Sorpresa mayúscula en la primera gran Clásica de la temporada, la Milán-Sanremo, que finalizó con victoria del corredor del Trek Segafredo Jasper Stuyven. El polivalente ciclista belga sorprendió a todos los grandes participantes en la prueba y se apuntó la victoria más importante de su palmarés, su primer Monumento en la primera gran cita de las carreras de un día de la temporada.
Su movimiento final tras el descenso del Poggio no fue tomado lo suficientemente en serio por los gallos de la carrera que lanzaron el sprint demasiado tarde y terminaron sucumbiendo ante la que ha sido una de las mayores sorpresas del curso. Por detrás intentaron cerrar el hueco hombres como Caleb Ewan, Van Aert o un renacido Peter Sagan, pero llegaron tarde para cumplir con su objetivo. Stuyven levantó los brazos y sacó a relucir su mejor sonrisa para derrumbarse segundos después de cruzar la meta tras un esfuerzo de más de 6 horas y media.
Día largo y extenuante como suele ser habitual en La Classicissima con partida en Milán. Se esperaba algún movimiento lejano, pero finalmente no ha terminado llegando y todo se ha jugado en la parte decisiva donde se han encadenado las míticas ascensiones de Cipressa y el Poggio y la imponente recta de meta donde todos los favoritos han estado volando en busca del triunfo.
Casi desde el inicio se formó una numerosa fuga a la que se dejó hacer durante buena parte del día. Planet, Van der Hoorn, Viel, Tagliani, Conci, Tonelli, Peron y el corredor del Movistar Nosgaard estuvieron en cabeza durante buena parte de la jornada. Llegaron a contar con rentas por encima de los siete minutos. Sin embargo, habían contado con el permiso del pelotón que no tardó en ponerse a reducir diferencias.
Los minutos y los segundos fueron cayendo en picado y no tardaron los hombres de la fuga en ver que era necesario agitar el avispero de nuevo. Por ello, Conci lideró una primera ofensiva que obtuvo la répilca de Tonelli a los pocos kilómetros. Sin embargo, las diferencias ya no superaban el minuto y su destino estaba ya marcado. Una vez absorbida, el pelotón se reagrupó y el ritmo siguió incrementándose. Se voló durante todo el día en una de las Milan-Sanremo más rápidas de la historia.
Empieza el baile
En el pelotón, el mando se lo alternaban el Jumbo-Visma de Van Aert, el Deceuninck Quick Step de Alaphilippe y el Alpecin Fenix de Van der Poel. Los favoritos querían controlar la carrera. Ya dentro de los últimos 50 kilómetros, a todos les entraron las prisas y el ritmo fue endiablado hasta el final. Esta vez Van der Poel no se movió de lejos y nada paso en la Cipressa. Lo dejaban todo para el Poggio.
Quien por allí apareció fue un habitual, Julian Alaphilippe, que fue el primero en arrancar con fuerza, aunque su movimiento no fue definitivo. Van Aert se pegó rapidamente a su rueda y después Van der Poel, pero no consiguieron descolgar a corredores peligrosos para el sprint como Ewan, Matthews o Sagan, que parecía renacer en Italia, donde ganó su última gran etapa.
Ya en el descenso del Poggio se produjo un peligroso movimiento de Stuyven y Pidcock. El joven corredor del INEOS, rival de Van der Poel y Van Aert en el ciclocross, pretendía dar la sorpresa ante los mayores. Y se confiaron, aunque su problema no fue la joya del antiguo Sky. El corredor del Trek, Stuyven, encaró con ventaja la recta de meta y ya fue inalcanzable.
Fue el más rápido en el sprint y la excesiva calma en el pelotón de perseguidores provocó que tardaran demasiado en dar caza al belga, que terminó levantando los brazos en la línea de meta y sumado su primer Monumento. Por detrás entraron Ewan, Van Aert, Sagan y Van der Poel. El español Aramburu, del equipo Astana, se volvió a meter entre los mejores terminando séptimo.
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