A diez días de cumplir los 37 años, Alejandro Valverde vive probablemente el mejor momento de su carrera deportiva. Una trayectoria que se extiende ya durante casi tres lustros y en la que ha logrado numerosos éxitos. Ahora, con 106 victorias en su extenso palmarés, él mismo confiesa en cada aparición pública que uno de los motivos por los que compite es el de “romper barreras y batir récords”.
Pues bien, el de Las Lumbreras tiene ahora a mano la posibilidad de derribar uno de los últimos muros que le quedan: ganar este domingo la Amstel Gold Race, la primera prueba del conocido como ‘Tríptico de las Ardenas’, una sucesión de tres prestigiosas clásicas en apenas una semana de las que en España se sabía más bien poco hasta hace una década. Precisamente Alejandro Valverde ha contribuido en gran medida a que desde nuestro país empecemos a prestar atención a las clásicas de primavera.
El Tríptico comienza este domingo con Amstel Gold Race. La menos histórica de las tres, y la única que le falta a Valverde. De lograrla, se convertiría en el primer español en tener las tres, aunque en años diferentes. Son 261 kilómetros entre Maastricht y la localidad de Berg en Terblijt en los que se pasan 35 cotas y muros. El miércoles se celebrará la favorita del murciano: la Flecha Valona, ya en territorio belga. Más corta -198 kilómetros- pero con final en el explosivo Mur de Huy. Una cuesta de algo más de mil metros y rampas superiores al 18%. Y el próximo domingo día 23 se disputa la más prestigiosa de las tres: la Lieja-Bastoña-Lieja. Otros 258 kilómetros plagados de muros y cotas en la carrera más antigua del calendario. Se corre desde 1892 y en el mundillo ciclista se conoce como ‘La Decana’.
La prueba de que en España nunca se le prestó demasiada atención a las Ardenas se encuentra en que el primer español que subió al podio fue David Exteberría en el año 2000, segundo en Lieja. Luego Igor Astarloa abrió fuego en 2003 con la victoria en la Flecha Valona, la misma en la que ahora Valverde es recordman absoluto con cuatro triunfos -2006, 2014, 15 y 16-, superando al mismísimo Eddy Merckx y derrotando a ciclistas de todas las generaciones: desde mayores como Rebellin hasta jóvenes como Alaphilippe, segundo en las dos últimas ediciones.
El club de los elegidos
Tras tirar la barrera de la Vuelta al País Vasco, Valverde asegura que ha encontrado la forma de ganar carreras: “En el ciclismo ya lo he hecho casi todo. Tengo la misma forma física, pero corro sin ninguna presión. Eso me da una tranquilidad enorme y me permite pelear por ganar allí donde voy”, dijo en rueda de prensa. Pero lo suyo con Amstel viene de lejos: Ya en 2009 expresó sus intenciones y lamentó que llegaba a la cota decisiva, el Cauberg -900 metros con picos del 12%-, sin fuerzas para atacar: “Me gustaría ganar esta carrera, pero siempre llego justo de fuerzas al final”, dijo entonces con los colores del Caisse D’Epargne. Hace ocho años y la cuenta sigue pendiente. Él mismo lo dejó claro antes de comenzar la presente temporada: “Me quedan por ganar clásicas como Amstel o Lombardía. Este año volveré a las Ardenas e intentaré ganar la que me falta”. Fue segundo en 2013 y 2015.
Si este domingo se hace con ella, Valverde entraría en un selecto club de corredores que tienen las tres pruebas. Evidentemente Merckx es el rey, con 10 victorias en total. Por orden cronológico también están en ese elenco Bernard Hinault, Michele Bartoli, Davide Rebellin y Philippe Gilbert. Éstos últimos son los únicos que la han logrado en el mismo año. El italiano en 2004, el belga en 2011. Si nos ponemos a soñar, Valverde tiene a tiro un triple récord que sería ya el delirio absoluto: ganar Amstel en primer término; repetir con Flecha y Lieja –ya ganó ambas seguidas en 2006 y 2015- y llevarse el Tríptico completo en el mismo año. De hacerlo, igualaría a Merckx con 10 clásicas en su haber. Todo esto en una semana. Así escrito parece sencillo, pero si sólo se ha hecho dos veces en la historia debe ser complicado.
Sin Alaphilippe, con Gilbert
Pero Valverde sabe perfectamente que va a ser la rueda más vigilada. Por eso la tranquilidad que ha logrado en estos años de madurez en los que siente que correr ya es sólo una ilusión y ganar es un regalo le van a venir mejor que nunca. Porque todo el mundo lo conoce, sabe cómo corre y también son conscientes del tremendo estado de forma en el que llega. La buena noticia es que Julien Alaphilippe, probablemente el rival con mayor empuje por su juventud, se pierde las tres carreras por una lesión de rodilla.
Sí se presentará Philippe Gilbert, que viene de ganar el Tour de Flandes. Además es el ídolo belga –y de Valonia, la región donde se celebra la Flecha- y tiene ante sí la opción de triunfar en Flandes y las Ardenas en el mismo año. Eso en Bélgica es entrar en la Historia. También se espera a Colbrelli (Bahrain-Merida), ganador el pasado miércoles de la Flecha Brabançona. Por otra parte, el recorrido sufre un cambio importante. El Cauberg, que se subía por última vez a dos kilómetros de meta, se adelanta aún más. Desde el último paso hasta la llegada habrá 18 kilómetros. Sobre el papel esto perjudica a Valverde, pero en realidad no tanto.
Con la carrera bloqueada en espera de resolverse en el popular muro neerlandés, Valverde tenía que vigilar a todos a la vez que todos lo vigilaban a él. Ahora quienes no tengan su punta de velocidad deberán atacar de lejos, lo que permite la llegada a meta de un pequeño grupo. Y ahí, el murciano es letal. Aunque sobre el papel Michael Matthews es más rápido que él y este cambio también le beneficia. El domingo sabremos si, por fin, un español logra el Tríptico de las Ardenas aunque sea en años distintos. Y veremos también si Valverde tira la última barrera que le queda, al menos en primavera. En otoño está el Mundial: “Si soy campeón sería la rehostia. Pero ahora mismo me da igual”, dijo tras ganar País Vasco. Las cosas, paso a paso.
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