Atacó Chris Froome. Atacó una vez. Atacó dos veces. Atacaron Alejandro Valverde y Fabio Aru ya en el Col de la Colombière. Le dejaron solo, sin ayudas, sin refuerzos ni esperanza de conseguirlos. Y fue precisamente ahí, solo, rodeado de lobos hambrientos, cuando Richie Porte (1985, Launceston, Australia) sacó la raza que el ciclismo mundial espera desde hace años. Fue precisamente en la derrota donde el aussie alcanzó el reconocimiento y mereció el miedo de sus rivales. El pasado 11 de junio, Richie Porte perdió así el Critérium du Dauphiné Libéré pero se ganó el cartel de favorito al Tour de Francia a pesar de Froome.

Alberto Contador, Romain Bardet, Daniel Martin, Jakob Fuglsang, Contador, Aru y el propio Froome no tuvieron piedad. Le atacaron denodadamente. Desarbolaron a todo su equipo con 40 kilómetros y la ascensión final al Plateau de Solaison aún por delante. Y ni por esas. Cuando se quedó sin compañeros tiró él mismo del grupo. Cuando le sacaron de punto y se quedó solo con Froome, aguantó la cabeza en su sitio. Y cuando las piernas reaccionaron... Con 1:13 de desventaja respecto a la cabeza de carrera a 10 kilómetros de meta, Porte demostró por qué todos piensan que es el más fuerte del pelotón, el rival a batir en el Tour de Francia que comienza este sábado.

“Porte está haciendo la temporada de su vida y para mí es el enemigo número uno y el favorito”. Lo dice Chris Froome, algo alejado de los focos esta temporada, sin presencias destacables a lo largo de una temporada ensuciada por toda la polémica en torno al equipo Sky. Lo dice el gran favorito, al que las casas de apuestas conceden la victoria en los parisinos Campos Elíseos con un 60% de posibilidades. Lo dice quien se ha beneficiado del australiano durante las tres temporadas que Porte movió la bici para proteger sus intereses en la Grande Boucle. Pero, sobre todo, lo dice quien le vio en directo este 11 de junio subiendo el Plateau de Solaison.

Richie Porte: Super Domestique

El 1:13 de desventaja a 10 kilómetros no varió apenas sobre la línea de meta (1:12), pero Porte cazó a Contador, cazó a Valverde, cazó a Bardet, cazó a Aru y cazó a Froome. De los favoritos sólo se le escapó Fuglsang, que se llevó el Dauphiné por los 10 segundos de bonificación de la victoria de etapa. Una demostración de fuerza, de capacidad, de concentración y de piernas. Como el resto de su temporada.

Con victorias en el Tour Down Under, París-Niza y Tour de Romandía, Porte atraviesa, probablemente, el mejor momento de forma de su carrera profesional. Además, las lecturas de su derrota en el Criterium du Dauphiné se convierten en positivas por multitud de razones. Porque nada tiene que ver la estrategia en una carrera de ocho días con una gran vuelta, menos aún con el Tour. Porque la libertad de movimientos de los secundarios a nada se deben en la antesala de la ronda francesa, pero en la Grande Boucle protegen posiciones de podio o clasificaciones secundarias. Porque los aliados ausentes en una prueba aparecerán, vaya si aparecerán, en el Tour. Y, sobre todo, porque el BMC que corrió en el Dauphiné, poco tiene que ver con el que tomará la salida en Düsseldorf.

Los italianos Damiano Caruso y Alessandro de Marchi serán sus grandes escuderos en un equipo al que se incorpora el belga Greg van Avermaet para jugar por libre y trabajar cuando corresponda. "Nunca he tenido un equipo enteramente a mi servicio en el Tour, y puede ser mi oportunidad de ganar esta carrera", subrayó Porte ante los medios acreditados en Düsseldorf. Un equipo que el aussie considera su gran fuerza -"mis resultados son un reflejo del buen ambiente que se ha creado en el equipo en torno a mi"- y que los rivales consideran una de sus (muchas) debilidades, aunque la principal es él mismo.

EL 'MAL FARIO' DE PORTE

En 2014, después de tres caídas seguidas de Froome en dos días, Porte tuvo la maquinaria pesada del Sky a su servicio. Un golpe de calor en la 10ª etapa le hizo perder nueve minutos y cualquier opción de victoria final: "Siento una gran vergüenza, lo siento más por mis compañeros de equipo". Exactamente igual que en 2016, donde la mala suerte se cebó nuevamente con él. Un pinchazo en la segunda etapa le mandó casi dos minutos por detrás de los líderes destrozando toda aspiración al triunfo en su primera ronda francesa como jefe de filas del BMC. Incluso en 2015, en su último Tour a las órdenes de Froome, relató cómo un aficionado le golpeó en las costillas en la primera ascensión pirenáica. La misma ronda en la que acabó por los suelos tras chocar con una moto el mismo día que Froome cargó con su bici al hombro después de una caída.

Etapa 12 Tour de France HD720p caída

Sueños de grandeza truncados siempre por un destino cruel con el que, sin embargo, en 2017 le abre un abanico de posibilidades. Por su fortaleza, por la incógnita del momento de forma de Froome, por el cansancio acumulado en las piernas de Nairo Quintana tras el Giro de Italia, por las dudas que rodean a Alberto Contador -34 años- en su enésimo intento en una Grande Boucle que no gana desde 2009, por lo improbable de que Romain Bardet se convierta en el primer ganador francés de la ronda gala desde Bernard Hinault en 1985. Un destino que le espera desde este domingo en Düsseldorf hasta el 23 de julio en París. ¿Llegará vestido de amarillo?

Richie Porte, sonriente, en un entrenamiento en los alrededores de Düsseldorf junto al equipo BMC. Reuters

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