En diciembre de 2015, Oleg Tinkov anunció que iba a guardar su juguete favorito en un cajón, que la crisis del rublo y de las acciones de su banco no le permitían seguir invirtiendo decenas de millones de euros anuales en contratar a los mejores ciclistas del mundo para su divertimento y vanagloria, y convirtió a su Tinkoff en un equipo en descomposición. Ahora el magnate bromea con dar marcha atrás; en algunos medios incluso informan de que el lunes, durante el día de descanso en Andorra, sondeó a miembros del equipo sobre la posibilidad de continuar un año más, posibilidad que él mismo ha desmentido esta mañana. [Así te lo hemos contado]
¿Por qué la marcha atrás? Porque el rublo recobra fuerza como divisa; porque Tinkoff Bank ha doblado su valor bursátil en el último trimestre… Y por Sagan, Peter Sagan, uno de los cuatro corredores con contrato en vigor con la estructura hasta 2017, del cual iba a ser liberado en virtud de un pacto de caballeros para permitirle fichar, en principio, por el remozado Bora-Hansgrohe alemán. Si Tinkov decidiera continuar, tendría derecho a mantener al vigente campeón del mundo a su servicio. [Así está la clasificación general]
Ya en 2015, Peter Sagan fue reconocido unánimemente como el ciclista más fuerte del pelotón del Tour de Francia. Pese a no ser candidato a la general por sus limitaciones cuesta arriba y a no ganar ninguna etapa, sus exhibiciones fueron constantes y sobresalientes. Su actuación en esta edición de la gran ronda francesa no se está quedando atrás: desde su sprint para ponerse de amarillo en la segunda etapa hasta su demostración de fuerza en la fuga de ayer para júbilo de Matthews.
Peter Pan corre inocente, divirtiéndose. Incluso en el infierno ventoso de hoy camino de Montepellier, tan llano como insidioso. “Ha sido la etapa más dura del Tour”, despachaba en caliente Eusebio Unzué, mánager de Movistar Team, en COPE. “El recorrido ha sido incomprensible, con muchísimos pasos por pueblos para provocar cortes en el pelotón. Los ciclistas no han podido comer ni apenas beber, han vivido un estrés y una tensión horribles”.
Hablaba Unzué con despecho y frustración porque su líder, Nairo Quintana, había vuelto a perder tiempo con respecto del maillot amarillo Chris Froome, que supo saltar a la grupa de Sagan cuando este arrancó, casi jugando, a la rueda de su coequipier Maciej Bodnar. Tras Froome saltó su fiel gregario Geraint Thomas; el cuarteto se destacó y llegó a meta por delante del pelotón. “Atacamos porque sí y de repente vinieron Froome y Thomas”, narraba juguetón el vigente campeón del mundo, ganador de la etapa. “Sabía que, estando cuatro ciclistas tan fuertes delante, no nos iban a cazar desde atrás. Ha sido increíble”.
La ganancia de Froome fue exigua. Sólo 6” reales, más los 6” de bonificación por cruzar la meta segundo. El golpe psicológico, en cambio, fue mayúsculo. Mientras Froome y los suyos habían aguantado con suficiencia los avatares del viento y navegaban en cabeza del pelotón en el instante decisivo, Movistar se había deshilachado y Nairo pedaleaba en la parte trasera solo. “Cada uno íbamos haciendo lo que podíamos, y ya está”, zanjó Alejandro Valverde, adlátere del colombiano, en Eurosport. No es el mejor presagio de cara al díptico decisivo, con la subida a un Mont Ventoux recortado el jueves y la crono larga del viernes que analizaremos esta noche en La Edición.