mitad en la que Alberto solo pudo jugar dos minutos. Ahí estuvo una de las claves de esa mala primera parte. El andaluz se cargó con su segunda falta personal demasiado pronto fruto del ímpetu que siempre le pone a cada segundo que pasa sobre la pista. Fue un problema para la Selección, pero Scariolo tuvo la sangre fría de condurar sus presencias en la cancha.
Corría el riesgo de que se le fuera el partido y de que Schröder, autor de 19 puntos en los dos primeros cuartos, pusiera la remontada imposible. Pero el italiano gestionó bien la situación, Alberto supo bajar un par de revoluciones y su defensa volvió a ser clave en la segunda mitad para que España sumara otra victoria más.
Dennis Schröder nunca más volvió a jugar igual de cómodo. Siguió metiendo puntos, porque es un fuera de serie, pero a menor ritmo y estando mucho más aislado con el resto de sus compañeros. Se habían roto los lazos que le unían a una Alemania perfectamente acompasada. Y todo gracias a ese marcaje férreo, pero más inteligente que nunca, de Alberto. Se pegaba a él, abría sus brazos, le aguantaba todas las carreras, le ganaba el primer paso y sabía siempre cómo cortarle sus trayectorias. Un clínic defensivo para poner en las escuelas.
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A falta de 7 minutos y 45 segundos, Dennis Schröder anotó una entrada a canasta que celebró con un gesto en la cara de Alberto. Alemania se ponía con ventaja, 77-70, y el base que ha cerrado esta temporada en los Houston Rockets lo veía hecho. Sin embargo, ese fue el principio de su fin. El malagueño se apuntó ese desplante y consiguió que, desde entonces, la estrella germana no volviera a sumar ni un solo punto en juego. El resultado fue que España avanzara hacia la lucha por el oro.
El dato que resume la impecable actuación de Alberto es que con él en pista, la Selección registró un +25. Una absoluta locura. Por hacer comparaciones, sin duda odiosas, Lorenzo Brown terminó con un -7 y Willy Hernangómez con -3. Dos de los mejores del partido, a años luz en cuanto a rendimiento neto del malagueño. Solo consiguió acercársele el otro gran especialista defensivo del equipo, Rudy Fernández, con +11.
Pero no solo de defensa vive este hombre. Su rendimiento creciente en el Eurobasket le permitió afrontar con garantías algunos balones en ataque comprometidos. Y resolvió casi todas sus situaciones con éxito. Terminó anotando 10 puntos, repartiendo dos asistencias y sin fallos ni en tiros de dos ni desde la línea de personal.
De descarte a estrella
El rendimiento de Alberto Díaz en este Eurobasket está siendo asombroso. Su capacidad para cambiar dinámicas y partidos es una de las grandes cosas que ha descubierto esta nueva España. Sin embargo, si algo está destacando incluso por encima de su arrojo en la pista y de sus defensas, está siendo su actitud.
El andaluz sabe que no es la estrella del equipo y que su misión es la de mantener un perfil bajo que no luce, pero que suma. A fuerza de muchas batallas en la penumbra ha conseguido recibir la luminosidad de todos los focos. Y es un reconocimiento que tiene muy merecido porque hace solo unas semanas, Alberto no estaba ni en la lista de elegidos.
Sergio Scariolo tenía muchas dudas sobre con quién afrontar la difícil papeleta en el puesto de base para este Eurobasket. El nacionalizado Lorenzo Brown era fijo. Jaime Fernández parecía ser su otra apuesta y a ellos se añadía la duda de Sergio Llull. Finalmente, el del Real Madrid no pudo estar por lesión y quien llegó a la última criba antes del Europeo fue Juan Núñez.
En un giro inesperado de los acontecimientos, Scariolo decidió prescindir del joven talento criado en la cantera del Real Madrid y volver a llamar a un Alberto Díaz que había sido descartado semanas antes. De quedarse fuera y estar renqueante por una lesión a volver a entrar en los planes del italiano y ser parte del equipo que iba a disputar el Eurobasket.
Díaz tenía dos caminos. Mostrar una actitud vengativa con el entrenador que le había dejado fuera o hacer borrón y cuenta nueva y aprovechar la oportunidad más grande de su carrera. Optó por la segunda y de ahí que su carácter, su humildad y su compromiso hayan brillado incluso por encima de sus defensas. Ha pasado de poder estar en su casa a ser una de las grandes claves de esta España.
El base de Unicaja ha terminado el partido contra Alemania llorando y sin poder aguantar la emoción. Como él mismo decía, lo que estaba viviendo era increíble: "Este partido lo iba a ver desde el salón de mi casa y ahora estoy aquí. Es indescriptible. Tengo la suerte de poder estar en un grupo increíble. Nos queda un paso más". No iba a estar y ahora nadie se imagina una España sin él. Con un Alberto Díaz en el equipo se puede soñar con tumbar a Francia, con el oro europeo y con llegar hasta el infinito y más allá.