Era la etapa soñada por todo aficionado al ciclismo. Las hostilidades en el Iseran habían roto la carrera a más de 40 kilómetros para la meta en Tignes. Egan Bernal se había ido hacia adelante y Alaphilippe se hundía y con él las aspiraciones de Francia de acabar con una sequía de 35 años.
Antes la afición gala había perdido a Thibaut Pinot. El que quizás era el hombre más fuerte en la montaña tenía que abandonar el Tour por problemas en su pierna izquierda. Sus lágrimas eran el reflejo del infortunio de un ciclista que estaba ante su gran oportunidad.
Sin Pinot se acortaban a cuatro los hombres con posibilidades de luchar por la victoria. La temible pareja del Ineos formada por Bernal y Thomas, el hasta entonces líder Alaphilippe y el holandés Kruijswijk. En el Iseran se marchó Bernal y parecía que iba a dejar sentenciado el Tour más abierto de la historia antes de la etapa que terminará en Val Thorens con una ascensión de nada menos de 33 kilómetros.
Pero todo cambió debido a las condiciones climatológicas. Un alud había cortado la carretera y la organización decidió suspender la subida a Tignes. Prudhomme, el patrón del Tour, y los jueces informaron que los tiempos que valdrían para la general serían con los que se coronó el Iseran.
Alaphilippe, salvado por la campana en el pleno hundimiento. El francés no solo estaba perdiendo el liderato, sino que seguramente habría dicho adiós al podio. El hecho de que no hubiera ganador de etapa también restaba unos magníficos segundos a Bernal.
El Tour podría, y debería, haber informado a todos equipos de que la etapa finalizaría en un punto exacto para así haberla mantenido, aunque fuera más corta. Sin embargo, las formas no fueron las mejores y la decisión levantó mucha polémica.
¿Una mano negra?
En las redes sociales se alimentaban todo tipo de teorías de la conspiración. Desde que el alud podría haber sido provocado por algún aficionado francés, como que la organización quiso salvar a Alaphilippe y mantener la emoción para la etapa de Val Thorens. Increíble, de todas formas, que tardara tanto el Tour en darse cuenta de la situación y sorprendente también su decisión.
Pero lo peor estaba aún por llegar. Tampoco la etapa de este sábado se completará en su totalidad. La organización la acortaba quitando la ascensión a Roselend, de primera categoría, y dejaba el día que iba a ser más espectacular con un recorrido de solo 59 kilómetros y de los cuales 33 corresponderán a la subida a Val Thorens.
Las opciones así de Alaphilippe de conservar el podio crecen. Ineos no necesita romper la carrera y esto favorece al francés. Kruijswijk e incluso Buchmann tienen la obligación de atacar. Movistar no parece que tenga en Landa, y mucho menos en un Quintana que se hundió en Iseran, fuerzas para asaltar más puestos en la clasificación.
Así, a priori, todo se pone de cara para que Bernal conquiste su primer Tour a sus 22 años y Alpahilippe tiene mucho más opciones de estar en el podio de París ahora que cuando coronó Iseran a más de dos minutos del colombiano. El azar, el tiempo y para algunos una 'mano negra' que está agitando y en gran parte decidiendo el Tour de Francia más igualado desde el de 1989. En aquella edición LeMond se lo llevó con solo 8 segundos de ventaja respecto a Fignon.
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