Serge Ibaka es uno de los agentes libres con más caché del verano en la NBA. El séptimo y el quinto más codiciado, en concreto, según varios medios estadounidenses. El actual jugador de los Toronto Raptors suena incluso para reforzar a unos Houston Rockets en los que acaba de aterrizar Chris Paul, y los Miami Heat también han mostrado interés en él. Sin embargo, Ibaka ha sido protagonista en las últimas horas por otros motivos bien distintos a los deportivos: el racismo. Lleva ocho años en la NBA (siete en los Oklahoma City Thunder, medio en los Orlando Magic y desde febrero en los Raptors). Un periodo de tiempo en el que su edad ha suscitado dudas entre las franquicias de la mejor liga del mundo. Inquietudes sobre si esos 27 son o no auténticos que se han hecho públicas ahora.
Todo lo desencadenó una conversación entre los periodistas Zach Lowe (ESPN) y Jordan Brenner (Bleacher Report) durante un podcast. El segundo pasó de alabar las cualidades del congoleño a admitir que no había cumplido las expectativas en Toronto y a soltar la 'bomba' sobre su edad. Lowe siguió en la misma línea, reconociendo que algunos equipos de la NBA creen que Ibaka es mayor de lo que indica su carné de identidad y que eso podría afectarle en el mercado veraniego.
Esa suerte de especulación extendida por la liga estadounidense podría explicar “por qué su juego se ha estancado en los últimos años”: de ser un portento físico (sobre todo a la hora de realizar mates y defender) a volcarse más en el ataque y taponar menos. El runrún ha sido tan intenso en los últimos días que Ibaka no ha dudado en defenderse. El ala-pívot africano ha lanzado un comunicado en el que deja claro que se siente orgulloso de sus raíces y del “trabajo duro” desarrollado para llegar a triunfar en el baloncesto.
“Estoy muy disgustado con la pequeña parte de la sociedad que difunde rumores y crea noticias basadas en estereotipos y sin ninguna prueba. Es triste que a día de hoy siga habiendo prejuicios basados en tu origen y, como africanos, a veces necesitamos posicionarnos. Nací en la capital de la República del Congo, Brazzaville. Una ciudad con una población mayor al millón de habitantes. Una ciudad con hospitales, un registro civil y una administración. Nací en una familia cuidadosa, cariñosa y unida. No nací en la jungla”, se expresa Ibaka con rotundidad.
“Sé que vivimos en un mundo donde las noticias vuelan y mandan los rumores y los scoops, pero creo que los medios deberían tomarse su responsabilidad seriamente cuando hablan sobre asuntos importantes que pueden hacer daño a la gente. Sé quién soy y de dónde vengo, también la gente que me conoce de verdad. Es triste que mucha gente habrá leído el rumor y se habrá creado una impresión falsa para siempre. Quizá no leerán lo que estoy escribiendo ahora. Lo que está claro es que nadie me va a quitar el orgullo por mis orígenes ni el amor que siento por el baloncesto”, concluye.
Ha habido otros casos similares al de Ibaka antes (Dikembe Mutombo, Bismack Biyombo, el chino Yi Jianlian, el turco Ersan Ilyasova…), así que la situación por la que pasa no es nueva en la NBA. Mientras los Raptors esperan poder firmar un nuevo contrato con él y otros equipos están a tiempo de llevárselo (Ricky Rubio y José Manuel Calderón ya tienen nueva camiseta), el internacional español se muestra tal y como es. Le guste o no a los demás.
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