22 años del adiós de Indurain: el día en que el ciclismo se quedó huérfano
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Un 2 de enero de 1997 se producía una noticia triste para el deporte español. Lo que apuntaba que sería un día más y el comienzo de un año ilusionante, se convirtió en una jornada melancólica. En un hotel de Pamplona, la expectación era máxima. Aparecía un Miguel Induráin completamente de negro para dar una conferencia de prensa sin preguntas, no cabía un alma en aquel salón y había un silencio aterrador.
Todos los presentes esperaban ansiosos las primeras palabras del corredor. "Hoy 2 de enero de 1997 quiero anunciar mi retirada del ciclismo profesional", comenzaba el campeón de cinco Tour de Francia, entre otros tantos logros. Así fueron últimas palabras como ciclista profesional de un mito del deporte español.
Cinco rondas francesas, dos Giros del Italia, un campeonato del mundo y otro olímpico de contrarreloj avalaban su espectacular carrera. Y después del año en el que consiguió el oro en Atlanta, a los 32 años el ciclista navarro decidió poner fin a su exitosa carrera.
Los inicios de su carrera
Con tan solo 20 años, en 1984 debutó como ciclista profesional de la mano del equipo Reynolds, lo que más tarde sería el Banesto. Debutó en el Tour del Porvenir, a principios del mes de septiembre y en aquella carrera por etapas consiguió su primer triunfo lo que demostraba al mundo que era alguien a tener en cuenta. En la décima etapa logró su primera victoria.
El siguiente año se convirtió en el corredor más joven en portar el maillot amarillo de la Vuelta a España después de lograr la segunda posición en el prólogo y aprovechar el trabajo de equipo para colocarse líder en la segunda etapa. El liderato le duro hasta la sexta jornada.
En 1989 se convirtió en el primer español en conquistar la París-Niza, lo que le hizo que en su equipo le tuviesen como una gran baza de cara al próximo Tour, al que acudió como gregario de Pedro Delgado. En la cita francesa logró una victoria en Cauterest y acabó en el puesto 17 de la carrera.
El siguiente año fue el de su confirmación como un corredor llamado a ganar las grandes citas. Repitió su triunfo en la París-Niza y volvió a acudir a la ronda francesa como gregario, algo que muchos consideraban equivocado y en su sacrificio por asistir a su jefe de filas perdió todas las opciones de victoria, aunque se mostró como un corredor fuerte tanto en las cronos como en la montaña, algo que hizo reflexionar al jefe de equipo para darle un papel más importante en las próximas ediciones.
Años de gloria
A partir de 1991 comenzó la época dorada para Miguel Induráin. Conquistó cinco Tours de Francia consecutivos y en 1992 y 1993 sumó dos Giros de Italia siendo el líder indiscutible de su equipo y el rey del ciclismo mundial.
En 1994 afrontó un reto diferente y en el que nadie apostaba por él, quería batir el récord de la hora en el velódromo de Burdeos, y lo consiguió a pesar de no tener las mejores condiciones para competir en pista, dicha marca fue la mejor durante dos meses hasta que la superó el suizo Tony Rominger.
En 1995 ganó el Campeonato del Mundo de contrarreloj en Colorado y en la prueba de ruta fue medalla de plata por detrás del también español Abraham Olano. Este año tenía como objetivo volver a batir el récord de la hora, pero no se vio con opciones y desistió, lo que provocó las primeras diferencias con su equipo.
Un legado difícil de igualar
En 1996, su preparación tenía como objetivo volver a conquistar el Tour por lo que renunció al Giro, pero las malas condiciones en la ronda francesa con mucho frío y lluvia le perjudicaron y no pudo con sus rivales para terminar en el puesto número once la carrera.
En los Juegos Olímpicos de Atlanta consiguió la medalla de oro en la contrarreloj y este fue el último gran triunfo de su carrera, ya que las diferencias con el equipo Banesto eran evidentes y todo explotó después de que le obligasen a correr la Vuelta a España, en la que tuvo que abandonar en la etapa número 13.
Este hecho provocó que rompiese las relaciones con el equipo y se especuló mucho con que podría fichar por el equipo ONCE, que le hizo una oferta, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto y terminó por retirarse en la conocida comparecencia en un hotel de Pamplona con su mujer y sus hijos junto a él.
Indurain supuso un antes y un después en el ciclismo mundial y sobre todo en el deportes español. Tras él ha llegado una camada de grandes ciclistas, nacidos al calor de los éxitos del navarro, que a pesar de no haber igualado su amplio palmarés continúan llevando la bandera española a lo más alto de muchos podiums.
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