A falta de 3,5 kilómetros para la cima del Torcal Alberto Contador vio su oportunidad. Ataque largo. Ataque seco. Abrió hueco respecto al grupo de los favoritos para aventajarles en la meta de Antequera. 22 segundos a Vincenzo Nibali. 42 a Chris Froome. Sólo había ojos para el madrileño y su último intento de ascender al podio de una gran vuelta, pero también había acción por detrás y no tenía nada que ver con el deporte. De hecho, la acción de un guardia civil, durante un momento, puso en riesgo el normal desarrollo de la etapa y bien podría haber causado una desgracia.
Faltaban poco más de 15 kilómetros a meta en la 12ª etapa de la Vuelta a España cuando el pinteño vio su oportunidad. atacó en el tramo final del puerto de segunda categoría del Torcal. Enardeció a las gente que llenaba las cunetas como sólo él sabe y se fue hacia delante sin mirar atrás. Y justo ahí, donde no miró Contador sucedió lo impensable.
En una curva a derechas, con el público encima, Contador pasó como una exhalación. Y a la misma velocidad, justo tras el paso del ciclista del equipo Trek, un aficionado de camiseta amarilla atravesó la carretera hasta que impactó con una moto de asistencia. El conductor tuvo la pericia suficiente para esquivarle, aunque en las imágenes da la sensación de que incluso llega a pasarle por encima de su pierna izquierda mientras el aficionado ya caía al suelo. La moto también acabó por los suelos.
Nada pasó para lo que podía haber sucedido. La moto lo esquivó, se recompuso a la mayor velocidad posible con ayuda de otras asistencias y siguió adelante. Las otras motos que seguían a Contador tuvieron reflejos suficientes para evitar impactar con la primera motocicleta que ya estaba en el suelo o atropellar al aficionado que había cruzado la calzada cuando no debía y por donde no debía.
Suerte por todas partes y velocidad de reacción de los hombres de la organización, que hicieron parecer que nada pasaba con su rapidez en la resolución. De hecho, fueron tan veloces que el grupo de favoritos que perseguía a Contador a la desesperada apenas se enteró del incidente ni se vieron afectados.
Un incidente que en un primer momento se achacó a un exaltado pero que en realidad se debió al empujón de un guardia civil desde el otro lado de la carretera. De ahí la falta de control, de ahí que fuera directo contra la rueda delantera de la moto de la organización. Un empujón que, seguro, tiene una explicación por parte de las fuerzas del orden, pero que puso en peligro el normal transcurso de la carrera cuando había otra opciones como lanzar al aficionado hacia el otro lado y no justo a los pies de los caballos.
Agresión a Maxim Belkov
No estaba ni mucho menos el día terminado en lo que a sustos se refiere. Si primero, durante la noche, un pirómano intentó prender fuego al autobús del equipo italiano Aqua Blu en Almería, apenas dos kilómetros más adelante de donde el guardia civil empujó al aficionado, otro 'loco' del deporte se fue directo a por Maxim Belkov.
El ciclista del equipo Katusha denunció al final de la etapa a través de las redes sociales que un aficionado le había tirado al suelo a falta de 1-2 kilómetros para la cima del Torcal. Nadie sabía nada del incidente... Hasta que en Twitter se publicó el vídeo grabado por otro aficionado en el que se ve perfectamente toda la acción.
Como puede verse en los vídeos, un aficionado sale de la nada y se va directamente hacia Belkov y le propina un empujón que no sólo le hace caer de la bicileta tras perder el equilibrio sino que acaba incluso por detrás de la malla de seguridad que delimitaba los últimos kilómetros del ascenso al puerto de segunda categoría.
Dos incidentes, se presupone, independientes que, a su vez, también se presupone, nada tienen que ver con el incendio del autobús del Aqua Blu en Almería, pero que ponen de manifiesto un problema de seguridad en la ronda española, una de las tres grandes citas del calendario ciclista internacional. Además, el incidente de Maxim Belkov es especialmente grave teniendo en cuenta las consecuencias que podría haber tenido de no ser sólo un empujón y sobre todo con el despliegue que la Guardia Civil ha realizado después de los atentados de Barcelona que le costaron la vida a 16 personas.