Nunca está de más desempolvar los clásicos. Y el Real Madrid siempre fue muy dado a aclarar que estos no pasan de moda en ningún caso. Primero, los habituales del Palacio se sorprendieron con el Devuélveme a mi chica de Hombres G en los prolegómenos del encuentro liguero ante el Betis de este miércoles. Después, llegaron el Freed from Desire de Gala Rizzato en honor a Edy Tavares y el We will rock you de Queen para loar a Luka Doncic. Más tarde, el Beat It de Michael Jackson en el descanso y el Walking On Sunshine de Katrina & The Waves en pleno tercer cuarto. Esta última canción no pudo sonar en mejor momento, cuando empezó a quedar claro que el mayor de todos los clásicos, al menos en esta ACB, también iba a ser sacado a colación: el Madrid, oh sorpresa, ganó otro encuentro doméstico más [Narración y estadísticas: 104-89].
Luka Doncic fue el principal responsable de que los hombres de Laso caminaran bajo el sol por enésima jornada (en este caso, adelantada al disputar los blancos la Final Four de la Euroliga la próxima semana). Con 14 de valoración en sus nueve minutos iniciales (42 astronómicos créditos finales), el niño ya firmó toda una declaración de intenciones. Anotaba (con baile a Urtasun incluido), reboteaba, asistía y, en definitiva, se salía de la pista. A poco que continuó sopla que te sopla al inicio de la segunda mitad, el fortín del Betis quedó derruido. Tan fuera de juego como quedaron las casas de los cerditos del cuento ante la venida del Lobo Feroz. El ejemplar balcánico de la especie logró un triple-doble para el recuerdo, un hito estadístico inédito en el campeonato español desde hace 11 años: 17 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias.
El colista necesitaba un triunfo para mantener viva la cada vez más débil llama de la salvación. Había que asaltar el WiZink Center más frío que se recuerda desde hace tiempo (ni la fecha ni el partido en sí ayudaron: 4.108 espectadores) en busca de un milagro menos utópico. Se dio la cara durante unos cuantos minutos por mediación, sobre todo, de Booker y Anosike. Pero el guión del duelo, como tantos otros en esta temporada liguera, ya estaba escrito de antemano: el líder iba a ganar. Por mantener las buenas costumbres.
Así parecía anticiparlo otro tema imperecedero como Johnny B. Goode, de Chuck Berry, justo antes del arranque del último cuarto. Y, cómo no, tenía que entonarse el tema de Los Picapiedra para rendir homenaje a Jaycee Carroll. Bien que contribuyó el norteamericano a que el Madrid acabase los 20 primeros minutos con 10 triples (19 al bocinazo), primera muestra clara de que olía a victoria local. Tampoco hay que pasar por alto los 12 puntos de Rudy Fernández en el segundo cuarto. O las cinco asistencias de Sergio Llull en idéntico periodo. O los nueve puntos de Taylor cuando las ilusiones visitantes quedaron frustradas del todo en el tercer acto.
Y la defensa blanca, por supuesto, dejó en aguas de borraja los arreones béticos. Era eso, ganas atrás, lo que de verdad les faltaba a los hombres de Pablo Laso para dominar el marcador sin compasión. Con mucha paz, la intensidad en la canasta contraria llegó. Por ahí andaba Tavares para garantizarla. Bien secundado por Ayón, que además repartió el balón con tino. La aparición final de Thompkins fue otro motivo más para colocar una renta insalvable en el electrónico: hasta 17 de máxima para cerrar el acta sin mayores sobresaltos. Clásicos de ayer y hoy del Madrid en esta Liga Endesa.
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