El Tour de Francia contuvo la respiración cuando, mediada su etapa inaugural, uno de sus grandes favoritos se fue al suelo. Fue el español Alberto Contador (Tinkoff), ganador de la carrera en 2007, 2009 y 2010 (título este último del cual fue desposeído por un positivo por clembuterol), quien se topó con una isleta a 80 kilómetros de meta y se llevó un tremendo golpe contra el suelo.
El pelotón de la Grande Boucle estaba viviendo un momento de tensión. El conjunto estadounidense Cannondale, liderado por el galo Pierre Rolland, había tensado en cabeza buscando aprovechar el aire que soplaba para forzar unos abanicos y cortar el pelotón. Pese a no prosperar la escaramuza, el grupo estaba revuelto, con todos los equipos de favoritos a la general y favoritos a la victoria de la etapa con final en Utah Beach peleando por las posiciones delanteras de la carrera.
Fue entonces, a 60 kilómetros por hora, que sobrevino una curva a derechas cortada por una isleta. Ahí resbaló el estadounidense Brent Bookwalter (BMC), que arrastró en su caída a varios ciclistas entre los que se encontraban Contador y varios gregarios de Sky, entre ellos Geraint Thomas. El pinteño, con el hombro derecho de su maillot destrozado, reemprendió la marcha de inmediato con evidentes gestos de dolor y se vio obligado a cambiar de bicicleta y de zapatillas.
Aun así, Contador tuvo suerte. Por un lado, el grupo ralentizó su furiosa marcha a señal de Fabian Cancellara (Trek), que impuso una tregua mientras Tinkoff devolvía a su líder al seno del pelotón. Por otro, las consecuencias de la caída son livianas: según contó el servicio médico de la carrera a la televisión francesa, su hombro sólo tenía quemaduras superficiales que fueron vendadas aparatosamente.