Roccaraso es una subida amable: larga, pero sin pendientes extremas; constante, pero con descansos; tan propicia para demarrar como para esconderse. Su trascendencia yacía en el hecho de que en su cima estaba la meta y en que la etapa, la sexta, era el primer contacto de esta edición del Giro d’Italia con la montaña. Así, el análisis de cada detalle estaba garantizado y las sorpresas, también.
“Vengo a este Giro tranquilo, en busca de victorias de etapa”, dijo Tim Wellens en la víspera de la ‘corsa rosa’. Wellens es la perfecta representación de su equipo, Lotto-Soudal: por nacionalidad (belga), por juventud (25 años y mucho que progresar), por talento (muy buen motor, aunque un punto por debajo de los superclases) y por actitud (combativo hasta el extremo).
Hoy capturó su primer triunfo parcial en una gran ronda mediante una táctica valiente: atacó junto a su compañero Pim Ligthart mediada la etapa, cazó a los supervivientes de la fuga larga de la jornada y los soltó en la subida final para llegar a meta con ventaja suficiente para bajarse de la bici y alzar su bicicleta Ridley como si de un trofeo se tratara.
“Hoy vamos a atacar. Primero yo y después, Nibali”. Pocos corredores desnudan su táctica y sus intenciones con tanta alegría como lo suele hacer Jakob Fuglsang en los medios daneses. En su día reveló que, en este Giro, Astana quería ganar con el capitán Vincenzo Nibali y colocarle a él, el danés cuyo apellido se traduce como “canto de pájaro”, en el podio. Hoy se cumplió lo que avanzó por la mañana. Si la táctica no llegó a completarse fue porque Nibali se mostró impotente para efectuarla. Su ataque fue débil y rápidamente neutralizado por Sky.
“No vengo a por la general del Giro. No me he concentrado en altura ni he realizado ningún entrenamiento específico. Mi objetivo son las cronos”. Eso responde Tom Dumoulin cada día en la rueda de prensa que debe ofrecer por vestir la ‘maglia rosa’ de líder. Hoy, cazado Nibali, arrancó sin contemplaciones. Se llevó a su rueda al ‘sputnik’ Ilnur Zakarin (Katusha) y al diminuto economista Domenico Pozzovivo (Ag2r) y cazó a Fuglsang, que amenazaba con arrebatarle su preciada prenda. Aunque el danés y el ruso se llevaron las bonificaciones, Dumoulin cumplió su misión y blindó su liderato, que estará de nuevo en solfa el sábado (final picado en Arezzo) y el domingo (crono larga por las colinas del vino Chianti).
"El ataque no estaba planificado. He visto a Nibali con dificultad en un falso llano y he decidido arrancar a tope hasta meta. No me esperaba estar tan fuerte. Ahora pienso que puedo pelear también por la general". Con estas frases declaradas en distintas televisiones reveló Dumoulin sus verdaderas intenciones en este Giro. Segundos después que el neerlandés cruzaron la línea de meta el resto de favoritos: Chaves, Urán, Majka, Valverde, Landa, un Nibali algo exhausto. Queda mucho para la hora de la verdad en esta ‘corsa rosa’. No obstante, signos como los atisbados hoy marcan el estado de ánimo. Dumoulin empieza a postularse como rival a batir. Lo será mucho más tras Chianti.