Música y ‘flow’ para acometer el gran reto de la familia del baloncesto español: el oro olímpico
La selección española de baloncesto inicia su asalto al oro en los Juegos Olímpicos de París, cuyo primer paso es el preolímpico de Valencia.
Dejar los egos a un lado, respetarse, pensar como un todo, ayudarse, remar en la misma dirección… son algunas pinceladas de lo que supone ser un grupo verdaderamente unido cuya fuerza se multiplica, precisamente, por el aporte de sus individuos. O dicho de otro modo, casi una familia en sí misma, un matiz intangible que, no obstante, ha sido -y es- el rasgo diferencial de la selección española de baloncesto en la gesta de sus grandes éxitos. Una familia que vuelve a reunirse ahora pensando en su próximo desafío: el oro olímpico en París 2024.
Pero antes de viajar a la capital francesa, España debe ganarse aún su plaza para el torneo a través del preolímpico que se celebra la primera semana de julio en Valencia. Endesa acogió en su sede el acto de presentación de los 24 jugadores elegidos por Sergio Scariolo para estos partidos previos, en los que haremos frente a Líbano y Angola antes de encarar el duelo final contra Finlandia, Polonia o Bahamas, ya con la clasificación olímpica en juego. Junto a todos ellos presidió José Bogas, Consejero Delegado de la compañía, acompañado de Elisa Aguilar, presidenta de la Federación Española de Baloncesto, entre otros. Al margen de lo estrictamente deportivo, la presentación también tuvo un espectacular acompañamiento musical: un mini concierto de la banda Sidecars, que interpretó tres canciones.
El evento planteado por el patrocinador de todo nuestro baloncesto fue en sí mismo un mensaje de ánimo y confianza hacia el equipo que tantos éxitos ha cosechado. Además, se imbuyó de una carga emotiva adicional dado que sobre el escenario todos tuvieron palabras para encumbrar la figura de Rudy Fernández quien, apenas días después de anunciar su retirada, piensa ya en los que serán sus sextos Juegos y en su último gran desafío, el único que se le resiste en su palmarés: el oro olímpico. La emotividad y la calidez de este homenaje a Rudy tiene mucho que ver precisamente con este sentimiento de fraternidad que transmite este grupo de deportistas y que, más que un tópico o una etiqueta queda bastante patente al verles interactuar: las miradas, las bromas o los gestos de camaradería son continuos y naturales, casi como asomarse a cualquier hogar durante la cena.
José Bogas / CEO de Endesa
Elisa Aguilar / Presidenta de la Federación Española de Baloncesto
EL ESPAÑOL comparte unos minutos con algunos de ellos. Sentamos a los jugadores de la selección Juancho y Willy Hernangómez y Santi Aldama, la exjugadora Marta Fernández (también hermana de Rudy), y los tres integrantes de Sidecars, Juancho (“curioso sentar a dos Juanchos en una misma entrevista”, apunta divertido), Gerbass y Ruly. La conversación fluye, principalmente, porque aunque estemos ante mundos tan presuntamente alejados como son la canasta y los micrófonos, en realidad no lo son tanto, mucho menos atendiendo a los puntos en común que estas personas van poniendo sobre la mesa. Porque al fin y al cabo son eso, personas que rozan la excelencia en sus profesiones -encestar unos y hacer música otros- pero cuya rutina lejos de los focos incluye (muchas) horas de convivencia con sus compañeros en las que caben todo tipo de vivencias.
Es un tiempo juntos en el que se estrechan lazos y se obran ‘milagros’ tales como que, incluso, jugadores de equipos rivales se consideren casi hermanos cuando coinciden en la Selección; o de que hasta viéndole la cara por la mañana al compañero uno ya sepa si está de buen o de mal humor. Pequeñas cosas que cualquiera puede asumir como propias si piensa en su gente y en su propio hogar y que se replican en este entorno tan competitivo en el que, de puertas para dentro, como se ve cuando los miras y escuchas de tú a tú, viven historias no muy diferentes a las de cualquiera.
Por tanto, no es accesoria la alusión a esa gran familia cuya idea se situó en primer plano durante la presentación de los jugadores que afrontan este trámite sin posibilidad de fallo que es el preolímpico. Tampoco, y por ahí empezamos, para el día de una banda de música como Sidecars, a la que el éxito la lleva por escenarios de todo el país y cuyos miembros, afirma su vocalista, Juancho, “llevamos 20 años juntos, desde que éramos unos críos, así que nos conocemos mucho, convivimos… ¡somos la relación más larga que hemos tenido! Entonces cuando uno sube a la furgoneta ya solo con verle la cara al otro sabe si es o no buen día para tocar los h…”, comenta entre risas.
Aún en momentos así todos -jugadores y músicos- destacan la identificación con unos objetivos comunes en los que “sumar, ayudarse y basar esta relación en el respeto y dejando los egos de lado, sin pensar solo en ti” supone hacerse más fuerte: “Pasamos mucho tiempo juntos y tenemos que pensar casi como un ente, no como individuos”, afirma Ruly.
Sea un grupo famoso o un equipo de élite, las sensaciones de las que hablan los músicos son muy similares a las del vestuario de la selección, incluso para quienes se han incorporado hace menos tiempo, caso de Santi Aldama. Él es internacional desde hace menos de un año pero en este tiempo ya ha participado en un Mundial, por lo que ya sabe lo que es formar parte de la familia “desde el primer día”. “Creo que parte del por qué esta selección ha sido tan buena, más allá del talento individual, es porque han dejado los equipos a un lado, estamos luchando por España y vamos a conseguir los objetivos que nos proponemos”, comenta.
En el caso de los Hernangómez, Juancho y Willy, lo de ser familia es literal. Y aunque entre ambos acumulan cotas excelsas con la selección como el Mundial de 2019 o el Eurobasket 2022, tienen la humildad de reconocer los matices que separan el vestuario de Scariolo de su casa familiar: “Bueno, es un poco diferente. Aquí luchamos todos por un objetivo y todos remamos en la misma dirección, y en la familia… al final se hace todo lo que dice la madre, es una dictadura”, comenta Juancho entre risas. “Yo creo que ese es nuestro secreto”, reflexiona, “luchar por y para España y por cada uno de nosotros, eso sí es una gran familia”.
“Creo que en la selección tenemos tan buen ambiente y tan buen rollo que al final Santi también podría considerarse un hermano, ¿no?”, reflexiona Willy. “Al final se resume en esos hábitos del día a día, cada comida, cada cena, cada entrenamiento… intentar ayudar al de al lado, hacerle mejor, que él te ayude a ti, no sé, al final es comprometernos el uno con el otro, creo que eso es lo bonito de del deporte, del baloncesto, de la familia o de una banda: sumar, conseguir los éxitos y disfrutarlos juntos”.
Marta Fernández, además de ser la encargada de conducir el evento organizado por Endesa, también tiene esa doble experiencia de tener un hermano en la élite y de haber formado parte de otra familia, la de la selección femenina, una denominación con la que considera que “quien la ideó dio en el clavo, ya entonces”. Y es que hoy, aun lejos de las canchas, recuerda aquella época como algo “que iba mucho más allá de una pista de baloncesto, ibas a pasártelo bien con gente a la que quieres”, afirma. “Al final los títulos se quedan en la vitrina pero con lo que te quedas realmente es con las personas, con lo que te hacen sentir y lo que transmite esta selección es algo incalculable”.
La música es otro vehículo muy potente a la hora de generar sensaciones y estados de ánimo. Por eso su maridaje con el baloncesto es un éxito que viene de lejos y que Endesa ha impulsado en España aprovechando que dos de sus principales líneas de patrocinio se ubican en estos ámbitos. Cada vez con más frecuencia, la compañía acompaña sus eventos deportivos con los temas de los artistas más relevantes, como fue la banda sonora de Marlena para la Liga Femenina Endesa, por ejemplo, o la presencia de Sidecars en este caso. Tiene sentido, como afirma Juancho Hernangómez: “En Estados Unidos se dice siempre que los raperos quieren ser jugadores y los jugadores quieren ser raperos”, comenta a raíz de su experiencia en la NBA.
De momento no nos imaginamos a Aldama cantando o a los Sidecars tirando triples pero lo que todos hacen bien es generar emoción y, por qué no, motivarse antes de saltar a la cancha. “Yo creo que cualquier persona que haga deporte necesita la música”, reconoce Santi. “La música tiene ese poder”, le apoya Juancho de Sidecars, porque “cuando escribes una canción en casa estando en gayumbos uno nunca piensa que va a llegar a sonar en los vestuarios antes de una competición, y nos hace mucha ilusión”.
Gerbass, cuya relación con el baloncesto fue más cercana -formó parte de la cantera de Estudiantes-, también es una voz autorizada para hablar de cómo con la música el jugador “se mueve con un poco más de flow”. Hoy lo vive de otra manera, sin perder aquella pasión por la canasta: “Me hace gracia pensar que ahora voy en la furgoneta hacia algún concierto viendo partidos o resúmenes de partidos y que, del otro lado, mientras ellos van a algún sitio a jugar, nos están escuchando en el bus o en el avión”. Quién sabe -ojalá- si también su música pone banda sonora al ansiado oro olímpico.