¿Quién es Fran Contador?, preguntamos al interesado. Sonríe. “Para muchos, sólo el hermano mayor de Alberto Contador”, enuncia con modestia. Este ingeniero industrial especializado en la rama de electrónica se ha convertido en uno de los personajes más poderosos del ciclismo español. Cabalga a hombros de un gigante, ganador de las tres grandes vueltas, la gran estrella del pedal nacional y una de las más brillantes a nivel mundial junto a Peter Sagan, Chris Froome o Nairo Quintana.
Desde 2008, Fran Contador (1978, Pinto) es el representante de Alberto. “Después de ganar el Tour de Francia en 2007 y el Giro de Italia en 2008, nos pusimos de acuerdo para que yo me ocupara de gestionar la avalancha de novedades y temas extradeportivos que comporta el éxito. Pasé a encargarme de sus contratos, de sus patrocinios, de los eventos a los que acudía…”
Hasta entonces, quien se encargaba de manejar los destinos de Contador era el exciclista Tony Rominger, uno de los conseguidores más respetados del mundillo. “Pero en un momento dado nosotros creíamos más en Alberto de lo que creía Tony. Además, necesitábamos un tipo de trabajo distinto. Más que alguien que gestionara su contrato con el equipo de turno, Alberto necesitaba un asesor que trabajara a diario con él”.
Las tramoyas del deporte profesional son, por definición, oscuras. El atleta necesita personas de confianza cerca; especialmente cuando su salario alcanza las siete cifras y el patrimonio a administrar, en términos económicos y de imagen, comienza a ser importante.
Para terminar de entender por qué Fran gestiona a Alberto, es necesaria la figura de Francisca Velasco, madre de ambos y artífice de una educación, en palabras de Fran, “basada en valores de respeto, humildad, sacrificio y autoexigencia”. Francisca es “muy familiar. Siempre quiere que estemos juntos”. Quienes conocen a Alberto y su entorno de cerca dicen que ella ha sido la clave para mantener a los hermanos cerca y trabajando en armonía. Otro factor clave es el menor de los cuatro hermanos Contador Velasco, Raúl, discapacitado físico y psíquico al que cuida el padre, Francisco. “Nos ha aportado bastante como familia. Nos ha enseñado que en el mundo hay de todo”. Suerte y desgracia. La adversidad une.
La Fundación
Uno de los instantes más definitorios de la trayectoria deportiva y vital de Alberto Contador (1982, Pinto) sucedió lejos de podios multitudinarios o duelos épicos. Fue en mayo de 2004, durante la primera etapa de la modesta Vuelta a Asturias. De repente, el entonces prometedor escalador se desvaneció y cayó de su bicicleta. En un primer momento, los médicos no tenían indicios de qué podía haber sucedido, más allá de los dolores de cabeza que habían acuciado al ciclista en los días previos.
Una semana después, Alberto despertó a sus padres en plena madrugada, convulsionándose en su cama. Estaba sufriendo un segundo ictus hemorrágico, como el que había sufrido en plena carrera, a causa de un cavernoma cerebral. Fue trasladado rápidamente al hospital, lo cual evitó que sufriera cualquier daño permanente. Seis meses y varias operaciones después ya estaba pedaleando; en apenas siete había retornado a la competición y conseguido su primera victoria tras el percance, una etapa del Tour Down Under australiano. El resto es historia.
Fue a raíz de esta historia que, en 2010, los Contador constituyeron la Fundación Alberto Contador, cuya actividad comenzó en 2012. “Su primer objetivo es dar a conocer la enfermedad que padeció Alberto, el ictus cerebral, y ayudar a entidades que se dedican a estudiarla y divulgarla”, explica Fran. “A tal efecto realizamos distintos eventos y hemos financiado un proyecto de investigación en torno a la propensión al ictus en menores de 52 años. También entregamos unos premios junto a la Fundación Ananta para entidades de presupuesto menor a 100.000€”.
“El segundo objetivo de la Fundación es promover la práctica del ciclismo”, continúa explicando. “Para eso hacemos la campaña ‘Bicis para la vida’, en la cual recogemos bicicletas usadas, las reparamos en un taller en el que trabajan personas con discapacidad y las regalamos a colectivos con necesidades particulares en España y en países en vías de desarrollo; organizamos la Marcha Cicloturista Alberto Contador; mantenemos una escuela de ciclismo en Pinto para niños de entre 6 y 14 años; realizamos un proyecto de formación escolar llamado 'En Bici'… Y tenemos dos equipos ciclistas, uno juvenil y otro sub23”.
¿Un equipo de Contador?
En febrero de este año, Alberto Contador conmocionó al mundo del ciclismo anunciando que 2016 sería su última temporada como profesional. En los últimos meses ha mantenido la mayor, pero con matices. “Me gustaría colgar la bici en la cima”, declaró en septiembre a Marca. “Me plantearía no dejarlo si las cosas se torcieran [en esta teórica última temporada]. [También] Podría motivarme seguir con mi propio equipo en 2017”. Una posibilidad que toma cuerpo toda vez que su escuadra actual, Tinkoff, no tiene su futuro asegurado más allá de este invierno… Y que la Fundación tiene ambiciones fundadas de crecer.
“Estamos intentando crear un equipo profesional”, asevera Fran. “No es una necesidad acuciante, sino un deseo realista. Esperamos hacerlo realidad en un futuro próximo. No tenemos prisa, pero tampoco pausa. Me gustaría que saliera a las carreteras en 2017”. ¿Será en el World Tour, como apuntó Alberto en un acto publicitario celebrado en septiembre? “El escalón en que se integraría el equipo depende del compromiso del patrocinador”, zanja el mánager, que descarta la categoría Continental (la tercera división del ciclismo; medio millón de euros de presupuesto) por no ser rentable. Las opciones, pues, son la Profesional (segunda división, con acceso a carreras de primera como son las tres grandes vueltas; requiere entre dos y seis millones de euros anuales) y la World Tour (primera división; más de diez millones de euros y el mejor calendario posible garantizado).
Fran Contador describe su proyecto de equipo como “global”. “No tendría sentido limitar el equipo a un país. Tendremos bandera española, puede que haya mayoría de españoles, pero estaremos abiertos a contar con ciclistas y técnicos de todo el mundo. Es necesario, tanto de cara a los patrocinadores como de cara a las competiciones”. La base sería el elenco de su actual equipo sub23, en el cual figuran promesas rutilantes como Fernando Barceló o Álvaro Cuadros, a su vez representados por el propio Fran, que cuenta que ellos dos, su hermano Alberto y Enric Mas, con quien dejará de trabajar este invierno, son los únicos ciclistas que lleva en su cartera. Es falso, pues, el rumor de que todos los jóvenes que corren en los equipos de la Fundación, grosso modo los mayores talentos nacionales, tienen que firmar contrato de representación con él para entrar a la estructura.
¿Se contemplaría que la Fundación uniera sus esfuerzos para sacar un equipo a las carreteras con los de antiguos técnicos de Alberto que ahora mismo están tratando de hacer realidad sus proyectos? “Nos gustaría hacer algo totalmente nuevo y nuestro”, contesta Fran con reticencia. “Figuras como Johan Bruyneel o Bjarne Riis tienen una jerarquía enorme y, lógicamente, querrían imponer sus puntos de vista. Si surgiera una posibilidad de colaborar con alguien como Bjarne habría que estudiarla, pero en principio nos gustaría realizar el proyecto con nuestra filosofía”.
En todo momento, Fran Contador transmite paciencia y prudencia. Se nota que, como su hermano, tiene un discurso serio y calculado al milímetro. Cuando le pedimos posar para la fotografía principal de esta pieza en la nave de la Fundación, con todo el material y la infraestructura de los equipos a la vista, declina cortésmente. “Mejor en la oficina”. Entre estas cuatro paredes, en una de las cuales lucen los maillots rosa, amarillo y rojo de ganador de Giro, Tour y Vuelta, Fran fragua el futuro de Alberto Contador. De él depende, en gran parte, el porvenir del ciclismo español.