El baloncesto francés está de dulce. En los últimos meses se ha colocado en el escaparate mundial tras la medalla de plata en los Juegos Olímpicos o la irrupción de un talento, el de Víctor Wenbanyama, llamado a hacer historia en la NBA, pero sigue rompiendo los moldes y poniendo su huella en la canasta.
Su última gran creación es el París Basketball, un equipo que está sorprendiendo a propios y extraños y que domina con puño de hierro la Euroliga en su primera participación. Una institución creada en 2018 a la que tan solo le ha bastado un lustro para darse a conocer y convertirse en uno de los conjuntos más atractivos del Viejo Continente.
Lo que parecía un buen estado de forma a principio de temporada se está tornando en realidad. Dio un golpe sobre la mesa al imponerse a Olympiakos en El Pireo y el récord del equipo en la máxima competición continental es de 11-3. Además, encadena 13 victorias y está poniendo contra las cuerdas al hasta ahora imbatible Mónaco Basket.
El proyecto parisino ha cogido la directa y ahora mismo jugar contra ellos es un quebradero de cabeza. A Barça y Baskonia ya les ha vencido y en apenas 10 días recibirá al Real Madrid.
Inicios complicados
El origen del París Basketball está en la idea de los estadounidenses Eric Schwartz y David Khan, que buscaban crear un equipo de relevancia europea en la capital francesa. Schwartz, propietario principal, ya fue en su día un accionista minoritario de los Atlanta Hawks, mientras que Kahn ha ocupado cargos como el de presidente de operaciones en los Minnesota Timberwolves.
El primer paso en el nacimiento del equipo fue la creación de la sociedad Paris Basketball Investments y la fusión llevada a cabo por el Domrémy Basket 13, el Ménilmontant Paris Sports y el Club Sportif du Ministère des Finance (CSMF), tres equipos parisinos que se unieron con el apoyo del ayuntamiento de la ciudad. Tras ello, Schwartz y Khan compraron la plaza del Hyeres-Toulon, equipo que se encontraba en una difícil situación económica en la Pro B.
Viendo la situación actual del equipo podría parecer que el camino hasta la élite del París Basketball fue fácil, pero nada más lejos de la realidad. El ascenso a la Pro A (máxima categoría del baloncesto francés) fue un proceso realmente complicado. Lo hicieron en la temporada 2020-2021 gracias, en gran medida, a la figura de Juhann Begarin, que llegó a ser elegido en el pick 45 de la segunda ronda del Draft de 2021 de la NBA por los Boston Celtics.
Al año siguiente llegaron al equipo Kyle O’Quinn y Axel Toupane, quienes poseían una amplia experiencia en la NBA. Además, se incorporaron a la plantilla jugadores experimentados como Kyle Allman, Ryan Boatright o Amara Sy. Pese a que sobre el papel la situación era favorable para estar incluso en el top 8 de la liga, acabaron consiguiendo la permanencia en una agónica jornada final.
Estreno europeo
Poco a poco comenzaba a hacerse un hueco en la élite, pero el París Basketball seguía siendo un desconocido lejos de las fronteras galas. Sin embargo, la Euroliga tenía un gran interés por desembarcar en la capital francesa, un lugar estratégico en su proceso de expansión, y decidió dar una invitación al conjunto galo para disputar la Eurocup en la temporada 2022-2023.
Un nuevo reto para el equipo francés que apostó por Will Weaver como capitán del barco. Un técnico una amplia trayectoria como asistente en Philadelphia 76ers, Brooklyn Nets o Houston Rockets, pero sin experiencia en banquillos de baloncesto europeo. Una decisión arriesgada que no salió de la mejor manera posible. El París Basketball se despidió de la Eurocup en los cuartos de final y en liga no pudo disputar los playoffs.
Un paso hacia atrás, pero que acabó sirviendo para dar dos hacia delante. Tuomas Lisalo, ganador de la FIBA Champions League 2023, aterrizó en el equipo capitalino y lo llevó a los mejores resultados de su historia. Ganaron la Eurocup después de un camino inmaculado y se quedaron a un paso de levantar también el título liguero.
Una temporada sobresaliente que provocó la salida de Lisalo rumbo a los Memphis Grizzlies de la NBA y que supuso la llega al banquillo del París Basketball de Tiago Splitter. Con él, el sueño parisino no ha hecho más que crecer.
Seña de identidad
Ganar la Eurocup le sirvió al París Basketball para ganarse una plaza en la Euroliga y es ahí donde está terminando de dar el salto definitivo. Muchos lo metían en las quinielas por estar en los últimos de la tabla, pero ha ocurrido justamente lo contrario. Son líderes con 11 victorias en 14 partidos.
Lo que comenzó siendo un sueño se ha convertido en una realidad. Ya han ganado a Panathinaikos y Olympiacos, los dos grandes candidatos al título, y está mostrando un poderío y un estilo de baloncesto más parecido a la NBA que al baloncesto europeo. Todo ello, quizá, fruto de la influencia de Splitter por su pasado en los banquillos de la 'Liga de las estrellas' (Nets y Rockets).
París Basketball asume un alto volumen de lanzamiento de tiro de tres puntos -con 52 triples intentados rompió el récord de la Euroliga en su 6º partido en la competición-, sin circular apenas el balón y con ataque realmente cortos, levantando tiros en los primeros segundos de posesión.
Baloncesto rápido, y de alguna forma continuista, es la que Splitter cree que les hará ganar partidos: "A mi modo de ver, es cómo se va a jugar el baloncesto moderno. Ya se juega así en muchos lados y la NBA es uno de ellos. Europa todavía es más reacia al cambio. Mucha gente decía que esto no iba a funcionar o que sólo funcionaría a veces. Tengo jugadores a los que este tipo de juego les viene bien. Si jugásemos despacito, pasando el balón, nos iba a costar más. Es la manera que tenemos para ganar partidos", dijo.
Todavía queda mucho camino por recorrer, seguramente el más difícil de todos, pero el París Basketball ya está dejando huella. Están ofreciendo algo que no habíamos visto en clubes de su perfil y no parecen tener techo. Continúa la revolución francesa.