La Semana Santa es tiempo de resurrecciones. Y ya tocaba que Luka Doncic volviese a dejar atónito al planeta baloncesto. Más desapercibido que en otros tramos del curso últimamente, quizá por lo malacostumbrado que ha tenido al personal, el niño protagonizó un domingo inolvidable contra el Baskonia: asistencias, palmeos, dos más uno, triples, cambios evidentes de dinámica para el Real Madrid cada vez que saltó a pista y hasta una Pasión, al sufrir un tremendo golpe de Chase Budinger sancionado con antideportiva. Dio igual: el crío ganó el partido hasta sumido en el dolor. Tal es el influjo de Doncic, con 18 años de cuerpo y 28 de mente [Narración y estadísticas: 86-82].
Es una obviedad que empieza a haber pocos jugadores en Europa como el esloveno, que dejen al respetable tan ojiplático con su concurso. Hay que tener muchas agallas y hay que ser muy bueno para discutirles a Sergio Llull y a Anthony Randolph los máximos galones de este Madrid. Pero Luka lo es, desde luego. Ese pase que le dio a Othello Hunter para que anotase a placer lo dan pocos. Ese coast to coast culminado con un mate no está al alcance de cualquiera. Esa efectividad desde el perímetro cuando más apretaba el Baskonia requiere de una sangre fría que sólo atesoran los auténticos 'cracks' de la canasta.
Y Doncic lo es. Vaya si lo es. El Madrid se ha puesto colíder en la ACB asegurando los playoffs gracias a su talento. Y eso que el Baskonia no dejó de parecer un avión durante todo el envite, como dijo Pablo Laso en un tiempo muerto ya en el primer cuarto. Del 0-8 inicial hasta los últimos minutos, los hombres de Sito Alonso disputaron la victoria y se agarraron a su tercera plaza con el carácter que les define. Con Beaubois como principal ejecutor a golpe de triple, el puzzle baskonista fue nutriéndose de nuevas piezas a medida que el encuentro avanzó: los rebotes, asistencias y aciertos en el tiro libre de Larkin, el arrojo de Voigtmann por dentro y por fuera, la aparición de Hanga a la hora de la verdad, la potencia (aunque pasado de revoluciones al final) de Budinger…
Pero no todo fueron momentos cumbre de unos y otros. De hecho, estos los acapararon el segundo y el último cuarto. En el primero, las 'pedradas' mandaron, dejando claro que no iba a ser el día de ninguno de los dos equipos en el tiro de tres. Tras el descanso, las técnicas lo acapararon todo durante unos minutos: Ayón (salió del partido cuando mejor estaba jugando), Llull, el banquillo madridista, el pique de jóvenes entre Diop y Doncic… Los rebotes ofensivos y las pérdidas también tuvieron su incidencia. Centrarse en plena y continua batalla sin cuartel iba a ser decisivo para ganar.
Porque el Baskonia siempre volvía. ¿Que el Madrid se puso por delante por primera vez poco antes de finalizar la primera mitad? Pues los vascos asaltaron el marcador de nuevo en el tercer cuarto. ¿Que los blancos amenazaron con romper el encuentro y echarle el candado al electrónico justo antes de los 10 últimos minutos? Nada, las tablas acabaron regresando.
Como también lo hizo Llull, desaparecido como nunca pero incisivo como siempre al calor del bocinazo. Y Randolph, con un triple y dos tiros libres con sabor a triunfo a 33 y 12 segundos de la conclusión respectivamente. También Hunter y Carroll, productivos a más no poder, y Felipe Reyes, nuevo máximo anotador histórico del Madrid en la era ACB. Aunque el domingo, en primera y última instancia, fue de Doncic. Eso es indiscutible.